Adiós amigo Herzog
Freddy Sánchez jueves 9, Mar 2017Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Casi siempre los personajes de la farándula cuando mueren (si tuvieron un paso mundano exitoso), son objeto de mayores homenajes luctuosos que los políticos. Sin duda el pueblo llora más la pérdida de unos que de otros.
Sus razones habrá. Aun así, no se puede dejar de reconocer la trayectoria de quienes dedicados a la política tuvieron un buen desempeño oficial. Ese fue el caso del recién fallecido, Jesús Silva Herzog.
Partícipe en no pocas fragorosas batallas del poder, en tiempos en los que el PRI tuvo su esplendor como gran decisor de la vida nacional y al mismo tiempo debió echar mano de sus mejores representantes para tratar de limpiarse la cara ante los iracundos reclamos de una sociedad y nueva clase política (comúnmente surgida por iniciativa de viejos políticos priístas), que no desaprovechaban en el pasado (como tampoco en la actualidad), cualquier oportunidad para desacreditar el desempeño de sus adversarios del PRI.
Al señor Silva Herzog le tocó como secretario de Hacienda ser parte de la defensa de lo indefendible para lograr que el priísmo se mantuviera al frente del mando presidencial hasta que llegó la oleada electoral que entregó la batuta durante dos sexenios al panismo.
Memorable aquella ocasión, en la que siendo duramente cuestionado durante una comparecencia en la Cámara de Diputados, el encargado de las finanzas públicas escuchó el sardónico reproche de un legislador de la oposición que acusaba al gobierno emanado del Revolucionario Institucional de equivocarse constantemente en la elaboración de los presupuestos al decir que jamás acertaban y siempre terminan por gastar más de lo presupuestado debido a su incapacidad e ineptitud como administradores de los recursos del erario público.
Con aplomo y sin caer en la provocación, don Jesús en tono mesurado respondió a su increpador, palabras más palabras menos.
-Mire usted señor diputado. Lo invito a que recapacite en el significado de la palabra presupuesto. Lo que proyectamos cada año como gasto institucional es el pre de un supuesto. La palabra lo dice. O sea, que no se puede tener una cuantificación infalible de lo que se va o no a gastar y como es lógico en algunas estimaciones se queda uno a la baja y en otras a la alta-.
Fin del alegato. No hubo réplica. El opositor al PRI e interesado en incomodar y ridiculizar al secretario de Hacienda en aquella comparecencia, sencillamente cerró la boca.
Pero, no fue sólo eso lo que Silva Herzog en su trayectoria como servidor público (larga por cierto en distintos cargos públicos de gran importancia), realizó con eficacia hasta dejar el cargo siendo considerado como un funcionario competente.
Lo más señalado en su palmarés institucional, es que jamás fue objeto de acusaciones por desviación de recursos públicos, descarados actos de corrupción, llevar una vida licenciosa, alentar resentimientos entre sus correligionarios políticos por abusos de poder, revanchismos ni desdenes propios de la prepotencia en la que suele incurrir un sinnúmero de hombres con altos puestos en el gobierno.
Herzog hizo más amigos que enemigos y dejó un buen sabor de boca por sus quehaceres. Podría decirse incluso que varios gobiernos priístas cometieron el error de no haber sabido aprovechar la comprobada capacidad de quien tras largos años de no ser llamado a una nueva colaboración pública se consideraba un integrante más de “Renata”. La reserva nacional de talentos. Ante ello simplemente podría añadirse como despedida a un buen político: adiós amigo Herzog.