Festejando y lamentándose
Freddy Sánchez jueves 24, Dic 2020Precios y desprecios
Freddy Sánchez
En los dos años de gobierno otras muchas dos cosas se podrían comentar del periodo que cumple Andrés Manuel López Obrador como Presiente de la República.
La existencia de al menos dos Méxicos: uno que lo ama y está fascinado con su forma de gobierno y otro que lo odia y reprueba su estilo de gobernar.
Los aplausos que se escuchan cada que se refiere al pasado como causa de todos los males que se viven en el país y el cansancio de quienes se sienten hartos de seguir escuchando la misma cantinela.
El repudio que el Presidente suele externar hacia los “bautizados” por él mismo como conservadores, neoliberales, “fifis” y “machuchones” y el hartazgo de quienes se sienten ofendidos por la forma en la que consideran que se pretende descalificarlos.
La aprobación a la reiterada acusación presidencial de que la corrupción es cosa del pasado y no del presente y la desaprobación por parte de los que niegan categóricamente que eso sea la única verdad.
Una evidente satisfacción ante lo realizado en este sexenio para perseguir a personajes de sexenios anteriores señalados de corruptos y la idea de aquellos que piensan que la impartición de la justicia se ha convertido en puro teatro político electoral.
El afán incansable para estigmatizar a la prensa que critica al Presidente y el repudio para los que son motejados de paleros periodísticos de Andrés Manuel.
Los afanosos elogios para programas sociales de la 4T con la firme convicción de que lo que se hace camina en la dirección correcta para lograr mejores condiciones de vida de la población y la molestia de quienes sintiéndose ignorados en sus necesidades más ingentes por parte el gobierno tildan la política social del régimen como meramente electorera.
El reconocimiento a los esfuerzos y acciones en materia de seguridad y la condena de aquellos que sienten que la criminalidad está más desatada que nunca en el país.
Credibilidad sin reticencia sobre las estadísticas que hablan de tendencias a la baja en algunos delitos y cifras que contradicen al gobierno con índices delictivos que están lejos de bajar.
El convencimiento de que en la lucha contra las organizaciones criminales no hay distingos y se combate a las mafias por igual sin complicidades con algún segmento del crimen organizado como sucedía con gobiernos del pasado y la incredulidad de que esto sea una realidad pensándose más bien que los nuevos comparsas con autoridades son integrantes de otro bando criminal.
Manifestaciones de apoyo a las tareas gubernamentales en materia de combate a la pandemia del coronavirus encumbrando al doctor López-Gatell como un ejemplo de capacidad y buenas decisiones y la punzante crítica de los que no se cansan en señalar pifias médicas para enfrentar la pandemia y con índice de fuego acusan al subsecretario del sector salud como un indolente y testarudo que por sus malas estrategias es responsable de que el número de muertos haya sido tan elevado.
Una actitud de consentimiento y confianza en la participación de las fuerzas armadas en tareas de seguridad y algunas otras de carácter administrativo que en el pasado no eras dadas a militares y marinos y el resquemor de los que ven en esta política gubernamental un riesgo de que la militarización del país pudiera ser el siguiente paso a favor o en contra de la Cuarta Trasformación.
En fin pues, una doble interpretación colectiva con respecto al ejercicio gubernamental en curso, parece tener plena vigencia justo al concluir el segundo año de gobierno del presidente López Obrador.
Con un amplio sector de la sociedad que aplaude su gestión y lo mantiene en un elevado nivel de aceptación en las encuestas, a diferencia de sus críticos que no desaprovechan oportunidad para hacer señalamientos de lo que a su juicio equivale a una amplia gama de malas decisiones de gobierno.
De ahí que se noten dos posturas: festejando y lamentándose.