El Comala de Rulfo y Peña Nieto
Alberto Vieyra G. viernes 26, May 2017De pe a pa
Alberto Vieyra G.
El asesinato del ilustre cronista del narcotráfico en México, Javier Valdez Cárdenas, ultimado de 12 balazos a las 12 del día, nos deja en claro que el Estado mexicano, corroído en sus estructuras por las mafias del narcocrimen, es incapaz de garantizar las vidas y los bienes de los mexicanos.
No es un Estado de fiar, cuando desde el salinato se conformó un narcoestado que hoy se agiganta con el semillero de gobernadores delincuentes y policías al servicio del narco.
Desde la guerra declarada por Felipe Calderón contra las narcomafias, han proliferado por todo México las fosas clandestinas de la historia, y desde el 2000, han sido asesinados casi 150 periodistas en México.
Washington habló de más de 150 mil mexicanos caídos en esa absurda guerra, erróneamente continuada por Enrique Peña Nieto, quien debió seguir el consejo de Vicente Fox y de algunos genios que en materia de seguridad advierten que al crimen “no se le combate, se le controla”, con códigos impuestos por el Estado.
Si viviese José Zorrilla, el célebre autor del Tenorio, ya nos habría dicho que los asesinados en el calderonato y el peñismo, gozan de cabal salud.
“Cohabitamos con la muerte. Copulamos con ella, se ríe de nosotros, nos besa, se burla”. Decía un editorial del semanario “Riodoce” del que fue cofundador Javier Valdez.
Y el periodista Jenaro Villamil, en “Proceso”, ha escrito un lúcido y valiente artículo, en el que bajo el título de Periodicidio mexicano, el Comala de Peña Nieto, hace un pormenorizado resumen de la macabra mortandad de periodistas y luchadores sociales durante el régimen. Luego, hace un paralelismo entre el mundo de los muertos del Comala de Rulfo y el México actual, el Comala de Peña Nieto. Jenaro Villamil remata diciendo: “Ahora ya es también Chihuahua, con el claro e intimidante aviso que representó el crimen de Miroslava Breach, y Guerrero, Oaxaca, Morelos, Jalisco, Sinaloa y Baja California Sur, donde han ocurrido los recientes ataques y asesinatos de periodistas.
El periodicidio en México, coincide también con el repunte de la violencia y de los ataques a activistas de derechos humanos, como vimos con el asesinato de Miriam Rodríguez, ocurrido el pasado miércoles 10 en San Fernando, Tamaulipas. No se deben manejar por separado unos y otros homicidios.
No sólo son los “periodistas asesinados”. Es la sociedad entera a la que quieren silenciar. Es un Comala que ni Juan Rulfo hubiera imaginado en medio de los estertores de Pedro Páramo y sus fantasmas. Quizá nuestros gobernantes no se han enterado que, como en la obra rulfiana, también ellos están muertos”.
Hasta ahí el artículo de Jenaro Villamil. Pero quizás también nuestros gobernantes no se han dado cuenta de que, como en la obra rulfiana, México es un “Llano en llamas”, de lo cual le hablaré en capítulo aparte.