¿Y Penchyna?
Ramón Zurita Sahagún miércoles 10, Feb 2016De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
David Penchyna Grub vio pasar dos oportunidades anheladas y que se encontraban dentro de su rango de posibilidades. Primero fue que Omar Fayad Meneses, su compañero de escaño, fue propuesto por el PRI como su candidato al gobierno de Hidalgo y después José Antonio González Anaya, era designado director de Petróleos Mexicanos.
Conocido por su decidida participación como el gran orquestador de la negociación para la reforma energética, David era candidato idóneo para alguna de las dos posibilidades que se le fueron, pero también para una tercera que, por lo pronto, también quedó descartada.
Y es que entre los rumores y filtraciones que se hacían sobre el futuro de Pemex, se mencionaba que Emilio Lozoya Austin se iría y que su lugar como director general podrían ocuparlo el mencionado Penchyna o el director de la Comisión Federal de Electricidad, Enrique Ochoa Reza, siendo destinado el senador hidalguense como sustituto de Ochoa. Nada de eso sucedió y David se quedó sin cambiar su escaño por otra posición.
El relevo de Emilio Lozoya Austin era bola cantada, traía negativos por todos lados: la caída del precio del petróleo, la reestructuración de la empresa, su distanciamiento del secretario de Hacienda, Luis Videgaray Caso. Todo impactó en perjuicio del hoy cesado Lozoya Austin.
Llega en su relevo un personaje sumamente cuestionado, José Antonio González Anaya, que si bien cumplió con la reestructuración del Instituto Mexicano del Seguro Social y pertenece al grupo selecto de personajes afines a los secretarios de Hacienda, Luis Videgary Caso y de Desarrollo Social, José Antonio Meade, ha sido señalado por la baja calidad moral de varios de sus colaboradores, los que no se sabe si los llevará a Pemex o el nuevo director del IMSS, Mikel Arriola, prescinde de sus servicios.
En esta ola de carambola de cambios se confirmó el sello del presidente Enrique Peña Nieto, quien no es dado a desechar a los políticos y jalar con una baraja nueva, ya que dos de los tres cargos son ocupados por personajes que ostentaban otras encomiendas.
González Anaya pasó del Seguro Social a Pemex y Arriola Peñalosa de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios.
Ambos políticos, el director de Pemex y del IMSS, proceden de las esferas financieras del gobierno federal, con un paso por la Secretaría de Hacienda.
Quien no trae esa trayectoria es el recién nombrado secretario de Salud, José Ramón Narro Robles, ex rector de la UNAM y quien ya había despachado como subsecretario en esa dependencia.
Resulta curioso que Narro Robles siga la misma ruta que su amigo, ex jefe y tocayo, Juan Ramón de la Fuente, ya que como tal despachó ochos años en rectoría y ahora es secretario de Salud, aunque de la Fuente lo hizo al revés, primero secretario y después rector.
El arribo de Narro Robles se había previsto desde hace mucho, por lo que se le encontraba acomodo en diferentes áreas. Unos lo vieron como secretario de Educación Pública, pero ese sitio ya estaba destinado para Aurelio Nuño Mayer.
Otros vaticinaron la creación de la Secretaría de Cultura como el lugar idóneo para él, pero Rafael Tovar y de Teresa resultó el designado. Sin embargó el lugar adecuado fue la Secretaría de Salud, donde Mercedes Juan no alcanzó la estatura requerida para enfrentar la crisis actual sobre varias enfermedades de rápida transmisión.
De los cambios efectuados por el presidente Enrique Peña Nieto en menos de cuatro años de gobierno se encuentran varios reacomodos, lo que muestra su preferencia por esta tendencia.
José Antonio Meade fue enviado a la secretaría de Desarrollo Social, dejando la secretaría de Relaciones Exteriores (en la que había iniciado), a la que llegó Claudia Ruiz (Massieu) Salinas, quien empezó como secretaría de Turismo.
En reemplazo de Claudia arribó Enrique Octavio de la Madrid Cordero, quien empezó el sexenio como director del Banco Nacional de Comercio Exterior.
Otro de los cambios ejecutados en esa ocasión fue la salida del titular de la SEP, Emilio Chuayffet Chemor, por lo que entró en su relevo Aurelio Nuño Mayer, que había iniciado el sexenio como Jefe de la Oficina de la Presidencia.
En esa carambola de cambios la entonces titular de Sedesol, Rosario Robles Berlanga, fue reubicada como secretaria de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano, en sustitución de Jesús Murillo Karam, quien duró la víspera en ese cargo, luego de ser removido de la PGR, a la que llegó Arely Gómez González
Murillo Karam sustituyó al hoy diputado federal, Jorge Carlos Ramírez Marín, quien había iniciado como secretario de la Reforma Agraria, la que desapareció y se transformó en SEDATU.
Enrique Martínez y Martínez salió de la secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación y recibió el premio de alcanzar el rango de secretario, el todavía gobernador (con licencia) de Querétaro, José Eduardo Calzada Rovirosa.
La carambola aquella alcanzó al secretario de Medio Ambiente, y Recursos Naturales, Juan José Guerra Abud, quien fue sustituido por Rafael Pacchiano Alamán.
Julián Alfonso Olivas Ugalde, quien nunca ascendió al cargo de secretario de la Función Pública, desempeñándose como simple encargado, dejó ese carácter, para que entrara Virgilio Andrade Martínez, en calidad de secretario de la Función Pública.
Antes de eso había desaparecido también la Secretaría de Seguridad Pública, en la que despachó por un mes Manuel Mondragón y Kalb.
También en lo que se denomina gabinete ampliado el Ejecutivo recurrió a cambios en el ISSSTE, INFONAVIT, IMSS, FOVISSSTE, CONAGUA, PEMEX y CFE.