La seca está cabrona
¬ Sócrates A. Campos Lemus jueves 29, Abr 2021¡Que conste,.. son reflexiones!
Sócrates A. Campos Lemus
PUES EL DIPUTADETE MORENISTA PEDÓFILO HA ABUSADO DE MUCHOS NIÑOS Y LOS HA ENGAÑADO Y DROGADO Y LA BANCADA SOLAMENTE LO “DESPIDE DE SUS FILAS” CUANDO LO DEBERÍAN DE LINCHAR O CUANDO MENOS CONSIGNAR Y LANZARLO A LOS “LEONES” EN EL PENAL COMO HACÍAN ANTES A LOS VIOLADORES PARA QUE RECIBIERAN CASTIGO IGUAL…
HACE muchos pero muchos años recuerdo, porque de pronto llegan esas alas de viajes y andanzas en muchos sitios, que en el pueblo de Tianguistengo, escuchaba a la abuela decir que además de rezar y pedir a uno de los muchos santos que ella y otros conocían por milagrosos que deberían salir en peregrinaciones y solicitar, con cantos y responsos, la lluvia porque en muchos sitios la milpa se secaba. La seca era terrible, decían, porque aumentaría el hambre y por tanto los precios de muchos productos y también escasearían la leche, la harina, mantequilla, la carne, el pan, la tortilla, los tamales y las garnachas, que las cosas serían duras y pues lo eran sin duda, porque la angustia se reflejaba en sus rostros llenos de arrugas dando mucha preocupación a los que podíamos entender el asunto. La seca es cabrona, decía uno de los tíos sacando al paliacate y secando las gotas de sudor y tratando de beber una cerveza caliente por “la calor”. Éste comentaba que “allá abajo”, por el rumbo de Tampico, la seca era mucho peor, que muchos sitios y plantaciones de caña y naranjales y otros lados se incendiaban porque la seca era muy cabrona y no se veía que pudiera llover.
Muchos decían que era cosa de los pecados de la gente que no se aguanta en esas cosas de la carne y que Diosito se encabrita y los deja solamente calientes, bien calientes, pero no les da paz ni buen calor y sana relación, las viejitas se persignaban y daban el santo y seña de lo que ellas habían sido testigos en los callejones del pueblo entre las urgencias carnales de los jovencitos que no se aguantan ni respetan y andan como perritos en celo y ni siquiera hay agua para lanzarles cuando andan en sus cosas y calenturas, puros calenturientos, dicen las viejas quedadas que no salen de la parroquia y no dejan ni a sol ni a sombra al señor cura, que no se da cuenta de lo que sucede porque anda más preocupado por echar la copa con los amigos y jugar dominó que en cuidar que la gente deje lo pecaminoso de sus vidas…
Y las viejas mochas, Hijas de María y parte del Sagrado Corazón de Jesús inmaculado, pues no dejaban de quejarse que por los vicios y calenturas de los jóvenes la seca era brutal y ellas, que solo tienen ropa negra para andar mostrando su respeto al dolor de María y no dejan el rebozo ni para irse acostar, pues reclaman que el curita no avanza en sus gestiones para que el señor obispo pues llegue y encabece la ceremonia donde se pida la lluvia y que el Sol calme su furia, pero nada, solamente los chismes llegan con velocidad y se habla de que en tal pueblo se quemaron las chozas y que en el otro las milpas y que en aquel se secó el río y los peces mueren en su lecho y que los naranjales tiran las flores porque no darán fruto y que todo esto no es más que el castigo divino del que todo lo ve y es testigo de los desmanes de los humanos que no dejan de pensar ni de tener sus relaciones pecaminosas, dicen las viejas suspirando, cuando recuerdan, a lo mejor, los besos de los que las abandonaron. Y sí, todo está seco, hasta la saliva es seca, no fluye por la boca y no deja que los labios se separen fácilmente cuando unos y otros se quieren comer con todo el cuerpo y la ropa molesta porque está sudada y apesta, pero qué más da si así nos hizo Diosito, pues para que nos da lo que tenemos si no podemos utilizarlo para continuar con su obra y reproduciéndonos, todo se reproduce juntándose de uno al otro y pues así es la naturaleza, dicen y alegan en contra de los argumentos de las “mochas” que no dejan de prender sus cirios de cera de abeja porque dicen que es mejor lo natural, pero no respetan lo que en realidad lo es, cuando los cuerpos se prenden y sacan chispas y solamente parece que se calman después de los actos y de sumergirse, ya no en la aguas, sino en los charcos que se van secando con cada día que pasa.
Y de pronto llega el ranchero y avisa que la vaca perdió el ternero y ella murió de sed y que los borregos se mueren porque no aguantan la seca y que las culebras y las víboras salen más cabronas por el monte y van varios muertos por “piquetes” venenosos y los alacranes también hasta cambiaron de color y ahora son medio güeros y más venenosos y pues los pozos no dan ni lodo, se secaron del todo y pues hay que traer en burro las latas con agua desde quién sabe dónde, y todos andan tristes y con los ojos secos y las bocas y solamente en los llantos de entierros y velorios se dan café y algunos tragos y cervezas calientes y de pronto se escuchan los truenos y la gente se pone atenta esperan la lucita porque al final de todo hay un día en que todo termina y las cosas cambian y las gotas surten nuevamente la vida en cada una de ellas que caen desde el cielo como un verdadero milagro, milagrote, alegra las cosas y bueno, pues a volver a trabajar la tierra y ver si dan los tiempos para que la milpa se reponga o se nutra de la lluvia y deje a los hombres con la lección de la tragedia, pero al parecer las tragedias solamente son recordadas, pero no dejan aprendizaje para nada y se vuelve a la normalidad, y los jóvenes andan tras las “morras” a ver si de pronto un besito, una caricia y un buen sabor en el cuerpo para dejar calmado el espíritu y la vida siga como antes, como si la seca solamente hubiera sido un sueño o mejor dicho, una pesadilla… y el tío Claudio, cerrando un ojo, con sonrisa pícara y alegre pues dice: “Pues voy a ensillar la yegua para ver si la milpita ya no está tan seca, pues parece que la “chorreada”, pues al fin y al cabo se fue al río a bañar y no está tan del al tiro mala, dicen que está muy bien porque sin lodo en las costillas se ven mejor las cinturitas y suelta la carcajada… Y como que todo cambió para seguir igual.