El club de amigotes
Augusto Corro lunes 24, Nov 2014Punto por punto
Augusto Corro
¿Y la cordura de los políticos? Pues bien. A nadie le interesa practicarla. Por ejemplo, el líder moral del Partido de la Revolución Democrática, ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, la tiene arrinconada u olvidada. Quién sabe que le picó y propuso redactar una nueva Constitución, con la intención de dar respuestas a las crisis que enfrenta el país.
Con la idea de “a ver si es chicle y pega” el ingeniero Cárdenas se reunió con sus cuates de siempre para plantear su nueva aventura. Estuvieron en el encuentro los fundadores de la Corriente Democrática del PRD. Entre otros, Porfirio Muñoz Ledo, Ifigenia Martínez Navarrete, Alejandro Encinas, Miguel Barbosa, Javier González Garza y la investigadora Clara Jusidman.
El líder político descubrió el hilo negro, al señalar que los tiempos actuales son diferentes a los que enfrentó la mencionada corriente en su proceso fundacional. Claro que no son iguales. En el presente, el PRD se encuentra dirigido por una mafia que no comparte el poder, ni con su propio fundador.
VAMOS POR PARTES
Efectivamente, el ingeniero Cárdenas tiene razón al decir que México tiene problemas. ¿Qué país no los tiene? Por ejemplo, corrupción, impunidad y violencia se pueden combatir sin cambiar los preceptos de nuestra Carta Magna. El asunto recae en la aplicación de las leyes, que son laxas y en la mayoría de los casos, los delincuentes políticos, gobernadores, alcaldes, legisladores, funcionarios públicos, nunca pisarán la cárcel.
¿De qué serviría el estreno de una Constitución, si los hombres encargados de aplicar la ley no lo harían? Más bien, debería buscarse la manera de aplicar códigos de conducta que convenzan a los políticos sobre la necesidad de no saquear las arcas públicas. De aquellos encargados de impartir justicia no caigan en las tentaciones de la corrupción.
¿No tenemos leyes para castigar a los delincuentes? Sí las tenemos, se encuentran vigentes, son innumerables. Sólo los especialistas, los doctores en Derecho, conocen la cantidad de artículos relacionados en materia penal, financiera, etc. Pero el brazo de la justicia a veces no es tan largo para llevar ante los tribunales a tantos delincuentes.
EL DAÑO A LA SOCIEDAD
La problemática de violencia que enfrenta el gobierno federal viene de los sexenios pasados que provocaron, torpemente, el crecimiento de la delincuencia organizada. Los ex presidentes Vicente Fox y Felipe Calderón nos heredaron una sociedad en crisis, con el tejido social hecho trizas.
Fue Calderón quien, para justificar su gobierno espurio, desató una guerra contra los cárteles de la droga que lo único que ocurrió fue una poda, que permitió la multiplicación de los grupos delincuenciales. Por cada capo que caía preso, las divisiones en los cárteles de la droga se multiplicaban. La lista de bandas criminales pocos la conocen.
Desde el inicio de las actividades de los narcos, éstos se infiltraron en los sectores dedicados a la impartición y procuración de justicia. Corrompieron a medio mundo y no tuvieron problemas para la impunidad. En vano, Calderón trató de limpiar las filas de la policía.
No castigar a los delincuentes permitió que se incrementaran delitos como la extorsión, el secuestro, la desaparición forzada, la ola de asesinatos y la espiral de violencia. Debemos incluir a los ex gobernadores que usan las arcas de la nación, como si el dinero fuera una propiedad personal.
A PARTIR DE CERO
Calderón dejó una herencia que el gobierno federal tendrá que desmantelar con una estrategia nueva. El caso de los 43 normalistas desaparecidos, que a todo México nos duele, no debe repetirse. La lucha contra la delincuencia organizada tendrá que empezar de cero, con medidas preventivas integrales: creación de empleos, mayor atención a los jóvenes, mejor orientación para alejarse del consumo de drogas, combatir la pobreza, etc.
También generar una conciencia de justicia plena en aquellos responsables de su impartición y procuración. Que regrese la confianza en los representantes del Ministerio Público y en los jueces. Ya tenemos las leyes para que México regrese a la seguridad. Se necesita aplicarlas. No se necesita una nueva Constitución.
LA IDEA DEL “LÍDER MORAL”
Volvemos al principio para analizar el planteamiento del ingeniero Cárdenas con sus correligionarios. Dijo el michoacano que “queremos una nueva Constitución que actualice y amplíe los principios de soberanía, libertades y equidad, pretendemos que regrese la vida institucional con instituciones útiles y dirigentes confiables, comprometidos con las causas del país y del pueblo.
Quien sabe a qué país se referirá el “líder moral” perredista, porque México en materia de instituciones funciona normalmente. Las manifestaciones registradas recientemente por el caso Ayotzinapa, aún con todo el peso de los órdenes, son parte de la libertad que vivimos los mexicanos.
¿De dónde sacó Cárdenas Solórzano la idea de una nueva Constitución? Seguramente de la necesidad de seguir en el candelero político. Porque además, entre los asistentes a la reunión de amigos, se habló de la necesidad de solidarizarse y acompañar los movimientos sociales realizados a partir de la desaparición de los 43 jóvenes normalistas de Ayotzinapa.
¿Y si son rechazados por los manifestantes, como ya lo padeció el líder moral en una de las marchas? No olvidar que el michoacano fue repudiado por los jóvenes que reclamaban la presentación con vida de los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos. Al ex candidato presidencial le lanzaron toda clase de objetos y rechazaron su presencia.
EN EL PRESENTE
En el Partido de la Revolución Democrática (PRD) se libra una lucha campal de todos contra todos. La protección de la cúpula perredista a los gobiernos de Guerrero, concretamente al alcalde de Iguala, José Luis Abarca, autor intelectual de la desaparición de los estudiantes, provocó una crisis interna en ese organismo político. El michoacano pidió, entre otras cosas, la renuncia de Carlos Navarrete, para refundar al partido.
En esa situación se encuentran los perredistas, con el reformador Cárdenas Solórzano que anda sin brújula, empeñado en jugar un papel sin sentido en la desprestigiada izquierda mexicana.