La misma gata
Freddy Sánchez jueves 16, Mar 2017Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Un México moderno libre de ataduras de un pasado de corrupción, que no es justamente lo que se ve en el presente de este país, amerita una amplia discusión de la sociedad y sus instancias de representación política, legislativa y gubernamental, a efecto de combinar lo bueno de ayer con lo aceptable de hoy y cambiar cuanto se tenga que cambiar.
En ese sentido, debería encauzarse el debate que provocó la afirmación de Andrés Manuel López Obrador, acerca de que en caso de ganar la presidencia en el 2018, Morena se encargaría de regresar a nuestra nación al pasado.
Quién podría negar que en tiempos pretéritos hubo grandes realizaciones en favor de las masas con la construcción de instituciones que en la actualidad siguen siendo ejemplo de solidaridad con la población, acciones de apoyo a los sectores más necesitados, además de oportuna y adecuada intervención oficial para brindar ayuda económica a la gente.
La contraparte, tristemente fue el abuso del poder, la demagogia y corrupción de políticos y empresarios pillos, contubernio de autoridades con mafias delictivas, impunidad de saqueadores de las riquezas, y por ende enriquecimiento voraz de pocos y pobreza para muchos.
Fatalidades pues de un pasado abominable en diversos aspectos, aunque si hemos de ser honestos, no podríamos menos que reconocer que el destierro definitivo de todos y cada uno de esos males no se ha logrado por más que se quiera ver con optimismo la suma de cambios que se procesaron en los últimos sexenios, después de la salida del PRI de Los Pinos y su retorno a la primera magistratura.
Mucho de lo malo del pasado continúa vigente en la vida nacional y lo bueno que pudieran traer las acciones del presente, indiscutiblemente no ha podido satisfacer realmente las necesidades más ingentes de la población (por el contrario más bien está provocando el recrudecimiento de una crisis económica familiar en millones de hogares, por falta de dinero suficiente que permita acceder a los mínimos de bienestar), lo que puede llevarnos a una conclusión.
México no puede seguir viviendo atrapado en un pasado corrupto ni tampoco en un presente de ficticia o insuficiente mejoría para la gente.
Así que cualquier futura acción pública o privada, obliga a tener en cuenta por encima de la protección de los intereses de pequeños grupos de poder, una visión que favorezca primordialmente el acceso de la sociedad a una mejor vida, en la que ciertamente la calidad de lo que el pueblo requiere para vivir dignamente se acrecente sustancialmente y se venda a precios justos y no abusivos.
Al fin de cuentas, los que no disfrutan de privilegios con altos cargos gubernamentales, legislativos o sindicales, ni figuran como pomposos empresarios, empleados de acaudalados que les pagan sueldos y prestaciones propias de la servidumbre de la realeza, es decir los trabajadores asalariados con ínfimos sueldos, los comerciantes que viven al día y en general quienes tienen que hacer milagros con sus exiguos ingresos, lo único que piden es que lo que obtienen lícitamente les alcance para lo básico.
No están pidiendo ser potentados con lujos extravagantes a su disposición, sino simplemente poder llevar una vida de personas normales, sin marginación ni menosprecio o desprecio ante sus carencias.
De ahí pues, hace falta y es impostergable un gran ajuste a la maquinaria institucional, a fin de que la riqueza nacional no sólo se reparta con equidad sino en el justo momento en que se genere, porque ya basta de consentir que los ricos se harten de ganar dinero confiando en que algún día lo compartirán, lo cual no ocurrirá jamás y por lo tanto cualquier cambio en las políticas públicas que no postule un cambio radical en la forma de generar y distribuir la riqueza sólo daría por resultado la misma gata.