Micmacs, un cuento de locos
Cine viernes 17, Sep 2010Vértebras del cine
Luis Diego Hernández Romero
Cuando de pronto encontramos una película francesa en la que todos los personajes parecen sacados de una realidad circense, es probable que estemos ante una creación de Jean-Pierre Jeunet, la mente responsable de Amélie, posiblemente una de las cintas más famosas del cine francés contemporáneo.
Más de cinco años después de la realización de Amor Eterno, Jeunet presenta Micmacs, bajo el mismo emblema de irreverencia, personajes maniáticos e inadaptados, y sin embargo, buenos. Una vez más, ofrece un cuento fantástico, verdaderamente ingenioso, cuyo sentido benevolente solo aparece ante las fechorías de aquellos cuyos corazones han sido oscurecidos con el paso del tiempo.
En pocas palabras, la historia arranca con Bazil, un hombre que recibe una bala por accidente en la parte frontal del cráneo, y que por las complicaciones de la extracción, termina viviendo con ella incrustada. Al volver al mundo, después de la operación y recuperación, se encuentra sin hogar y sin empleo, hasta que finalmente es adoptado por un singular grupo de individuos dedicados a la recolección de basura para la creación de un reciclaje verdaderamente artístico.
Este grupo tan chusco constituye el núcleo esencial para el desarrollo de toda la película. Como es típico en el cine de Jeunet, prácticamente ningún personaje cae en el ámbito de la normalidad, por ejemplo, la chica calculadora, quien puede descifrar hasta la composición química de los objetos con tan solo mirarlos; el pequeño hombrecillo, que construye robots con basura; la mujer contorsionista que duerme en el refrigerador…En fin, todos serán orquestados por Bazil para combatir a las dos compañías fabricantes de armamento, una responsable por la bala en su cabeza, y la otra causante de la muerte de su padre por el estallido de una mina.
A diferencia de otras películas de Jeunet, en ésta, no se consigue una total conexión emocional entre personaje-espectador. Posiblemente debido al contraste entre el surrealismo de las distintas personalidades, contra la carga de conciencia social que conlleva el argumento: la crítica directa contra la fabricación de armas, mientras propone que las diferencias entre los individuos no son un obstáculo para la convivencia, sino parte de su riqueza.
No sería sensato hablar de Jean-Pierre Jeunet sin mencionar los elementos visuales que firman sus obras. Los tonos sepias y verdes que propician una atmósfera muy peculiar en la que el exterior parece una escenografía aparte, mientras que se realzan los gestos y movimientos de los personajes. En este autor, no hay colores accidentales, la exactitud con la que cada tonalidad es manejada se percata, por mencionar algún momento, cuando emerge el rojo para llamarnos la atención.
Micmacs viene a ser la opción más adecuada para aproximarse al cine de Jeunet, pues no se carga hacia el lado de la pesadilla como con los trogloditas de Delicatessen, o peor aún, en la perturbadora La Ciudad de los Niños Perdidos, tampoco reboza en la pureza emocional de Amor Eterno, en la que por cierto, también toma una postura crítica ante lo belicoso. Además contiene el sentido del humor típico de sus historias, fundamentado en la inocencia del ser humano que aunque haya sido maltratado por la sociedad, se mantiene firme en las virtudes, muy de la corriente rousseauniana: el hombre es bueno por naturaleza.
Cuadro por cuadro
El director mexicano Alfonso Cuarón, prepara su próxima película de corte hollywoodense: Gravity, que además promete ser un revolucionario filme de suspenso y ciencia ficción, sobre una nave a la deriva del espacio, y su tripulación tratando de volver a casa. *** La Cineteca Nacional estará presentando uno de los proyectos más extraños del cine documental: El Abecedario de Gilles Deleuze, un largometraje de más de siete horas continuas en el que el pensador aborda temas de interés filosófico de la A a la Z; un verdadero reto para el espectador.