Oaxaca ¿valdrá la pena?
Ramón Zurita Sahagún viernes 12, Feb 2010De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Si París bien vale una misa, Oaxaca valdrá una drástica ruptura.
Huberto Aldaz Hernández, un cuadro panista de Oaxaca, puso en evidencia la cruzada emprendida por los partidos opositores para arrebatarle el territorio al PRI.
Ex diputado federal y delegado de la secretaría de Desarrollo Social en la entidad, Huberto alzó la mano para encabezar la alianza de los partidos opositores al PRI de la mano del colectivo “Reformemos Oaxaca” que cuestiona la candidatura -pero no la alianza de los partidos- de Gabino Cué Monteagudo.
Los panistas y sus aliados que apoyan a Aldaz Hernández impugnan fuertemente al senador con licencia y exponen una serie de puntos de vista, por lo que el convergente no debe ser el candidato de ese frente opositor.
Y aunque la candidatura de Gabino por parte de la coalición de izquierda y derecha se advierte sólida, la posición de este grupo y de otros más muestra que en Oaxaca no está escrita la última palabra en cuestión de alianzas.
Malestar existe entre algunos militantes y dirigentes que creen incongruente la alianza pactada entre derecha e izquierda, los que en los próximos días y semanas fijarán sus posiciones y podrían provocar una serie de movimientos que dejarían coja la alianza.
Objeciones, reclamos, amagos y contrariedad, amenazan con hacer que el barco opositor naufrague antes de llegar a puerto.
Por lo pronto, el Partido Nueva Alianza se replegó y contará con candidato propio al gobierno del estado, donde la ex diputada Irma Piñeyro Arias es mano.
Los perredistas reclaman al dirigente de ese partido en el estado, Salomón Jara, quien fuese compañero de Gabino Cué en la fórmula senatorial, asuma su compromiso de respaldo a la candidatura del convergente.
Priístas y verdes reafirmaron que irán juntos en la contienda electoral, en respaldo al candidato tricolor.
Grupos de panistas y petistas mantienen en zozobra a sus partidos, por los continuos amagos de abandonar al partido, situación que es alimentada desde el propio gobierno del estado, consciente de que una ruptura, por pequeña que sea, les dejará beneficios.
Y es entonces cuando algunos se preguntan ¿Valdrá la pena todas las consecuencias desencadenas para concretar la alianza, si Gabino pierde?
Hasta el momento todo son cuentas alegres y panistas y perredistas, sin gran estructura en la entidad, apuestan a que la sola figura del candidato a gobernador –el que es ampliamente reconocido como un buen candidato- moverá las masas y generará una gran cantidad de votos que desembocará en el triunfo electoral.
Se olvidan que enfrente tendrán a uno de los grandes estrategas electorales del PRI, el que salió victorioso en situaciones adversas como fueron los comicios de Michoacán en 1992, Tabasco en 1997 y los de Oaxaca en 2007 y 2009, cuando las condiciones en los tres primeros casos presagiaban un triunfo opositor.
Ulises Ruiz Ortiz cuenta en su expediente con reconocimientos de propios y extraños sobre su habilidad electoral, lo que algunos califican como mañas y otros como estrategia.
Sabe que su futuro político se encuentra en juego y que si aspira a algo más al término de su gobierno, tendrá que ofrecer resultados satisfactorios para su partido, como es la retención del gobierno estatal, el control del Congreso local y la victoria en la mayoría de los principales ayuntamientos.
Perder para Ulises significa su tumba política, el ocaso de sus lauros como estratega electoral y hasta algo peor le podría suceder.
Y si el priísta se juega mucho en esa elección, para el PAN –como partido- el riesgo es mayor todavía.
Los panistas apostaron a que con sus alianzas, especialmente la de Oaxaca, renacerían electoralmente, destruirían uno de los principales bastiones del PRI y se reposicionarían con vista al 2012.
Esa apuesta es grande, ya que para ello se aliaron con sus principales adversarios, los que demandan el relevo de su mejor carta, el Presidente de la República; los mismos que le llaman espurio y cuestionan todas las decisiones tomadas y que intentaron impedir su toma de posesión y bloquearon por largo tiempo las principales vías de la ciudad de México, para hacerle sentir su poder.
Para concretar la alianza, los panistas rompieron con su mejor aliado para concretar las reformas que requiere el país y perdieron a una de sus mejores cartas en materia ideológica, Fernando Gómez Mont, mientras que otra –Diego Fernández de Cevallos- manifestó su distancia de la actual dirigencia nacional.
Por eso, no son pocos los que se cuestionan sobre si la gran apuesta electoral fijada sobre Oaxaca valdrá la pena y si aún ganando la coalición el triunfo le servirá de algo al PAN, cuyo costo puede ser más elevado que ganar esa entidad donde se ubica poco más del tres por ciento del total de distritos electorales federales del país.
*Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano sabe de lo que habla, ya que fue el recipiendario de las primeras alianzas en forma concretada en el país, por lo que advierte que la alianza entre derecha e izquierda propiciará una nueva debacle para el perredismo.
El tres veces candidato presidencial de la izquierda consideró como mala la medida, ya que reconoció que ni siquiera hay candidatos con formación perredista.
Y es que de acuerdo con lo planeado por panistas y perredistas, los candidatos a gobernadores respaldados por la alianza serían en Oaxaca, Gabino Cué Monteagudo, senador con licencia de militancia en Convergencia; en Durango, José Rosas Aispuro, priísta hasta hace una semana; Hidalgo, Xóchitl Gálvez Ruiz, sin militancia en ningún partido y ex funcionaria de la administración foxista y en Puebla, Rafael Moreno Valle, senador panista con licencia y ex priista.
*Hasta donde se pudo confirmar, Fernando Gómez Mont Urueta es el primer miembro del gabinete presidencial que renuncia a su militancia partidista durante el ejercicio de sus funciones. Habrá que esperar cuánto tiempo dura en sus funciones como secretario de Gobernación y si se mantiene como un interlocutor válido para priístas –a los que falló- y para su ahora ex partido.