Apocalipsis
¬ Mauro Benites G. jueves 11, Feb 2021Municiones
Mauro Benites G.
El hombre sí es el rey de la creación, porque de su voluntad depende evitar las agresiones en contra de nuestro planeta. Yo no creo y nunca acepté que el momento en que se liberó la energía contenida en el átomo, (que en ese instante dejó de serlo, puesto que átomo quiere decir lo que no puede dividirse, fraccionarse, separarse en distintas partes) sea el más importante del siglo, porque los sabios hayan puesto en manos de los políticos y de los militares, de los ingenieros y de los médicos, una fuerza, un poder universal, inmensos, sobrehumanos. No. Yo creo que el momento de la rotura del átomo es el más grande momento de la historia, porque cuando los sabios pensaban convertirse en dioses, al robar su secreto a Dios, se encontraron… con un sistema solar.
Tengo para mí, desde mi modesta inteligencia, que la vida a donde venimos, el mundo en que estamos, donde nuestros restos materiales abonarán otras formas de vida, no es ni finito ni infinito, ya que ambas palabras son absolutamente ininteligibles para cualquier hombre, así sea Einstein, Marx, o cualquier otro genio; creo que logramos, conforme a la fantasía de Wells, viajar más de prisa que la luz y como todos sabemos, la luz viaja 360,000 kilómetros por segundo. Nunca llegaríamos jamás a ninguna parte, esto es lo inexplicable para el ser humano y es que no podemos, la humanidad, explicarnos nada material, salvo que existe una fuerza, una inteligencia por encima de todo lo material. Así cada día vemos las crisis y el deterioro de la vida, ya anunciada en el siguiente texto:
“Y vi que otro ángel ascendía desde el este, llevando el sello del Dios viviente; y gritó con voz tonante a los cuatro ángeles que debían castigar la tierra y el mar: ¡No maltrateis la tierra, ni el mar, ni los árboles. . .!
“El primer ángel hizo sonar su trompeta y a eso siguió el granizo y el fuego, mezclados con sangre y todo ello se abatió sobre la tierra. Un tercio de los árboles ardieron, lo mismo que la verde hierba. El segundo ángel lanzó al viento sus notas… y parte de los seres que había en el mar, y tenían vida, murieron… Y tocó el tercer ángel… y una tercera parte de las aguas se corrompieron, murieron muchos hombres, porque esas aguas ya no podían beber. Al sonar la trompeta del cuarto ángel… dejó de brillar durante una tercera parte del día, y la luna también oscureció. Luego tocó el quinto ángel y surgió una gran humareda del abismo, como sale el humo de un enorme horno; después el aire y el sol se velaron por culpa de aquel humo que cubría el cielo. Y del humo salieron langostas, que asolaron la tierra… En esos días los hombres buscaban la muerte, más sin encontrarla; y querían morir, pero la muerte huía de ellos.
“Una tercera parte había muerto por el fuego, el humo y el azufre… pero los hombres que no murieron, los que sobrevivieron a tan terribles azotes, no se arrepintieron de lo que habían hecho con sus propias manos y siguieron adorando a los demonios y a los ídolos de oro, de plata, de bronce, de piedra y de madera». Apocalipsis de San Juan.