Televisa va ahora tras otro pastel
Roberto Vizcaíno martes 8, Jun 2010Tras la puerta del poder
Roberto Vizcaíno
Sólo veamos un caso, ocurrido ayer mismo: ¿Qué informan, dicen, opinan del atraco, la violencia institucional y anticonstitucional generada contra los mineros de Cananea a favor de Grupo México de los Larrea, socios de Televisa?
Hundidos en la violencia y la inseguridad, en la injusticia y la inequidad que crea cada año más y más pobres, pero sobre todo en la incapacidad de un gobierno federal que con sus actos de ilegalidad lo convierten en el principal factor de inestabilidad y frustración nacionales, los mexicanos vemos ahora cómo Televisa pretende convertirse en el eje principal de la firmeza y garantía de futuro en México.
Al menos a eso se ve en buena medida en la Iniciativa México, lanzada ayer en cadena nacional por Emilio Azcárraga Jean, a quien acompañaron en esta nueva tarea los dueños de Televisión Azteca, Grupo Imagen, Grupo Fórmula, Multimedios, Canal Once, TV UNAM, Grupo ACIR, Grupo Radiorama, ABC Radio, SIPSE, Núcleo Radio Mil Comunicaciones, Radio Trece, Raza, el Instituto Mexicano de la Radio, Grupo Siete, Grupo Uniradio, Televisión de Nayarit, Grupo Alerta, Grupo Oro y Grupo Braca.
Y los de El Universal, Grupo Editorial Milenio, Excelsior, El Financiero, El Economista, Organización Editorial Mexicana, El Siglo de Torreón, El Diario de Yucatán, Crónica, El Imparcial, La Razón, El Diario de México, Diario de Morelos, AM Guanajuato, La Voz de Michoacán, El Sur de Acapulco, El Bravo de Reynosa y Juárez Hoy, así como los dirigentes de la Cámara Nacional de la Industria de la Radio y Televisión, la Asociación de Editores de los estados y Radio Independiente.
Pero no sólo esos, sino también el doctor José Narro, rector de la UNAM; la doctora Yoloxóchitl Bustamante, directora general del Instituto Politécnico Nacional; el doctor Rafael Rangel, rector del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey; el doctor Juan Ramón de la Fuente, el doctor Héctor Aguilar Camín; el licenciado Federico Reyes Heroles; maestro Homero Aridjis; doctora Julieta Fierro; el maestro Alejandro Ramírez, director general de Cinépolis; el maestro Armando Laborde, director de Ashoka México; la licenciada Lorena Vázquez, directora general de The Hunger Project y el maestro Rodrigo Villar, director general de New Ventures, todos ellos como miembros del llamado Consejo Técnico de la Iniciativa México.
Si usted ve bien, la lista tiene muchos ausentes: los llamados Hombres de Negocios, que reúnen a, dicen, los 28 personajes más ricos de México; no está tampoco Carlos Slim, ni Roberto Hernández, ni Harp Helú, ni otros muchos famosos del gran dinero.
Evidentemente no están los nombres de los líderes políticos, ni de los personajes del Congreso de la Unión, ni mucho menos del Poder Judicial, ni gobernadores, ni alcaldes.
Interesantes ausencias que dejan la duda de si esta iniciativa no tiene más que el interés comercial y de convertirse en un grupo de presión hacia, por ejemplo, el próximo Presidente de la República, al generar proyectos que podrían no encajar con los del próximo habitante de Los Pinos, llámese como se llame.
Ya en el pasado reciente, muy reciente, hemos visto que este tipo de iniciativas se convierten luego en imágenes bonitas de la TV comercial, tras las cuales hay ríos de dinero.
En fin, por lo pronto Azcárraga y todos los demás indicaron que a pesar de que entre ellos hay rivalidades y pensamientos distintos, opuestos, mediante esta iniciativa ahora sí se va a reconocer los esfuerzos de aquellos mexicanos y sus agrupaciones o instituciones que luchan calladamente por México.
Claro, esto lo hacen porque el país está para llorar y a 200 años de nuestra Independencia y a 100 de la Revolución, vivimos los mismos reclamos sociales y los peores problemas y, obviamente, una amenaza de que lo ya vivido y sufrido vuelva a repetirse
Luego vendría el rector de la UNAM , José Narro, quien a pesar de echarle porras al proyecto de Azcárraga y de involucrarse en él, aprovechó para exponer una realidad distinta.
“Como parte de nuestras celebraciones, hemos de hacer un doble ejercicio. Uno para ver hacia atrás y otro para diseñar el porvenir. El primero, con el objeto de analizar nuestro pasado y de considerar el momento que vivimos. El segundo, para determinar, a partir de nuestra realidad, el país que queremos heredar a las próximas generaciones. Para conseguirlo, hay que aceptar que debemos trabajar unidos y admitir nuestra pluralidad; reconocer nuestras fortalezas al igual que los quebrantos que nos caracterizan. Hay que hacerlo curando las heridas del pasado y sin generar nuevas fracturas. Hay que conseguirlo con objetividad e inteligencia, sin rencor y con la intervención de muchos.
“México es una gran nación. Esto lo han cantado los poetas y lo han documentado los conocedores. Lo apreciamos muchos y lo sabemos todos. Cuando sostengo esto, lo hago sin desconocer la dimensión de nuestros problemas. No paso por alto en mi valoración la desigualdad y la pobreza, que secularmente han caracterizado nuestro ser colectivo. Tampoco la injusticia, la ignorancia, la exclusión y la enfermedad que han vivido por siglos entre nosotros.
“Menos lo hago con la pretensión de desconocer las nuevas calamidades que nos afectan: la inseguridad y la violencia que se enseñorean en nuestra vida cotidiana; la expulsión de cientos de miles de migrantes por falta de oportunidades; las crisis financieras repetidas y el debilitamiento de los valores y principios que nos deben dar sustento; los delicados trances ambientales y los aprietos hídricos y sanitarios que nos amenazan de forma creciente o las increíbles paradojas políticas que paralizan al país y lo ponen en grave desventaja frente a otras sociedades que han resuelto, de mejor manera, la ecuación de la gobernabilidad y el desarrollo, que les ha permitido alcanzar acuerdos esenciales sin tanta dificultad.
“Todo lo anterior es cierto y forma parte de las paradojas de México, de las contradicciones nacionales. En virtud de que, por otro lado, es imposible ignorar la grandeza del país. ¿Cómo pasar por alto, por ejemplo, la historia multimilenaria de nuestros pueblos originarios, que nos hace ser herederos de uno de los grandes núcleos civilizatorios de la humanidad? ¿Cómo desconocer la vastedad de nuestra cultura con sus múltiples y extraordinarias manifestaciones? ¿Cómo pasar por alto al ubicar a México en el mundo, si estamos hablando de una de las primeras naciones del concierto internacional, lo mismo si se trata de capital natural, de la extensión geográfica, de la demografía o de la propia economía? Fuera de todo chovinismo ramplón, se debe aceptar que México, con su gente, su infraestructura y en especial, su identidad, debe tener mejor destino que el que ha alcanzado.
“Para muchos de nosotros, lo que tenemos que hacer es diseñar un proyecto diferente. Aquel que nos trajo a este punto se ha agotado y tiene que cambiar. Debemos acordarlo con la participación de todos. Debemos proponernos un modelo que distribuya de mejor manera la riqueza nacional y el trabajo colectivo. Tenemos que plantearnos nuevas hazañas nacionales, especialmente de orden social, que resuelvan los saldos históricos y que anticipen las necesidades venideras. Tenemos que forjar un nuevo pacto nacional que responda a nuestra realidad. Debemos cambiar la polaridad y transformar el ambiente de desesperanza y frustración, para recuperar el ánimo y favorecer el compromiso.
“Para algunos, lo que ha fallado es la política. Creo que, en su caso, algunos políticos no han estado a la altura. En la perspectiva de los críticos, nuestra democracia incipiente se ha malogrado. No coincido con ellos. Es verdad que la democracia no resuelve todo, pero también lo es que sin ella, no se solventa nada. Un régimen democrático consistente requiere de otros elementos: de una ética colectiva adecuada, de una economía social, de un proyecto de desarrollo humano centrado en el bienestar y el progreso de las personas y la colectividad y no en la simple ganancia financiera del individuo y las corporaciones.
“Un asunto que resulta urgente consiste en consolidar lo mucho que se ha logrado. En especial, debemos fortalecer el régimen democrático y a sus instituciones. Entre muchas otras, debo mencionar a las instituciones públicas de salud, educación, ciencia y cultura. Todo aquello que artificialmente tienda a debilitarlas, es igual a una zancadilla al porvenir.
“En México, somos más los que, sin ignorar nuestras diferencias, sabemos que el país va a transformarse. Que lo hará con el apoyo entusiasta de su juventud. A otras generaciones tocó pensar en grande, plantearse el diseño institucional que nos arrancó de condiciones todavía más precarias que las que hoy vivimos. A nosotros corresponde un esfuerzo diferente. Debemos reformarlas para que respondan de mejor forma a los retos del porvenir. Tenemos que hacer lo que el futuro reclama”, precisó.
Ni qué decir que este tipo de convocatorias genera muchas dudas, suspicacias o abiertas repulsas.
Es obvio, quienes las encabezan, son propietarios y presiden empresas de información, que en buena medida son las responsables del atraso educativo y cultural de millones de mexicanos. Son reconocidos por sus programas de manipulación e inducción que justifican arbitrariedades.
Sólo veamos un caso, ocurrido ayer mismo: ¿Qué informan, dicen, opinan del atraco, la violencia institucional y anticonstitucional generada contra los mineros de Cananea a favor de Grupo México de los Larrea?
Esta es la realidad del México actual, el de hoy, el de la Iniciativa México de Azcárraga y compañía.