Y la contienda sigue
Roberto Vizcaíno martes 6, Jul 2010Tras la puerta del poder
Roberto Vizcaíno
Lo que no dice Camacho, ni Nava, ni Ortega, ni el resto de los aliados (incluido Felipe Calderón), es que tal como lo indican, el objetivo central y último es intentar dinamitar la candidatura presidencial de Enrique Peña Nieto
De repente, el país regresó al pasado. Desde tiempos de Carlos Salinas no se veía tal conflictividad electoral. Los hechos indican que la reforma electoral de 2007 no sirvió de gran cosa.
Hoy, las principales fuerzas políticas no reconocen los triunfos de sus contrarios en al menos la mitad de los estados donde el domingo hubo elecciones a gobernador.
Así el PAN y sus aliados PRD y Convergencia por un lado y Panal, por el otro, no aceptan haber perdido en Veracruz, Aguascalientes. Durango e Hidalgo y le exigen al PRI y Verde Ecologista reconocer su derrota en Oaxaca, Puebla y Sinaloa.
A su vez, el tricolor y aliados no habían salido hasta la tarde de ayer (en que escribíamos esta columna) para reconocer el triunfo de sus contrincantes en esos tres estados y a su vez cantaban su triunfo en los tres que cuestionaban el PAN y sus socios en esta contienda.
El presidente Felipe Calderón, por su parte se ratificó como uno de los principales factores de discordia de este proceso electoral, al felicitar sólo a quienes el PAN reconoce como ganadores, es decir, a los candidatos de Chihuahua, el priísta César Duarte Jáquez; el de Oaxaca, el expriísta y hoy de nuevo aliancista con militancia en Convergencia y reconocido como lopezobradorista, Gabino Cué; al de Puebla, ex priísta y neopanista Rafael Moreno Valle; al de Quintana Roo, el priísta Roberto Borge; al de Sinaloa, el ex priísta y hoy aliancista Mario López Valdez; al de Tamaulipas, al tricolor Egidio Torre Cantú, y al de Tlaxcala, el priísta Mariano González Zarur.
Dejó de lado al candidato ganador de Aguascalientes, el priísta Carlos Lozano de la Torre; al de Durango, el tricolor Jorge Herrera Caldera; al de Hidalgo, el priísta Francisco Olvera; al de Veracruz, el priísta Javier Duarte y de Zacatecas, el priísta Alonso Reyes.
Salvo el último, todos los demás no son reconocidos como ganadores por el PAN y sus aliados.
Se consideraba que la decisión de Calderón de no felicitarlos era una evidente señal de que el PAN y sus socios interpondrán recursos ante el Trife en contra de estos candidatos en búsqueda de que se reviertan los resultados en esos estados, o de plano para que se anulen los procesos.
En el caso de la negativa del PRI a reconocer los triunfos de los aliancistas en Puebla, Oaxaca y Sinaloa existe una idea similar. Se dice que van a pelear en tribunales esas elecciones.
Mientras tanto, los analistas y politólogos adelantaron sus primeros comentarios respecto de este proceso.
Fue extendida la afirmación de que este proceso evidenció que PAN, PRD y la morralla que les acompañó simplemente no pueden competir solos contra el PRI.
Una conclusión más es que el modelo de sucesión en México es absolutamente antidemocrático debido a que cada gobernador, sea del partido que sea, impone a su candidato.
Otra más es que, pese a la reforma electoral, existe una amplia interferencia del Presidente de la República en el proceso y no hay forma de acotarlo.
Ya metidos en el análisis no pocos se preguntan: ¿Cuál fue la participación de “La Maestra” Elba Esther Gordillo y su ejército electoral?, ¿Es “el factor” de triunfo o derrota?, ¿Qué tanto distorsiona su intervención cada comicio?
Las interrogantes son igualmente muchas:
– Bien, ya ganaron los de la alianza PAN-PRD-Convergencia y Panal (es decir, Elba Esther) en Oaxaca, Puebla y Sinaloa… ¿y cual de ellos va a gobernar en esos estados?, ¿o dónde está el proyecto conjunto?, ¿o va a gobernar cada candidato ganador, lo cual supone que entonces será en cada entidad un gobierno “priísta”, ya que ellos militaron durante decenios en el tricolor y por ello su estructura política, ideológica, ética es priísta?
– En el caso de Oaxaca ¿cómo Gabino va a incorporar a su gobierno a los de la sección 22 del magisterio?, ¿que papel jugarán en su administración Flavio Sosa y la APPO?
– ¿Los resultados electorales indican que en México el proyecto, la ética y la ideología no importan?
Una interrogante importante es: ¿qué papel juegan las encuestadoras?, ¿se les debe regular más?, ¿Cuáles acertaron y cuáles no?
Pero sobre todo: ¿de que sirvió realmente la reforma electoral de 2007?
DE PÉRDIDAS Y GANANCIAS: En este rubro es interesante ver cómo el presidente del PAN, César Nava, rápidamente se agandalló mediáticamente los resultados electorales y dejó al margen al dirigente formal del PRD, Jesús Ortega.
El triunfo en Oaxaca, Puebla y Sinaloa es del PAN, indicó. “Estamos de regreso”, subrayó y dijo que… “pelearemos en Veracruz, Aguascalientes e Hidalgo”.
Ya sin Ortega a su lado, Nava calificó este proceso de histórico para su partido y adelantó que con sus triunfos “el PAN creció en población gobernada en 50 por ciento; es decir, tuvimos un incremento importante en el número de población gobernada a nivel local por gobernadores y alcaldes”.
Pero, ¿en verdad qué ganaron? Mire, hubo elecciones en 12 estados de los cuales 9 estaban gobernados por priístas, dos por panistas y uno por una perredista.
Si las cosas se ratifican, entonces el PRI se habrá quedado con 9 gubernaturas, mientras que los candidatos, todos ellos ex priístas del PAN, PRD, Panal y Convergencia gobernarán en tres.
Los números dicen que quedaron tablas. Pero en verdad la diferencia está en que unos estados tienen más habitantes que otros.
Oaxaca, Puebla y Sinaloa que eran gobernadas por priístas y que ahora pasan a ser gobernadas por los de la alianza, suman unos 11 millones 500 mil habitantes.
Mientras que Aguascalientes, Tlaxcala y Zacatecas que eran gobernadas por panistas y una perredista, apenas suman unos 3 millones 500 mil ciudadanos.
En la simple suma y resta, el PRI pierde en esta elección unos 8 millones de gobernados.
Pero (ya sabe usted que siempre hay un pero), resulta que en esta cuenta no se está tomando otra elección: la de Baja California.
El asunto es que el domingo también hubo comicios en esa entidad y resulta que el PRI ganó las 5 presidencias municipales que forman el estado, así como 13 de las 16 diputaciones de mayoría que integran el Congreso local.
Es decir, el tricolor barrió al PAN en Baja California y aún cuando el gobernador en esa entidad es blanquiazul, serán los priístas quienes realmente gobernarán ahí.
Y resulta que Baja California tiene más-menos 3 millones de habitantes, lo cual deja al tricolor con una pérdida de no 8, sino 5 millones de gobernados que de todos modos son muchos. Pero el resultado de este proceso deja en claro que quizá en la siguiente elección a gobernador, que se dará a mediados de 2013 en Baja California, el resultado ya no sea a favor del PAN, como ha ocurrido en los últimos 21 años.
Y para cerrar está la evaluación de ganancias y pérdidas de Manuel Camacho, padre real de la alianza PAN, PRD, Panal, Convergencia y otros que operó en estas elecciones.
Indica que pese a lo mucho que se criticó esta convergencia de partidos opuestos, los resultados indican que fue una estrategia acertada, pues demostró que el PRI ni es tan fuerte como se esperaba ni invencible.
Afirma que la siguiente prueba conjunta de todas estas fuerzas es la elección a gobernador en el Estado de México, a celebrarse el año entrante, pero sólo hasta ahí porque para la presidencial cada uno deberá ir solo.
Lo que no dice Camacho, ni Nava, ni Ortega, ni el resto de los aliados (incluido Felipe Calderón), es que tal como lo indican, el objetivo central y último es intentar dinamitar la candidatura presidencial de Enrique Peña Nieto.
Todos ellos saben que el lanzamiento y llegada de Peña Nieto a Los Pinos tiene que pasar por la aduana de su propia sucesión.
Entonces, las alianzas que hoy ganaron tenían ese fin: crear las condiciones políticas para luego llegar a una alianza en el proceso electoral del 2011 en el Estado de México.
Ya llevan la mitad del camino andado. ¿Lograrán la otra mitad? Esa es la cuestión. Sólo habría que apuntar que este gobernador no es ni como Ulises Ruiz, ni como Mario Marín y que las condiciones de su estado no son las de Oaxaca, Puebla o Sinaloa.
Vamos a ver qué sigue.