“¡Por el bien de todos, primero los pobres!” Sí, pero ¿cómo?
Francisco Rodríguez martes 13, Ago 2019Índice político
Francisco Rodríguez
Nuestro escenario político es arena proclive a todo tipo de proclamas, de arengas insulsas e ilusorias que siempre nos han acompañado. Desde los podios de las ilusiones, todo mundo pontifica sobre un presente y otro futuro esperable, pero siempre inalcanzable, lejano por definición. Palabras que casi siempre se convierten en engaños.
Nuestro teatro de guiñol ha sido fantástico y deprimente. Una puesta en escena para el frenético bombardeo de ocurrencias y falsos silogismos que nos confunden y dispersan, para hacer imposible el frente común para el despojo. Medicinas baratas y similares para la amnesia.
Antes, un poco de estabilidad económica nos transformaba en pasivos defensores del orden. Mientras se perpetraban a contrapelo los grandes atracos, los monumentos a la corrupción, la represión, la intolerancia, la discriminación y la gigantesca pobreza generalizada. “Robó, pero hizo algo”, es la frase de nuestra vergüenza.
Se juntaban mitos religiosos y símbolos del descuido cívico que tenían la capacidad de doblegar la memoria histórica que nos quedaba, para construir proyectos políticos perpetuadores de verdaderas dinastías, alejadas de cuajo de la necesidad y de las carencias.
Los mitos extravagantes, el repertorio falaz de arengas, han sido utilizados como verdaderas armas de destrucción masiva contra la razón colectiva, han rebajado la moral pública hasta el grado de convertirla en simple comparsa de vaciedades, consignas insulsas contra el sentido común.
Para los estudiosos de la semántica y la retórica, la tautología es una afirmación redundante, pero para los efectos políticos, es una manera de pervertir la tabla de la verdad. Los mexicanos somos expertos en esta materia.
Decía Alfonso Reyes que “el mexicano tiene deberes específicos. El primero de ellos es expresar lo nuestro, buscar el alma nacional. Ardua tarea pues expresarlo equivale a tener fidelidad en el lenguaje, al pueblo y a la tradición. Hoy no honramos a nada, y traicionamos todo lo demás “.
Los mitos siempre acuden en auxilio de los instintos, jamás sirven para soportar la razón. No hace mucho, André Malraux, el jefe de la Resistencia francesa, nos echaba en cara que en nuestros parajes tropicales los asuntos no se someten a una discusión seria, sólo se cuchichean.
México es un país donde los gobernantes argumentan que se ocupan de los asuntos públicos. La desgracia del país ha sido precisamente que los próceres de turno se dedican demasiado a esos negocios, hoy bautizados sin tautologías como “moches”.
Sus arengas y proclamas son por eso monocordes, desacreditadas, todo va bien. Todas las desgracias que hoy suceden le benefician a México. Vamos en el camino correcto. Hay pobreza, sí, pero hay otros que están peor que nosotros. México, sólido, el peso, se fortalecerá. Todo es pasajero.
Cuando a la Revolución se le acabó la provisión de balas y cartucheras, todos empezaron a disparar arengas chuscas y befas que siempre fueron el botín del escarnio popular.
Había circulante monetario y empleo, las clases medias se daban vuelo burlándose de los impostores, simuladores y gesticuladores en el poder, casi siempre personajes sujetos a la mofa y al anecdotario de una picaresca ingenua y atrevida.
La falta de una recia formación política, de escuelas y organizaciones para cuadros militantes críticos, el alejamiento del debate de los grandes problemas nacionales, la sumisión y la resignación ante lo inevitable, ha logrado que el pueblo mexicano haya sido presa…… de embaucadores y defraudadores de baja estofa, de toda laya, de mala ralea, que han hecho de la política una peligrosa farsa de casi un mercado persa.
Nuestras sociedades se dejaron llevar plácidamente porque obedecían algunos indicadores que reflejaban cierta movilidad ascendente de las clases medias y supuestas filantropías gubernamentales de bricolaje patriotero.
Todos pusieron su granito de arena para la desmovilización popular: “el milagro mexicano”… “la marcha al mar”… “los presidentes obreristas”… “el reparto agrario”… “el Ejército surgido del pueblo”… “sabemos cómo administrar la abundancia”… “la renovación moral de la sociedad”… “una empresa y un vocho para cada quien”…… “para que la droga no llegue a nuestros hijos”… “el pacto por México”… “las reformas estructurales para solucionar tooodo”… sonsonetes ridículos, rapiñas escalofriantes, masacres de lesa humanidad. Todo cabe en un jarrito sabiéndolo acomodar, y por lo visto también todo cabe en cualquier proclama demagógica.
Pero, tengamos mucho cuidado con la arenga de la última esperanza: “por el bien de todos, primero los pobres”. Nadie dice que no contenga una afirmación cierta y espeluznante. Lo que pasa es que nadie la ha explicado con peras y manzanas.
Repartir el presupuesto es relativamente fácil. Lo difícil es repartir el bienestar y la riqueza por vías no presupuestales. Esto es tarea de revolucionarios, no de publicistas. La gran tarea del escenario mexicano es el cambio de modelo del desarrollo, para no volver a fallar.
Para no engrosar el catálogo de arengas chuscas, el llegar primero a los pobres no quiere decir mandarles el dinero en tarjetas de Bansefi. Quiere decir que los programas agropecuarios reciban toda la atención y los flujos para elevar productividad y competitividad, producir los excedentes que se… … destinen al sector industrial y al de servicios para generar los empleos dignos y suficientes que apalanquen el mercado interno y el desarrollo nacional.
Todo lo demás, son predicas falaces. No es por allí. ¿No cree usted?
Índice Flamígero: En 1999, hace 20 años, el historiador y científico social Enrique Semo escribía: “En nuestra historia la cuestión social está presente desde hace mucho Ya a principios del siglo XIX, Humboldt señalaba el contraste entre ricos y pobres en la Nueva España. A partir de entonces, los señalamientos y las denuncias se han sucedido sin parar En las últimas décadas el problema se ha agravado trágicamente Los informes de la ONU son contundentes: América Latina (y México) es la región con la distribución del ingreso más polarizada del mundo, y en los últimos años el fenómeno ha empeorado. El reciente libro de Julio Boltvinik y Enrique Hernández Laos, Pobreza y distribución del ingreso en México, nos describe con precisión y detalle una situación límite. Estamos ante un problema estructural que en la actualidad se agrava; que es antiguo, pero también nuevo; que es persistente y creciente, y que sólo puede resolverse con cambios sociales profundos, aplicados en forma consecuente durante toda una generación. Este es el problema prioritario de México. Mientras no se resuelva la cuestión social, todos nuestros avances tienen un lado perverso. Tenemos hospitales con las instalaciones más modernas del mundo, pero miles de niños mueren de desnutrición. Exportamos cientos de miles de automóviles, pero mucho más de la mitad de los mexicanos no pueden adquirirlos. Contamos con premios Nobel, pero el promedio de nuestra escolaridad es de cuatro años. La democracia no puede consolidarse en un país en el cual más de la mitad de la población se siente excluida del sistema. El ingreso al primer mundo no es sólo un asunto de producción, sino también de mercado nacional. El objetivo se define en términos claros y bastante simples. Debemos lograr una nación en la cual 80% de la población viva en condiciones y tenga ingresos comparables y compatibles. La alimentación, la vivienda, la educación, las oportunidades mínimas deberían estar al alcance de todos …”
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