Paty, la chica superpoderosa
Ramón Zurita Sahagún jueves 28, Oct 2010De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Convertirse en una mujer poderosa, en materia política, y perder todo ese glamour que concentra la burbuja del poder puede ser peligroso para quienes no se encuentran bien ubicados.
Uno de los casos más recientes en esa materia lo representa la otrora poderosa Patricia Flores Elizondo, ex jefa de la Oficina de la Presidencia de la República, quien deambula por restaurantes de Polanco y Antara, viviendo de sus efímeras glorias e inventando un currículum del que carece.
Es cierto que en sus tiempos en que despachaba en la oficina presidencial, Patricia era una mujer importante, que guardaba gran influencias sobre el Ejecutivo federal y que definía algunas de las políticas de la presente administración, pero también lo es que fue despedida de esa oficina por diversos factores que se conjugaron y propiciaron la salida de ella.
Soberbia como es, Patricia niega que su salida hubiese sido por diferencias con el equipo presidencial, incluido el Presidente de la República y su esposa y asegura que renunció, por una decisión personal, con respecto a algunos cambios que eran necesarios en el funcionamiento del propio gobierno.
Aclara que decidió dejar el cargo, para darle aire a lo que ya estaba muy contaminado.
En una más de las varias entrevistas concedidas después de su cese o renuncia, Patricia Flores confiesa su orgullo por los motes que le fueron adjudicados como el de jefa o vicepresidenta, lo que considera como un cumplido que encaja en su espíritu de competitividad.
Flores Elizondo se consideró una estratega en el tiempo en que estuvo trabajando con el presidente Felipe Calderón en Los Pinos, luego debe haber pasado por la Cámara de Diputados como secretaria general del órgano legislativo.
En aquellos años, Patricia estableció nexos con el hoy presidente Calderón y con Beatriz Paredes Rangel, la dirigente nacional del partido tricolor, en los tiempos en que ambos fueron diputados y coordinadores de sus respectivas fracciones.
La relación de Flores con ellos dos le permitió afianzar una serie de alianza que le repercutieron favorablemente cuando Calderón y paredes llegaron a la Presidencia de la República, el uno y a la presidencia de su partido, la otra.
Eso le permitió a Patricia abrir su abanico de opciones y al Ejecutivo federal negociar con el partido que aunque sufrió una debacle en el 2006, continuaba siendo el que más gobierno estatales tenía.
Con esa fórmula, basada en la cercanía con el Presidente de la República, la duranguense amplió su horizonte y pronto los empresarios la buscaban, los políticos de su partido se le acercaban y los de otras corrientes ideológicas buscaban nexos.
Patricia Flores se convirtió en la chica superpoderosa que siempre quiso ser y que en la Cámara de Diputados había dado cuenta de cómo se disfruta el poder.
La hoy ex jefa de la oficina presidencial disfrutó de las mieles del poder, el que resultó efímero, dadas las circunstancias que le tocaron enfrentar y lamiéndose las heridas fue retirada de la privilegiada posición.
Poco es el trabajo político que había realizado Patricia antes de esas dos oportunidades de oro, donde tejió alianzas y encontró hasta al amor de su vida.
Y es que Patricia Flores encontró en la Cámara de Diputados a uno de los tantos elementos de seguridad, al que ubicó como su media naranja y hoy lo presenta como un personaje político.
La tarea en la que se encuentra concentrada la ex jefa de la oficina presidencial es la de construirse una imagen de la que carece y mostrar que cuenta con oficio político, por lo que el trabajo de imagen es arduo.
Entre sus propósitos se cuenta el de convertirse en factótum para la selección del nuevo dirigente nacional del Partido Acción Nacional y luego empujar a su favorito hacia la candidatura presidencial del partido blanquiazul.
La labor no es sencilla, ya que dentro de su propio partido existen factores adversos que buscan mostrar que la chica super poderosa no lo es tanto y que su ascenso se debió a factores de suerte y no de capacidad.
*Las negociaciones políticas echan a perder todo. La Medalla Belisario Domínguez estaba considera como una de las preseas con mayor prestigio y los recipiendarios de la misma eran personajes que, en la mayor parte de las veces, había contribuido de una u otra forma al desarrollo del país.
Educadores, científicos, humanista y algunos políticos –los menos- obtuvieron esa presea, la que se entregaba en vida, en una ceremonia celebrada el día en que fue asesinado el médico chiapaneco que dio nombre a la medalla.
Ayer el Senado de la República hizo una diferenciación con los años anteriores, ya que entregó la presea a dos personas, una en vida y otra post mortem.
Uno de los festejados fue el ex rector de la UNAM y ex secretario de Obras Públicas de la administración presidencial de Adolfo López Mateos, Javier Barros Sierra, vinculado al priísmo y el otro fue el ex candidato presidencial de Acción Nacional, ex alcalde Chihuahua, ex presidente del PAN y ex diputado federal y ex senador, Luis H. Álvarez.
De esa forma, la medalla pierde parte de su valor, al ser objeto de negociaciones entre las fracciones políticas representadas en el Senado de la República, además de concederse fuera de fecha y alterar todo su entorno.
*El próximo cuatro de noviembre rendirá su quinto –y tal vez último- informe de gobierno Humberto Moreira Valdez, quien busca la presidencia nacional del PRI.
El gobernador de Coahuila eligió la maltratada ciudad de Torreón como sede de su informe, la que se ha visto penetrada por las incursiones de los grupos delincuenciales.
Hasta allá se darán cita los principales personajes de la política nacional que no querrán perderse ese acontecimiento.