Violencia
Augusto Corro jueves 26, Ago 2010Punto x Punto
Augusto Corro
UNO
La violencia llegó para quedarse en México y la nota roja continuará en los medios de comunicación como el pan diario, indefinidamente.
Mientras en las altas esferas del gobierno sigue la tertulia para terminar con el crimen organizado, éste continúa incontenible con sus acciones sangrientas.
El más reciente hecho se registró en un rancho del municipio de San Fernando en Tamaulipas. En una bodega fueron localizados los cadáveres de 58 hombres y 14 mujeres.
Los efectivos de la Secretaría de Marina-Armada de México encontraron a las personas sacrificadas a balazos y con el tiro de gracia.
Previo al descubrimiento, los marinos se enfrentaron a los delincuentes: perecieron tres sicarios y un representante de la ley.
En el lugar, las autoridades encontraron un arsenal compuesto por armas de grueso calibre, miles de balas, chalecos antibalas y cuatro camionetas.
Nos aterra pensar que diariamente crezca el número de muertos en una lucha contra el crimen organizado en el que participan mexicanos contra mexicanos. Se trata, pues, de una lucha fratricida sin fin, con la violencia como ingrediente principal.
Por lo menos, así lo declaró Felipe Calderón Hinojosa al ser entrevistado: “…el escenario de victoria que buscamos y tendremos es impensable sin que haya violencia”.
Se trata de una afirmación clara y precisa, aunque no se habla de la dimensión de la violencia, que si analiza tiene sus dimensiones. Es decir, hay de violencia a violencia. Y si ésta es de decenas de cadáveres, ya entenderemos de qué se habla.
Aunque lo correcto sería evitar la pérdida de vidas humanas; en México, las muertes de 28 mil personas nos presentan un panorama terrorífico de lo ocurrido en los últimos cuatro años de gobierno federal panista.
Las autoridades fueron rebasadas por la delincuencia y no encuentran la manera de terminar con la pesadilla de crímenes cada vez más numerosos y sangrientos.
Es interminable la lista de acciones delincuenciales, cuyos protagonistas siguen libres o recluidos en penales convertidos en hoteles de varias estrellas. No olvidar la cárcel de Durango.
Si la violencia es el eje rector de la lucha contra el crimen organizado, tendremos que acostumbrarnos a ver las imágenes macabras de las víctimas relacionadas o no con la delincuencia.
En la lucha fratricida no hay tregua alguna. La guerra es a morir porque no hay talento, inteligencia, para frenarla, detenerla.
DOS
Ayer hablamos de las inquietudes de los senadores priístas que pretenden nuevas leyes para proteger y defender a los periodistas. Loable idea de los legisladores, que por lo menos tienen la intención se salvaguardar los intereses de los informadores y de sus familiares.
Esos puntos de vista de los tricolores vinieron a empatar con los pronunciamientos de representantes de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y la Organización de Estados Americanos (OEA), Frank La Rue y Catalina Botero, respectivamente.
Ellos son relatores especiales para la Libertad de Expresión de los mencionados organismos internacionales. Entre sus conclusiones se encuentran las siguientes:
El crimen organizado representa la mayor amenaza a la vida e integridad de los periodistas.
Es urgente que el Estado mexicano adopte una política integral de prevención, protección y procuración de justicia.
Botero y La Rue manifestaron su preocupación y sorpresa porque las dependencias de seguridad no cuenten con información completa sobre las agresiones a periodistas, con excepción de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH).
Dijeron que dicha información se debe compilar para diseñar una estrategia efectiva de prevención de agresiones, especialmente aquellas que provienen del crimen organizado, y establecer un mecanismo nacional de protección.
También afirmaron que se requiere crear un comité interinstitucional del más alto nivel, que cuente con capacidad de coordinación, recursos propios y que garantice una suficiente participación de los periodistas.
Subrayaron que el derecho a la información debe ser parte fundamental de las prioridades de seguridad.
En fin, los pronunciamientos y recomendaciones de los relatores son excelentes. La propia Secretaría de Gobernación reconoció que los periodistas enfrentan serios riesgos al ejercer su profesión.
Además, aceptó la sugerencia que hicieron los citados relatores de la ONU y OEA sobre la necesidad de fortalecer la fiscalía especial para delitos contra la libertad de expresión.
De discursos demagógicos nos alimentamos diariamente. En fin, no cuesta soñar.
Y TRES
Ahora se busca la inhabilitación de los teléfonos celulares robados. Una tarea de titanes, de la que se obtendrán pocos resultados.
El Consejo Ciudadano de Seguridad Pública del Distrito Federal formalizó con Telcel y Telefónica el inicio de operaciones del acuerdo de intercambio de información para evitar el reúso de teléfonos celulares robados.
Esta acción podría correr la misma suerte que la fallida maniobra para registrar los teléfonos celulares tan amenazante como infructuosa, pues pocos hicieron caso a los llamados de legalizarlos.
Y la burla a las autoridades continuó y se extendió porque el comercio informal vio crecer y aumentar la venta ilegal de aparatos y chips que hay de todos los precios. Todo mundo sabe donde puede comprar su celular sin registrar su nombre.
Respecto al robo de los teléfonos portátiles, no sorprende que se tomen acciones contundentes para cancelar el reúso. Sin embargo, llama la atención lo planteado por las empresas mencionadas arriba, que existe un mercado negro de exportación de celulares.
Es creíble. Si el contrabando de automóviles crece cada día y que conste que se trata de unidades de considerable tamaño, no es de extrañar que los teléfonos portátiles no representen ningún obstáculo para sacarlos del país.
La guerra de las autoridades para legalizar el uso de los teléfonos celulares es un fracaso total. Basta recordar que en los penales es incontrolable el uso de la telefonía inalámbrica. Desde el interior de los reclusorios los jefes de las mafias realizan sus negocios ilícitos. Y así seguirá la comunicación del interior hacia el exterior ante la complacencia de propios y extraños.