Carstens y Duarte
Freddy Sánchez jueves 2, Mar 2017Precios y desprecios
Freddy Sánchez
En qué podrían parecerse, si es que en algo se parecen: el gobernador del Banco de México y el ex mandatario de Veracruz, actualmente prófugo de la justicia este último.
Cualquiera, sin temor a equivocarse, posiblemente diría que no se parecen absolutamente en nada, estando muy probablemente en lo cierto.
Lo curioso del asunto (que podría tener algo de humor negro), es que estos personajes de la vida pública tienen una relativa semejanza en cuanto a lo que han representado sus acciones en el entorno nacional.
Tal parece que ambos (aunque la sola comparación resulte incómoda) podrían ser vistos como grandes directores de orquesta.
Uno de ellos, en señor Duarte como maestro de un concierto de corruptelas durante su gobierno en Veracruz ante la tácita aclamación de un público de admiradores que lo dejaron actuar como quiso hasta que finalmente tiró la batuta para emprender la graciosa huida.
Agustín Carstens, por su parte, se ha ganado la fama de gran orquestador, aunque por razones distintas al tejemaneje de tanta corrupción solapa en el caso de Duarte.
Sus habilidades en el manejo de la economía, en sus funciones actuales de gobernador del Banco de México, (gozando de una buena reputación en opinión de la mayoría), lo han convertido en un personaje prácticamente insustituible al grado de que se le ha suplicado que no deje el cargo.
Y esa petición surtió efecto porque el funcionario pospuso su renuncia para el mes de noviembre en lugar de hacerlo en julio como lo había anunciado.
Tal decisión ha devuelto la calma entre quienes en círculos políticos y económicos hacen votos para que Carstens se mantenga en el puesto que ocupa por ser lo más conveniente para el país.
Su excelente reputación lo precede y le ha dado el rango de gran director de orquesta al que muchos aclaman.
Todo lo contrario de lo que se pude decir del señor Duarte. Más que repudiado por la gente común, debido a su conducta deshonesta y abusiva durante su mandato en el gobierno de Veracruz.
Un sentimiento social plenamente justificado, si consideramos que a pesar de que las indagatorias sobre sus corruptelas han permitido detectar un sinnúmero de bienes mal habidos que les fueron decomisados, el individuo en cuestión sigue prófugo de la justica sin aparecer por ningún lado, como si la tierra se lo hubiera tragado.
O quizás más bien a resultas de la red de complicidades que logró crear lo que en apariencia ha facilitado su escapatoria para seguir gozando de impunidad.
Quién podría negar entonces que hasta ahora Duarte se ha distinguido en materia de corrupción y evasión de la justicia como un extraordinario director de orquesta, haciendo que la justicia siga el ritmo de su batuta.
Igual habría que pensar respecto al gobernador del Banco de México, aunque en este caso por sus talentos y buenos resultados como economista a tal grado que se le considere prácticamente insustituible.
Vaya doble tragedia entonces, la de no poder encontrar el reemplazo para un funcionario que garantice eficacia en asuntos de la economía nacional y la de que siga libre un malandrín que se retacó las bolsas de dinero de la corrupción junto con sus encumbrados socios y encubridores públicos y privados.
Eso hace ver semejantes y a la vez distintos (dadas sus contrastantes trayectorias institucionales), a los señores Carstens y Duarte.