Diego y Mérida
¬ Gustavo Mora martes 18, May 2010Nostálgicos y acelerados
Gustavo Mora
De no ser por la desaparición oficial del más influyente de los panistas, Diego Fernández de Cevallos, la noticia de que el PRI recuperó la alcaldía de Mérida (ya lo había hecho con el gobierno de Yucatán) hubiera sido la noticia de ayer.
Pero hay proporciones.
Diego Fernández de Cevallos era el quitapón de dirigentes nacionales, candidatos presidenciales y de cualquier cargo de elección popular que estuviera en disputa. Le ganó a Vicente Fox Quesada y Marta Sahagún la reelección de Luis Felipe Bravo Mena como presidente del Comité Ejecutivo Nacional, cuando los tórtolos apostaban y fracasaron al tratar de imponer a Carlos Medina Plascencia que le preparó a Vicente una elección extraordinaria a modo para que pudiera despachar en el palacio de gobierno de la capital guanajuatense.
También apoyó la candidatura presidencial de Felipe Calderón Hinojosa, cuando las apuestas de Los Pinos estaban con Santiago Creel Miranda.
Como decía el desaparecido líder electricista, Paco Pérez Ríos, del Fidel Vázquez de los mejores tiempos: Diego (Fidel) era factor en las decisiones políticas más importantes que se tomaban.
Ganador indiscutible del debate entre candidatos presidenciales de 1994, frente a Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y Ernesto Zedillo Ponce de León, al que prácticamente ni peló, concentrándose en los ataques al michoacano. Y cuando todo parecía que Fernández de Cevallos llegaría a Los Pinos, se hizo a un lado, como los caballerosos potrillos con las yeguas en los corridos mexicanos, para que tuviéramos que soportar el mediocre egresado de Yale y desincorporado-consejero de los Ferrocarriles Nacionales de México.
Sus frases del viejerío y… “la Presidencia de la República no se gana llenando el Zócalo del Distrito Federal”, ahí quedan. También estaba muy identificado con la chamacada.
El sospechoso silencio oficial y los múltiples boletines, tanto de la Presidencia de la República, como de la Secretaría de Gobernación, la de Seguridad Pública, la Procuraduría General de la República, el gobierno y la Procuraduría queretana, así como las encerronas en el Campo Militar de Querétaro, hacen crecer las dudas, restan credibilidad y no hay quién no suponga lo peor.
Cuando falleció el secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño Terrazo, el entonces secretario de Comunicaciones y Transportes, Luis Téllez Kuenzler, dio múltiples conferencias de prensa y apareció en tres cadenas nacionales de radio y televisión para tratar de convencer que se trataba de un accidente. Pero todo esto valió gorro cuando el presidente Calderón confesó:” al principio, yo también pensé que se trataba de un atentado”, que era lo que “fuenteovejuna” decía.
Así está el caso de Diego Fernández de Cevallos, panista impar y por los cuatro costados.
Lo de la priísta Angélica Araujo Lara y la panista Beatriz Zavala Peniche en la disputa por la alcaldía de Mérida, pasó a ser pecata minuta.