Reformas, en marcha
Roberto Vizcaíno martes 26, Ene 2010Tras la puerta del poder
Roberto Vizcaíno
Los Estados democráticos modernos son laicos; si algo le enseñó a la chumanidad la crisis del 11 de septiembre de 2001, es que auténtico desarrollo democrático, modernidad y laicidad van de la mano, dijo Beatriz Paredes
A diferencia de hace tres años, ahora las reformas del Estado, la política y la económica, inician con dos foros de especialistas.
Los temas son ya demasiados conocidos y discutidos y existen decenas de iniciativas para darles cauce legislativo. Se trata sólo de retomar el debate y continuarlo dentro de las comisiones del Senado y la Cámara de Diputados para convertirlos en dictámenes y votarlos en los plenos.
Ya no hay tiempo. Es del uno de febrero al último de abril. Luego vienen las campañas electorales y los partidos y sus personajes estarán metidos en eso.
Así que hoy vale la pena rescatar sólo algunos pronunciamientos.
Sin duda uno, preciso, fue el de Manlio Fabio Beltrones, quien desde fines de 2006 viene impulsando los acuerdos para la remodelación del sistema y del gobierno en México.
Al inaugurar los foros en su calidad de presidente del Instituto Belisario Domínguez, indicó que la reforma en curso es simplemente consecuencia del cambio que ha rebasado la capacidad de las instituciones mexicanas.
“Nuestro sistema ya no responde a las realidades presentes… la brecha entre sociedad y política, entre instituciones públicas y ciudadanos se ha ensanchado a extremos preocupantes… hoy la sociedad exige respuestas eficaces y oportunas ante los problemas que la aquejan… no se trata de un problema de mayorías y minorías, menos aun cuando la pluralidad es el mandato de la soberanía popular.
“Se trata de un desajuste profundo a mi juicio, entre lo que juntos logramos y nuestro entramado institucional. Es en estas situaciones en las que se muestra la capacidad de los políticos para ofrecer a la sociedad soluciones. Ese debe ser nuestro reto. Pongámonos a imaginar y crear un estado de cosas diferente.
“Un país en el que la pobreza no agobie a la mayoría. Una nación en la que exista un piso común para el bienestar de todos. Un México menos desigual, más justo. Un México seguro, en que el Estado cumpla a cabalidad su primera tarea: garantizar la tranquilidad de las personas y las familias.
“Lo que vamos a analizar en este seminario, con la colaboración de una parte de lo mejor de la inteligencia mexicana y con la ayuda de nuestros amigos del extranjero, es como avanzamos al futuro, renovando instituciones, cambiando prácticas, abriendo paso a un nuevo y promisorio equilibrio de poderes, en el que el respeto entre ellos camsine al lado de su cooperación.
“La reforma política que hace falta es la que otorgue a los mexicanos certidumbre y confianza en que el futuro será mejor”, indicó.
En la primera parte de este foro hablaron los dirigentes de los 7 partidos representados ante el Congreso: PAN, PRD, PT, Convergencia, PVEM, Panal y PRI.
Todos se comprometieron a avanzar en estas reformas para modernizar a México.
Pero ahí, Beatriz Paredes, presidenta del tricolor, hizo un recuento de las reformas anteriores y sus causas y objetivos.
Vale la pena rescatar la esencia de este relato. Explicó Paredes que la reforma política de 1977, la de Jesús Reyes Heroles y José López Portillo creó en México el sistema de partidos e incluyó en el juego institucional a la oposición al reformar la Cámara de Diputados y crear el sistema mixto de representación.
Fue, agregó, el comienzo del desmantelamiento del régimen de partido hegemónico. Las reformas siguientes tuvieron como objetivo dar certeza al voto y acabar con el fraude electoral. En ese contexto se produjo una sobrerregulación que hoy es conveniente revisar, señaló.
Consideró que hoy “estamos atrapados en la tendencia de judicializar los procesos electorales y sus costos.
Dijo que la transparencia electoral y el uso de urnas electrónicas, así como la actualización y depuración del padrón electoral están atrapados en una cadena de desconfianzas.
“Diré, una vez más, aunque encuentre oídos sordos: en el PRI consideramos inoportuna la pretensión de establecer la cédula de identidad”, adelantó.
Señaló que el desmantelamiento del régimen del partido hegemónico y la pluralización del sistema devinieron en la alternancia y en un régimen de partidos más equilibrado, que no ha modificado; sin embargo, algunos de los perfiles básicos del régimen político del siglo XX mexicano, y al que parecería, ante la insatisfacción social, es necesario poner en cuestión.
“Por ello -dijo-, es pertinente la pregunta:
“¿Cuál es el propósito esencial de esta reforma del Estado? ¿Cuál es el propósito del esfuerzo para generar consensos de la tarea de los legisladores?
“¿Somos capaces de llevar a cabo una reforma de largo aliento, que avance en la democratización del sistema e impulse una gobernabilidad democrática eficaz o seguiremos parchando al régimen del siglo XX por temor a dar el salto, por conveniencia o carencia de imaginación?
“La reproducción de un presidencialismo fuerte, al estilo del régimen mexicano de las décadas de 1920 en adelante, es una pretensión inviable, y vemos con enorme preocupación una tendencia del partido en el gobierno a partidizar la función pública, en lugar de avanzar en la profesionalización, el servicio civil de carrera y la existencia de una administración pública neutra, basada en el conocimiento y la meritocracia, característica de todo Estado democrático moderno.
“De allí, que parezca razonable insistir en los beneficios de ratificar a los altos funcionarios del sector público por el Poder Legislativo, a través del Senado, con la reglamentación que se requiera para no limitar facultades del Ejecutivo, sino racionalizar, con visión de Estado nombramientos que son de gran importancia para el desempeño público, en beneficio de la población.
“Aquí, valdrá la pena discutir si es oportuna la moción de censura, pues en nuestra realidad hiperpresidencialista, un funcionario, por cuestionado que esté, por ineficaz que sea su ejercicio, si goza del favor presidencial, sigue tan campante.
“Es de una enorme preocupación que los avances en la mayor competitividad plural en el sistema electoral, estén acompañados de medidas que son una regresión:
-un mayor centralismo y un discurso que desacredita la trascendencia del pacto federal, confundiendo antipatías o prejuicios en relación con gobernadores, con debilitamiento de los estados y municipios, inhibiendo así la capacidad creadora de las regiones en un país tan heterogéneo y con más de 105 millones de habitantes.
-La reforma del Estado que se requiere debe ser federalista y establecer, a través de las legislaturas locales y otros mecanismos, los controles y fiscalización necesaria para que no existan prácticas regresivas a nivel local.
“La influencia acrecentada de los poderes fácticos debe llevarnos a ser prudentes con decisiones que en apariencia son de avanzada, pero que en la realidad nacional actual pudieran ser contraproducentes.
“El debate sobre las candidaturas independientes se tiene que dar, no desde el ideal democrático de una sociedad civil ampliamente participativa y con alta densidad ciudadana, sino desde el hecho inusitado del hiperactivismo de los grupos de ultraderecha, que quizá crean que la confusión que impera en algunos temas los llevara a tomar el poder político. Desde el PRI les decimos: no pasarán.
“Los Estados democráticos modernos son laicos. Si algo le enseñó a la humanidad la crisis del 11 de septiembre de 2001, es que auténtico desarrollo democrático, modernidad y laicidad van de la mano.
“Fortalecer a las instituciones seculares y garantizar que las iglesias ejerzan su función dentro de su ámbito en un país en el que existe libertad de culto, son definiciones que no admiten distorsión.
“Es indispensable acrecentar la cultura ciudadana y el ejercicio pleno de los ciudadanos de los derechos que distinguen a las sociedades democráticas modernas: políticos, civiles, económicos.
Así pasaremos de una democracia electoral basada en la mercadotecnia a una democracia integral con gran participación de los seres humanos.
Una democracia no de consumidores de productos electorales, sino ciudadanos que saben construir la nueva sociedad que requiere nuestra patria”, precisó.
En fin, así comienza esta reforma.