General Cienfuegos: ¡vaya encarguito!
Francisco Rodríguez martes 7, Jul 2015Índice político
Francisco Rodríguez
El Partido Verde y el Panal, dos organizaciones desprestigiadas y corruptas, aparecen en el horizonte como salvíficas. Saben los priístas que tienen la cola tan larga que aceptarán ceder sus diputados a cambio de las sobras.
Y todo, sin tener que sufrir el agravio a sus personas de pasar por un polígrafo, examen sicométrico, pruebas tóxicas, análisis de orina en ayunas, para buscar, con esquizofrenia y morbo de MP, restos de alcaloides, ni análisis de propiedades juramentadas y cómo las adquirieron…
… así como estados de sus cuentas bancarias, declaraciones patrimoniales, fiscales, de interés, de relaciones familiares estables, de menajes de casa, de facturas de carritos deportivos, confesiones juradas de que nunca fueron tocados por una recomendación de Derechos Humanos o de Contralorías, no antecedentes penales, constancia de no inhabilitación, nada.
Todo lo demás, oficinescamente exigible, déjenlo para que lo cumplan a pie juntillas y sin chistar –que los podemos inhabilitar de por vida– los esforzados burócratas que quieran pasar las horcas caudinas de pretender ingresar a cobrar dos salarios mínimos en cualquier oficina de medio pelo.
Un monstruo que va a devorarnos
En términos de opinión pública y publicada, se ha puesto sobre la mesa la urgencia de engranar la cultura política con el compromiso exigible y demandable ante los tribunales de los gobernantes irresponsables.
Basta de que se hagan como que «la virgen les habla». Pero Guadalupe está cansada de que la invoquen los mentecatos y ya quiere dedicarse a sus prioridades.
En todos lados se observan grados de independencia, libertades de criterio y maniobra operativa entre los encargados de procurar e impartir justicia. Menos aquí.
… y se ha convertido en un auténtico monstruo insaciable que puede acabar por devorarnos y, ya desocupado y limpiado lo que quede de país, que no será mucho, entregarlo a los que presumen orondos que son sus «jefes» en el extranjero.
La verdad, lo están haciendo con tal impudicia, desdoro y deshonor, que los miembros de élite de cualquier sociedad foránea se avergonzarían de recibir los restos de este cadáver. No tendrían cara para explicar ese canibalismo a sus consejos de administración.
Los jefes de esta gente, entonces, no deben ser miembros de cúpulas ilustradas y acomodadas en sus países de origen. Deben ser «narquillos» venidos a más, con las mismas costumbres de rancho pobre que las que estilan los depredadores locales, ¿no cree usted?.
Ejército: no es vertedero de incompetencia
Hasta el secretario de la Defensa Nacional, el general Cienfuegos, se siente lastimado de que estén cargando tantas culpas al Ejército, como si esa institución fuera el vertedero de incompetencias.
Decenas de soldados, de esos que están especializados desde siempre en hacer labores arduas de zapa, que han integrado comandos para investigar cuestiones delicadas del entramado social, se encuentran en prisiones y estaciones de reclusión militares y civiles.
Muchos de ellos, acusados sólo porque sí, con sus derechos elementales burlados y violados, abusados sexualmente por quienes decían ser sus compañeros de armas, «protegidos» por una CNDH que no sabe qué hacer.
Se anima a decir el general secretario, en el fondo de su soledad, que el Ejército no puede aguantar tantas responsabilidades, que suficiente tiene con salir a la calle a pacificar el país en medio del desenfreno y el saqueo, sin pensar en tomar el poder.
Es una seria advertencia la que está expresando, aunque Cienfuegos no tenga experiencia de tropa ni de fajina –era el jefe de compras del Ejército y conoce de sus aspiraciones, también del límite de sus hartazgos.
No podemos olvidar que los secretarios de la Defensa que hemos tenido, saben mínimo cuestiones que les hacen llegar los indicadores de inteligencia militar y poseen casi la misma información que siempre comparten con el embajador en turno de EU.
Aunque hayamos tenido muchos generales «de dedo» que ubicamos en el pináculo del poder, como aquél (Manuel Ávila Camacho) que llegó a Presidente de la República y fue llamado por el pueblo «El Soldado Desconocido» porque nunca se supo que hubiera participado en algún hecho de armas.
Fue el mismo que llegó a preguntar en Morelia al jefe de la guarnición que porqué olía tan feo el cuartel, que qué era lo que despedía esos olores, y la respuesta fue seca, cortante, indignada: «Nada, lo que huele es pólvora, mi general».
O los otros, los «aviadores» que cobraban la nómina en Lomas de Sotelo, que se vestían de verde olivo con sus charreteras e insignias cada día de quincena, y se identificaban si eran generales «de Piña» o «de Limón», los apellidos respectivos del titular y del oficial mayor, según fuera de abultado el «cañonazo», en épocas de «El Dientón de Sayula». O los verdaderos cerebros que funcionan dirigiendo desde las sombras los grandes tiquismiquis del trasiego, asesorando a los «jefes» de campo regionales, sobre logística operativa, traslados, moches o desfiguros a los que dan la cara.
O los que tienen licencias para operar como «pilmamos» de los ricos empresarios judíos, gabachos que pagan a precio de oro la custodia de su seguridad en las lujosas mansiones que habitan en lugares desconocidos, exclusivos para esta «realeza» local.
O los que cuidan a los privilegiados ex funcionarios del aparato que hoy operan –con los conocimientos adquiridos en la alta burocracia a cuenta nuestra– como quintacolumnas de empresas españolas o gringas en el territorio, con enchufes políticos «marca llorarás».
O que protegen a los altos jerarcas que ya dejaron de serlo materialmente, pero en la informalidad operan como all stars advisors, coyotes habilitados por los tomadores de decisiones extranjeros, indispensables en sus conocimientos sobre alianzas o complicidades de poderosos en territorio azteca. Dueños de todos los secretos de cómo mastica la iguana.
Índice Flamígero: Ocho generales pasaron a retiro la semana anterior. A nombre de ellos, Silvestre Jorge Vázquez Benítez, que lo es de Brigada, reconoció su liderazgo y guía al secretario de la Defensa, general Salvador Cienfuegos Zepeda.