Cobardes feminicidas
Freddy Sánchez martes 25, Feb 2020Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Tres factores deben intervenir para una mejor acción institucional en aras de frenar los feminicidios en México. La inmediatez en materia de prevención, certeza al acusar a un presunto feminicida y máxima severidad para castigar este delito.
En aras de lo anterior por fortuna se ha puesto en marcha una serie de actos oficiales y legislativos para resolver las omisiones que sin duda han sido motivo para la comisión impune de las agresiones asesinas contra las mujeres.
Lo recientes casos de Ingrid y Fátima, que no son otra cosa que evidencias patéticas del poco afán gubernamental en los últimos tiempos para contener la violencia en detrimento de las damas en territorio nacional, describen a la perfección una reacción desesperada de autoridades que se sienten al descubierto por no haber previsto y actuado con antelación para impedir que estas bestialidades humanas continúen ensangrentando a la nación.
La incidencia delictiva con sus tintes de desprecio por la dignidad y la vida de las personas, tal parece que provocó una inercia de inacción pública como si la defensa de las mujeres, de los niños, los ancianos y en general de los congéneres en nuestro entorno citadino, no tuvieran prioridad hasta que uno o varios hechos despiertan la ira ciudadana.
Cosa que sucedió en los pasados días, por los inefables crímenes en contra de dos exponentes del sexo femenino, una joven y una niñita, muertas por el instinto asesino de sus victimarios.
Así que en buena hora se tomó la decisión de que en las escuelas surja lo que se denomina como la alerta amber. O sea el aviso a las autoridades para que se pongan en movimiento ante la eventualidad de que la vida de un escolar pudiera estar expuesta a manos homicidas como sucedió con Fátima.
Cuántos feminicidios no se hubieran evitado, si esa misma prevención de parte de autoridades en los distintos rubros de la seguridad y de justicia, desde hace mucho tiempo se hubiese adoptado, lo que aún en las circunstancias actuales, no sucede como es debido.
Y es que no basta que se de la voz de alerta ante un posible riesgo contra un pequeño que desaparece de su escuela o de una mujer que salió de su hogar y no se sabe de ella, en el curso de varias horas, sino que es imprescindible que entre las instancias públicas encargadas del control de servicios médicos de emergencia, agencias del ministerio público, vigilancia policiaca, derechos humanos, y demás áreas que de una u otra forma puedan ayudar en la prevención del delito de agresión o feminicidio se ponga en práctica un protocolo de seguridad hasta lograr el rastreo y la localización de las o los desaparecidos cuyos familiares o amigos den aviso de su posible extravío.
La acción inmediata de autoridades es más que indispensable, sin importar que se pudiera estar actuando ante una falsa alarma. Como se piensa en cuestiones de justicia, respecto a que es preferible un culpable libre que un inocente preso, así también debe pensarse con los probables desaparecidos, sin importar aquello de que, “no estaba muerto andaba de parranda”.
Y por lo que se refiere a fincar responsabilidades penales contra presuntos responsables de actos de violencia contra las mujeres y los feminicidios, es preciso evitar errores a la hora de acusar. Porque tampoco sería saludable socialmente que las acciones de autoridad se prestaran a vendettas personales por resentimientos contra persona alguna, sin que se tenga la certeza plena de su culpa en conductas de abuso o de asesinato. Sea esto contra las mujeres, niños o los mismos hombres.
A los que se aprese por estos delitos, aparte de que es conveniente señalarlos con el respaldo de la integración de un expediente con pruebas sólidas, para evitar que se escabullan de la acción de la justicia, en contraparte, esa escrupulosidad al indiciarlos con la certeza de su indubitable culpabilidad evitará cometer una injusticia, que propiciaría la impunidad de los verdaderos responsables en los delitos de violencia.
Por lo demás, huelga exigir que en contra de los que se demuestre plenamente su culpabilidad en estos hechos hay que castigarlos con todo rigor de la ley, porque eso y no menos se merecen los cobardes feminicidas.