Hasta los enanos le crecen
Armando Ríos Ruiz lunes 11, Jul 2022Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
De las filas de la policía del Distrito Federal, surgió hace muchos años una frase ingeniosa, que sirve para describir a los que sufren de pésima suerte: “Si fuera dueño del circo, hasta los enanos le crecerían”. Tuve la oportunidad de preguntarle al supuesto autor y me confirmó que efectivamente, la inventó.
El creador se llamó en vida Arnulfo Magaña, mejor conocido como El Boris. Un hombre nada agraciado físicamente. Muy alto y fuerte. Excelente en el terreno de los golpes, al grado de que nadie, en toda la corporación se atrevía a enfrentarlo. Ni siquiera los más rudos. Dotado además con una velocidad de mente increíble. Con el chiste ingenioso a flor de labios.
Nació y creció en Garibaldi, en donde, junto con su hermano, se había convertido en el terror del barrio. No obstante, al transformarse en policía, puso su destreza al servicio de la institución, pero con una magnanimidad que asombraba. Contaban que cuando sometía a algún delincuente decidido a intercambiar golpes con él, suspendía la golpiza y decía a sus acompañantes: ¡”ya está bueno! ¡Ya está dado!” Enseguida lo protegía y lo conducía al Ministerio Público.
La frase de mi amigo, ya desaparecido, describe a mucha gente, entre la que se encuentra el mismo Presidente. Desde antes de llegar al cargo hizo promesas que no ha cumplido y que no cumplirá jamás, sencillamente porque no es cuestión de voluntad. Muchas obedecen a estirar y aflojar, dentro de ciertos temas que mandan en el comportamiento de alguna circunstancia. Como la economía, en el terreno de los precios de diversos artículos.
La gasolina Magna, la de mayor consumo costaba, a finales del sexenio anterior, 17.81 pesos. Pero el Presidente dijo a los mexicanos que al llegar a la ansiada silla, no debería costar arriba de 10 pesos y con él se consumaría el milagro. Nunca fue realidad y decidió denominar cada aumento “ajustes”. Con sólo esta palabrita daba argumentos a sus fieles simpatizantes, para defenderlo en sus discusiones que de por sí, difícilmente pueden sostener.
Hoy, la hacienda pública hace verdaderos malabares para que no se dispare, pese a que los precios en el mercado, a nivel mundial, se han ido para arriba. El primer mandatario ordenó imponerle un subsidio de 330 mil millones de pesos que nos sobran, porque somos un país inmensamente rico, que tiene hasta para regalar a nuestros hermanos latinoamericanos.
Para colmo de males, el Sistema Nacional de Refinación (SNR) reportó un serio declive en la elaboración de gasolinas hacia el cierre del primer semestre del año. En nueve semanas, las refinerías, Salamanca, Cadereyta, Salina Cruz, Minatitlán y Madero, pasaron de aportar al mercado 349 mil barriles diarios a entregar sólo 178 mil.
“Los datos de la SNR muestran que parte del problema tiene que ver con la capacidad de procesamiento de petróleo crudo de las refinerías, pues después de llegar a transformar un promedio diario de 944.9 mil barriles diarios a finales de abril, para mediados de junio se procesaron sólo 627 mil toneles por día. Con ello, en la semana 24 del año el SNR operó al 41.06%”.
Ramsés Pech, analista del sector energético y socio de la consultora Caraiva y Asociados-León and Pech Architects, afirmó que “en México tenemos un acto de fe al creer que podemos llegar a ser autosuficientes en combustibles automotores”. Otras causas son la falta de inversión extranjera, que se redujo este año. Así como la falta de mano de obra calificada, dicen los expertos.
Sin embargo, el Presidente acaba de inaugurar la refinería de Dos Bocas, una de sus obras emblema, que apenas rebasa 50 por ciento de su construcción y de la que se espera comiencen a realizarse algunas pruebas a fin de año, para determinar con precisión a qué exactamente le tiran. Es decir, se inaugura por inaugurar, como ocurrió con el desolado aeropuerto de Santa Lucía, que hoy ya comienza a dar lástima y como seguramente ocurrirá con el Tren Maya, si de mera casualidad es terminado en 2024. Hay serias razones para dudarlo.