De la mega a la mini
¬ Salvador Estrada jueves 3, Nov 2016Folclor urbano
Salvador Estrada
Afortunadamente, “la sangre no llegó al río” y la “megapeda” a la que se había convocado en Ciudad Universitaria, resultó un ”minipedo” por la baja asistencia de los estudiantes.
Es una vergüenza que los alumnos inviten a esos eventos, porque las instalaciones de la Universidad Nacional Autónoma de México deben de respetarse.
La vigilancia universitaria evitó que los “pumas” llegaran a la zona conocida como ”las islas” y se quedaran un costado de la Biblioteca Central.
Y ahí, los jóvenes “empinaron el codo” con moderación porque en los alrededores se prohibió la venta de alcohol, aunque algunos trataron de “hacer su agosto” en octubre vendiendo pulque, bebida prehispánica, que al parecer vuelve a la moda, sobre todo por “sus curados”.
A través de internet se efectuó la campaña “No Manches a la UNAM” y “yo respeto a la UNAM”, donde los propios estudiantes invitaban a sus compañeros a no acudir a ese evento etílico, que el año pasado reunió a casi diez mil, según cuentan los vigilantes, que ahora consideraron llegaron a 600.
Cuarenta vigilantes de la UNAM estuvieron pendientes de que los jóvenes no pasaran a “las islas” y evitaron que no cargaran alcohol, “bebidas espirituosas” en sus mochilas.
Si a los estudiantes se les permitiera hacer lo que quieren “la mega” la hubieran convertido en un aquelarre, porque “doña Juanita” habría sido invitada y llevada de la mano y dejarse tocar.
Los amantes de la Universidad, todos los egresados, tienen la responsabilidad de cuidar por ella y organizar eventos culturales y pugnar por su crecimiento económico y académico.
La Universidad es un paradigma en América y debe de contar con mayores recursos económicos y si el gobierno dice que se va apretar el cinturón, a la UNAM no la debe de sacrificar con el recorte presupuestario.
Estudiar en la UNAM no tiene costo, pero sus egresados, hoy prósperos profesionales, deben destinar un porcentaje de sus ganancias a su Alma Mater, para compensar los años que estudiaron gratis.
La UNAM no debe ser un campo para la “megapeda”, sino el territorio de la sabiduría y sus autoridades deben combatir esos eventos etílicos.