Temporada abierta
Ramón Zurita Sahagún viernes 4, Sep 2015De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Falta poco más de dos años para que los partidos muestren a sus distintos candidatos a la Presidencia de la República y ya los ánimos andan exaltados entre los que aspiran a competir en esa contienda electoral.
Panistas, morenos y perredistas ya mostraron parte del personal que conforma su grupo de prospectos. Se duda que haya la inclusión de otro personaje ajeno a los ya ventilados.
Los priístas aumentaron su lista de aspirantes que se veía muy raquítica y en la que, aparentemente, despuntaba uno solo de los prospectos.
Ahora, cuando menos en el rubro de los priístas ya tienen una baraja más amplia, aunque no se sabe si la mayor parte de ellos podrían ser considerados como tales y pudieran competir en igualdad de condiciones con los probables candidatos de los otros partidos.
Lo curioso de todo esto, es que con tanta anticipación ya la mayor parte de los partidos contendientes tienen dos adversarios comunes: el populismo y Andrés Manuel López Obrador.
Parecería ser lo mismo, pero hasta ahora se han guardado de igualar una cosa con la otra.
La cúpula de los militantes del PRI y del PAN señaló el tema del populismo como un enemigo en común, del que hay que cuidar al país, ya que muestra efectos devastadores en diversas partes del mundo.
En lo referente a López Obrador, los dardos apuntan hacia él por tratarse del aspirante presidencial mejor ubicado en unas anticipadas encuestas, que lo ubican por encima de cualquiera de los demás prospectos que pudieran presentarse en la contienda. Si en 2006 el tabasqueño fue calificado como “peligro para México” por el candidato presidencial (Felipe Calderón Hinojosa) que ganó, finalmente la elección, ahora el riesgo con él, supuestamente, es el populismo.
Claro que la alusión hacia el populismo no se hace en forma directa sobre el eventual triunfo electoral de López Obrador, sino en forma velada se le vincula con este tema.
El propio presidente Enrique Peña Nieto se refirió al populismo como una solución fácil y ficticia de los problemas que afronta una nación.
Poco más de dos minutos hablo sobre el tema el Ejecutivo federal durante su mensaje político, en lo que se considera un frente abierto en contra de quien está ubicado como el más firme de los candidatos presidenciales.
Antes que él, habían hablado, en el pasado reciente, el entonces presidente del CEN del PRI y hoy coordinador de los diputados de ese partido, César Camacho Quiroz y el actual presidente del CEN del partido tricolor, Manlio Fabio Beltrones.
Con ello, se advierte que la temporada de caza de los populistas se encuentra abierta, aunque solamente parece tener un destinatario, con la expectativa de que se inmiscuya en la misma a otro personaje, si es que hace un buen trabajo en sus primeros años de gobierno, el cada vez más popular “Bronco”, Jaime Rodríguez Calderón.
Por lo pronto, los ánimos se calientan, la disputa por las candidaturas presidenciales se acelera y el tema del “populismo” dará todavía mucho por hablar, al igual que el personaje que ha sido calificado como el destinatario de ese término tan en boga.
MENOS PARTIDOS
Finalmente, fueron declarados inexistentes como partidos políticos el del Trabajo y el Humanista, según el veredicto dictado por el Instituto Nacional Electoral. Ninguno de los dos alcanzó el mínimo del tres por ciento necesario para la subsistencia del registro como partido político en la pasada elección de junio.
La vida como partido político del Humanista fue efímera, ya que duró solamente la elección en que debía mostrar su consistencia como partido político.
Ignacio Yris Salomón carga con el mal fario que representa que el tercer partido político en que milita y participa en una elección desaparece.
Ya sucedió con Alternativa Socialdemócrata y Campesina, que se transformó en el Partido Socialdemócrata y no sobrevivió siquiera la primea prueba.
Igual ocurrió con México Posible, partido que mostró su fragilidad en la primera elección en que concurrió.
En cada uno de los partidos que ha fundado Yris Salomón muestra que es un buen organizador, pero también deja en claro que su fuerte no es la cohesión, ni la unidad, ya que terminan siempre fracturados.
Por su parte, el Partido del Trabajo fue un organismo político que pronto cumpliría 25 años de vigencia, que siempre fue encabezado por el mismo personaje (Alberto Anaya) y como la mayor parte de los partidos políticos conocidos como la “chiquillada”, se convirtieron en patrimonio de unos cuantos, los que obtuvieron grandes beneficios económicos y en los cargos de elección popular, los que se repartían entre unos cuantos.
Sus mejores momentos los vivieron cuando postularon a la Presidencia de la República a la ex parmista Cecilia Soto González y produjo la sorpresa de casi un millón de votos (970 mil), que representaron el 4 por cientos de los sufragios emitidos en los comicios de 1994.
Alguna vez gobernaron la alcaldía de Durango y otras poblaciones pequeñas, pero regularmente marcharon como apéndices del partido de izquierda con mayor representatividad, el de la Revolución Democrática.
Los comicios federales de 2012 fueron de los más productivos, ya que les dejaron como saldo de la buena votación recibida por su candidato presidencial, Andrés Manuel López Obrador, ya que contaron con una membresía de 15 diputados federales y 5 senadores en la LXII Legislatura.
Nunca ganaron una gubernatura como partido, aunque si en coaliciones como son actualmente las de Chihuahua, Oaxaca y Michoacán (electo). Antes de eso, sus alianzas con el PRI, PAN, PRD, Panal, Verde, Convergencia y otros partidos ya desaparecidos, el PT cogobernó Tlaxcala, Chiapas, Nayarit, Chihuahua y otros más.