Ulises
Augusto Corro miércoles 29, Sep 2010Punto x Punto
Augusto Corro
Ulises Ruiz Ortiz no puede ir por el mundo como si nada debiera. A su paso, siempre encontrará gente que le recuerde que fue pésimo gobernador de Oaxaca. Durante su caciquismo se registró la peor represión contra una sociedad inconforme y harta de sus autoridades priístas. Muchos oaxaqueños fueron asesinados, encarcelados o desaparecidos, como resultado de aquellas manifestaciones que sumieron al estado en un clima de terror.
No obstante la responsabilidad del mandatario estatal en hechos violentos y en acciones reprobadas por el máximo tribunal de justicia, nadie intentó llamarlo a cuentas. Ulises Ruiz Ortiz a poco tiempo de dejar el poder es identificado y denostado por presidir un gobierno represivo y caciquil. La rebelión de los militantes de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) ahí quedó para la Historia, con mayúscula.
Es quizá uno de los funcionarios que más daño le hizo al Partido Revolucionario Institucional (PRI), simplemente perdió la gubernatura a manos de la oposición que encabeza Gabino Cué Monteagudo. En las elecciones, los priístas fueron humillados por el representante de la alianza panista-perredista.
Ante el desprestigio, Ulises Ruiz Ortiz debería buscar algún rincón donde esconderse, pero no, busca todavía los reflectores, en un intento por justificar su pasado ignominioso. Busca en los medios y en los reflectores algo que mejore su imagen deteriorada de cacique pueblerino. En su proyecto de borrón y cuenta nueva, asistió anteayr a una ceremonia en la que la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago) homenajearía a la Universidad Nacional Autónoma de México por su centenario.
La UNAM, dueña de una conciencia crítica, afortunadamente, distingue perfectamente a los pillos que intentan pasarse de vivos y buscan ingresar al recinto universitario para recibir el aval del estudiantado. Sin embargo, los universitarios no se tragan el anzuelo. Ya en otras ocasiones, el entonces presidente Luis Echeverría fue echado a pedradas de la máxima casa de estudios.
El culpable del 2 de octubre de Tlatelolco y del 10 de junio nunca sería recibido con flores y fanfarrias. Si los hombres que se encargan de aplicar la justicia le perdonaron sus delitos, la sociedad lo tiene en la lista de los genocidas. Ahora, enfermo, achacoso, se niega a pagarle sus honorarios a uno de los abogados que más lo defendió.
Y es caso parecido de Ulises Ruiz Ortiz, que piensa que los mexicanos carecen de memoria y que su mal gobierno será olvidado al paso de los días. De ninguna manera, si la imagen de la justicia ahora tiene una venda que le cubre los ojos y le permite consideraciones convenencieras a los sátrapas, ya llegará el momento en que nada obstaculice su vista y deje de dar palos de ciego.
Al principio, señalamos que Ulises Ruiz Ortiz asistió, amparado por la Conago a la UNAM para honrar su centenario. La ceremonia tuvo que cancelarse porque los estudiantes e indígenas de San Juan Copala, que son masacrados por los paramilitares en aquella región oaxaqueña, rechazaron la presencia del gobernador en el recinto universitario. Por cierto, el rector de la UNAM, José Narro, debería estar muy pendiente de que no haya más colados, gente negativa, que enrarezca los festejos del centenario de esa casa de estudios.
PLATA, PLOMO O PEDRADAS
Los presidentes municipales siguen en la mira del crimen organizado. Esta vez, el presidente sustituto de Tancítaro, Michoacán, Gustavo Sánchez Cervantes, fue atado y lapidado. Su cuerpo sin vida se encontraba en un paraje. Cerca, también estaba el cadáver de un funcionario del ayuntamiento, Rafael Equihua Cervantes.
Ayer comentamos que los ediles están completamente indefensos ante la embestida que contra ellos realiza el crimen organizado. Sánchez Cervantes es el undécimo alcalde asesinado este año en la República.
Sin cuerpos de seguridad que los protejan, en los pueblos la fuerza de las armas es la que manda. De ahí que, según estudios de los especialistas, en más del 80 por ciento de los municipios hay filtración de la narcodelincuencia.
La policía municipal nunca fue obstáculo para el crimen organizado; al contrario, en ella, la delincuencia encontró a aliados que gustosos aceptan mejores salarios. La corrupción y la impunidad se cimentaban sólidamente. Hoy, la fortaleza de los cárteles se localiza en esas regiones que controlan desde hace un buen tiempo.
Se ignoró la presencia del crimen organizado y por ahora, no hay forma de derrotarlo, sus acciones son cada vez más violentas. La ejecución de Sánchez Cervantes es el ejemplo. Por otra parte, los ediles de otros estados norteños también son presa del miedo y del terror.
Muchos de ellos cumplen sus funciones como ediles durante el día, pero pernoctan en las ciudades fronterizas de Estados Unidos. Y así en medio de sobresaltos viven los alcaldes entre ambos países.
Las propias autoridades federales manifestaron que la violencia se agudizará y es obvio que los más débiles serán las víctimas más próximas. ¿A los ediles ya se les dejó a su suerte? Parece que sí. Crece, desmesuradamente, el riesgo de ser presidente municipal. Antes eran acribillados a tiros, ahora son masacrados. ¿Qué sigue?
COMPARECENCIAS
Sigue la comparecencia de los funcionarios públicos para responder los cuestionamientos de los legisladores con motivo del Cuarto Informe de Gobierno de Felipe Calderón Hinojosa. En la Cámara de Diputados estuvo el titular de la Secretaría de Seguridad Pública federal (SSP), Genaro García. Una vez más se demostró la inutilidad de dichas comparecencias. El funcionario y los diputados se enfrascaron en sus diálogos inútiles. Pérdida de tiempo total. Todo mundo sabe que el secuestro lacera a la sociedad y que es alarmante el aumento de reos por delitos federales. Eso fue lo que escucharon los diputados.
Por otra parte, para el flamante secretario de Economía, Bruno Ferrari, México es más que “Jauja”, pues rechazó que se registre fuga de capitales, más bien “yo diría que estamos en el período en que más han invertido las empresas mexicanas en el extranjero”. ¿Y los legisladores lo creyeron?
Los senadores le hicieron el feo al director del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), Juan Carlos Romero Hicks, en su comparecencia. Además de hacerlo esperar el tiempo que quisieron, dos o tres legisladores que andaban extraviados en el edificio se sentaron a platicar con el funcionario. ¿Resultados? Ninguno.