Salvador Díaz Mirón, olvidado
Humberto Matalí Hernández lunes 2, Ene 2012Al son de las fábulas
Humberto Matalí Hernández
¿Qué mal obré para tamaño enojo?
El honor del poeta es nimbo santo
y la sangre de un vil es fango rojo!
Salvador Díaz Mirón | La oración del preso
Enorme poeta, precursor del modernismo, periodista y político duro, audaz y sobre todo provocador, Salvador Díaz Mirón (1853-1928) es sin duda un creador literario de enormes contrastes. Denostado por los exquisitos, supo convencer a las clases populares con poesías como Soy Paquito y A Gloria. Su obra ha sido olvidada, ignorada y oculta por ser poesía viril, dura y sobre todo la vida del autor fue conflictiva y violenta, sin las delicadezas y exquisitas maneras esperadas en los poetas.
Hijo de Manuel Díaz Mirón, un periodista, dueño de periódicos que fue gobernador de Veracruz; Salvador Díaz Mirón vivió, a pesar del amor por las letras, de acuerdo con su libertad y tiempos violentos. No podía pasar desapercibido con el bigote retadoramente tupido, el vozarrón, que cuentan tenía, y menos la audacia del periodista y político. Sazonado todo con la creatividad poética.
En un arrebato de violencia y después de discutir por asuntos políticos, Salvador Díaz Mirón reta a duelo y mata a Federico Wolter en 1892, un día antes de las elecciones generales de Veracruz. El poeta después confesaría a sus amigos que se arrepintió el resto de la vida de causar esa muerte. Fue detenido y encarcelado para ser juzgado. Permanece preso más de cuatro años, lapso en que escribe extraordinarias poesías en las que recurre a los juegos literarios del modernismo. Ahí marca, como precursor, el estilo del movimiento modernista, que llegaría a su cumbre con Ramón López Velarde, José Juan Tablada, Fernández Ledezma y otros literatos, unos años después.
En la cárcel, Díaz Mirón escribe La oración del preso, A Tirsa, Excélsior y una bella joya llamada El fantasma. Son poemas sin pena alguna fechados y firmados en: Cárcel de Veracruz. Y después el mes y el año.
El poema El fantasma dice así: “Blancas y finas, y en el manto apenas / visibles, y con aire de azucenas / las manos -que no rompen mis cadenas. // Azules y con oro enarenados, / como las noches limpias de nublados, / los ojos -que contemplan mis pecados. // Como albo pecho de paloma el cuello, / y como crin de sol barba y cabello, / y como plata el pie descalzo y bello. // Dulce y triste la faz; la veste zarca… / Así, del mar sobre la inmensa charca, / Jesús vino a mi unción, como a la barca. // Y abrillantó a mi espíritu la cumbre / con fugaz cuanto rica certidumbre, / como con tintas de refleja lumbre. // Y suele retornar, y me reintegra / la fe que salva y la ilusión que alegra; / y un relámpago enciende mi alma negra”. Fechados de esta form. Cárcel de Veracruz, el 14 de diciembre de 1893.
Son apenas seis pequeños versos en tercetos, que reflejan el temor, la necesidad de paz interior de un hombre preso por matar a otro. Pero también la necesidad de una fuerza religiosa que lo apoye. Por cierto, Salvador Díaz Mirón fue absuelto después de más de cuatro años en prisión.
La vida de Díaz Mirón no fue la de un poeta dedicado a la pasividad del escritorio, el papel, la pluma y el tintero, fue un hombre violento y agresivo, activista político y contradictorio, un digno caminante de la condición humana. Enviado por lo menos tres veces al exilio. A los 14 años se inicia en el periodismo y a pesar de la lucha política y el amor a la literatura, no abandonó esa actividad. Fue director de periódicos en la ciudad de México y en Veracruz. Fue exiliado del país porque durante el gobierno del usurpador Victoriano Huerta, era el director del periódico “El imparcial”. Venustiano Carranza autoriza su retorno al país y la restitución de sus bienes de los que se le despojó. Rechazó una pensión ofrecida por el presidente Obregón. Y se dedicó a la docencia, otra de sus actividades que ejerció a lo largo de su vida. Su último trabajo fue el de director del Colegio Preparatorio de Veracruz.
Por cierto, en 1874, a los 21 años, es un poeta reconocido y publica algunos libros. Pero la mayoría de su obra desapareció, destruida por el poeta. Ya viejo, poco antes de morir hablaba de publicar todos sus poemas en varios tomos. Pero no lo hizo o no quiso hacerlo. Pero hay la seguridad de que la producción fue mayor a la conocida y que se publicó, aunque ahora menos.
Entre sus poemas populares esta la clásica recitación de Paquito, la que de tanto repetirse en los festivales maternos de hace algunos años se volvió cursi, este reportero de libros ignora si continúa la misma costumbre, pero es una buena poesía a pesar del Mamá, soy Paquito, / no haré travesuras, en el fondo expresa la angustia de la orfandad. Y en estos tiempos de la barbarie moderna del siglo XXI, recuerda que la injusticia social arroja a los huérfanos a la calle, a la miseria y la delincuencia, para después espantarse de los propios monstruos que crea.
Otro de los poemas citados con cierta frecuencia, principalmente por los hipócritas y los políticos es A Gloria, en el verso que dice: Hay plumajes que cruzan el pantano / y no se manchan… ¡Mi plumaje es de ésos!, aunque son incapaces de decir el inicio de la estrofa: Los claros timbres de que estoy ufano /han de salir de la calumnia ilesos. Y es de suponer que pocos de los que acostumbran citarlo con voz de falsa sobriedad, en su vida leyeron el poema completo, que bien merece un análisis para el futuro, porque lo acusan de machista y chovinista. Por cierto, esos que citan a Salvador Díaz Mirón, le cambian hasta el verso y lo transforman en “hay aves” pero valga su ignorancia que en verdad convierte ese verso en un final acorde con la estulticia: “Mi pantano es de esos”. Basta con ver los plumajes de no pocos prohombres de la modernidad, que son miasmas que manchan el plumaje nacional. Y de ellos se pueden señalar varios nombres, entre ellos algunos mandatarios federales y estatales que presumen de limpieza moral y ostentan raíces y formaciones religiosas, las cuales es obvio no cumplen ni en lo mínimo real, más allá de los golpes de pecho en la ceremonia dominical.
La poesía de este autor debe ser leída y estudiada por los jóvenes, es un poeta ágil y viril, guía del modernismo con una enorme carga de conflictos humanos que lo convierten en un excelso poeta. Nada le fue lejano ni ajeno. Vivió todo lo humano para crear lo sublime. El Fondo de Cultura Económica publica el tomo “Poesía completa: Salvador Díaz Mirón”.