Sandokan, un corsario moderno
Cultura lunes 31, Oct 2011Al son de las fábulas
Humberto Matalí Hernández
¿Es que los hombres de raza blanca han sido
menos inexorables conmigo? ¿No me han destronado,
con el pretexto de que me hacía poderoso y temible?
Emilio Salgari | Sandokan
La modernidad, la incultura y la aberrante sustitución de la lectura por los programas de televisión y los videojuegos, enviaron las obras de Emilio Salgari (1862-1911) al rincón de los recuerdos de los lectores de entre los 50 y 60 años, última generación que tuvo a los libros como compañeros de formación, distracción y la emoción de compartir las aventuras de piratas, soldados, vaqueros, guerreros y la gama de aventureros de la literatura.
“Sandokan”, de Emilio Salgari es sin duda un personaje con la capacidad de cautivar a pesar de los años, pero que en especial adquiere vigencia en estos tiempos de las cruzadas occidentales contra las culturas orientales, es conveniente recordar lecturas de este estilo, incluso recurrir a las secuencias de las obras sobre “El tigre de la Malasia” escrita por el autor italiano, que a distancia sin salir de su país, comprendió y otorgó a sus personajes asiáticos todas las características de su ambiente, existencia y cultura, con un respeto total.
Contemporáneo del otro gran escrito de textos de aventuras, el francés Julio Verne, la vida de ellos fue contrastante, al grado de que aún para los compatriotas de Salgari, lo bautizaron como “el Verne italiano”, cuando en realidad existen abismos enormes entre la obra de los dos genios literarios.
Emilio Salgari navegó entre el fracaso y la desilusión, entre la miseria y la pobreza. A pesar de escribir sobre el mar, sus habitantes y los peligros de esa vida, en realidad el único viaje que hizo sobre un barco fue un recorrido en la costa italiana entre Venecia y el puerto de Brindisi, eso sí de ida y vuelta, pero como un simple turista entre los muchos pasajeros. Fue alumno del Instituto Técnico y Naval Veneciano, pero abandonó la carrera y retornó a su natal Verona, donde al no conseguir empleo y el fracaso de sus proyectos, optó por darse a la holganza y la disipación, hasta que consigue un empleo como cronista y reportero del periódico “La Arena”, donde retoma la ambición secreta de convertirse en escritor. Por fin, en 1894 logra en Génova un contrato para escribir en un año cuatro novelas, por un pago de 12 mil liras y en ese mismo año, gracias a sus méritos literarios llega a su cumbre de popularidad. Es nombrado Caballero de la Corona de Italia.
A partir de allí se inicia el declive de su vida, aunque se mantiene como creador literario. Regresa a Turín, donde es rechazado por los intelectuales, sobrevive en la pobreza, ya que fue incapaz de administrar las pingües ganancias que obtuvo, su mujer fue internada en el manicomio y Salgari pierde cada vez más la vista, al grado de que teme la ceguera completa. Desesperado se suicida, pero deja una carta acusadora a sus editores: A vosotros, que os habéis enriquecido con mi piel, manteniéndome a mí y a mí familia en una continua semi-miseria o algo peor, os ruego solamente que, como compensación de las ganancias que os he dado, penséis en mis funerales. Os saludo quebrando mi pluma.
El duro guante lanzado sobre la faz de los editores es actual. No ha cambiado un siglo después esa situación y se extendió y forma parte de la política de los editores de la modernidad, a menos que sean los ganadores de los principales premios literarios, y aun así se llevan la parte del león, al distribuir los textos de los literatos. Hombre de contraste Emilio Salgari afirmó: “el secreto de la popularidad de un escritor está en narrar aquello que el lector quisiera ser”. Quizá ahí esta el secreto para recuperar a los lectores; que la imaginación retorne a los posibles lectores, para que dejen de ser indiferentes y fríos espectadores pegados a un aparato electrónico.
La imaginación puede llevar a vestir el traje de guerra de Sandokan: …calzaba altas botas de piel roja, su color favorito; se puso una magnífica casaca de terciopelo, roja también, recamada y franjeada, y anchos calzones de seda azul. En bandolera llevaba una rica carabina india con arabescos y de cañón muy largo; a la cintura, una pesada cimitarra con la empuñadura de oro macizo, y por entre la faja, atravesado, un kriss, puñal de hoja ondulada y envenenada, arma favorita de los pueblos malayos.
Vestidos con tal elegancia y al lado de su fiel hermano de guerra, el portugués Yánez, cualquiera puede ser Sandokan y lanzarse a navegar sobre las aguas del mar Índico y el Golfo de Malasia, a luchar contra ingleses y otros colonizadores, cómo cualquier rebelde que se respete y sea digno de las causas libertarias. Y desde luego, incluida la presencia femenina, el anzuelo que captura a todos los hombres de vida plena y libre.
Tan importante es la participación de las mujeres en las novelas del italiano Salgari, que en algunas parece un adelantado a la liberación femenina y las convierte en hábiles con el sable y el ataque, dignas compañeras de sus héroes masculinos, que puede ser Sandokan o “El capitán Tormenta”, (nada que ver con delincuentes nacionales) o “El Corsario Negro”, a los que antepone las delicadezas bélicas de sus heroínas de “La mujer del pirata”, “La hija del pirata” o “La reina de los caribes”.
No se necesita más que la imaginación puesta sobre las fojas de un libro de Salgari y lanzarse a conquistar puertos, mares, montañas y selvas. Puede que las novelas de Emilio Salgari no pasen un examen de la crítica moderna, pero al igual que en Julio Verne son clásicos de la condición humana, a la que sitúan en circunstancias de riesgo, emoción y aventura muy por encima de las novelas modernas, en donde los textos de aventuras son masificados y capaces de repetir uno tras otro los mismos temas y situaciones, con base en una esquema preparado de creación literaria, en donde la imaginación del lector es lo menos importante. Por eso, es impactante, aún cuando ya no hay corsarios, ni aventureros conquistadores, aunque si abundan los colonialistas depredadores de naciones y riquezas naturales, visitar el mundo creado por Emilio Salgari.
Y si no hay que preguntarle al prolifero escritor Paco Ignacio Taibo II, que recién lanzó una nueva novela sobre el mismo personaje y lo transformó en un héroe de los tiempos brutales del neoliberalismo y el libre mercado. Queda el compromiso para en unas semanas, por las fiestas de fin de año, visitar la nueva novela del amigo Pago Ignacio Taibo.