Los haikú de J. J. Tablada
Humberto Matalí Hernández lunes 10, Oct 2011Al son de las fábulas
Humberto Matalí Hernández
“Peces voladores”
“Al golpe del oro solar
estalla en astillas el vidrio del mar”.
José Juan Tablada | “El jarro de flores”
Uno de poeta desterrado, injusta y con enorme torpeza, por la insulsa modernidad, a pesar de ser un autor modernista, es José Juan Tablada (1871-1945), poeta que ejerció el periodismo y la crítica literaria, además de ser diplomático mexicano, cónsul en Nueva York, ciudad donde vivió desde 1914 hasta su muerte en 1945. Es iniciador de la poesía moderna, amigo entrañable y mentor poético de Ramón López Velarde, al que dedicó un retablo poético a la muerte del jerezano en 1921.
Al genio de José Juan Tablada se debe la introducción al idioma español y con dedicatoria especial para México de esa forma minimalista de la poesía oriental: el haikú, que bajo normas y formas especiales y definidas, son de una belleza asombrosa y una cadencia poética hacia la naturaleza y a los mejores sentimientos del Hombre (con mayúscula porque es un arte que dignifica a la especie.)
La forma cortante, brusca y lépera de los actuales líderes y políticos, mandatarios y amos del dinero, son una ofensa al concepto concreto, puro y armonioso del estilo de la poesía mínima, que se practica en Japón desde hace siglos. No es nada más la obra poética, sino la capacidad de razonar y expresarse en forma concreta, con claridad lo más lejano a la forma retrógrada y burda de un mal vendedor, cotidiana entre los hombres y mujeres del gobierno mexicano carentes del ingenio de los merolicos pueblerinos. Citar alguno como ejemplo, es imposible. Poseen niveles de estulticia de gabinete y grupal del mismo nivel.
La sensibilidad poética de José Juan Tablada se expresa en la creación de decenas de haikús, algunos reunidos en “El jarro de flores”. Para desgracia de los mexicanos, son dolorosamente ignorados por la barbarie actual. Pero como premonición del arte ante la fuerza bruta, es la anécdota del maestro Tablada, que vestido con la elegancia de un kimono japonés, se encontraba absorto en el cultivo de su jardín en la casa que habitaba en Coyoacán. Con la violencia revolucionaria y el estruendo de un caballo, entra a todo galope entre gritos y disparos un soldado revolucionario, que al ver en medio del minimalista jardín a un hombre vestido de tal manera, raya el equino y da la vuelta, para arrancar a todo galope, mientras el poeta lanza al aire los instrumentos de jardinería y corre en dirección a su casa para alertar a su esposa.
Tal imagen es irrisoria, pero para desgracia de los mexicanos es actual. El arte y la belleza corren a esconderse ante la barbarie, que incapaz de comprender lo mejor del Hombre, también huye espantada de tanta delicadeza. Digna explicación para las maneras del manejo de la ciencia y la cultura de la administración calderonista, sin la valentía justiciera de los revolucionarios.
Aunque no hay competencia con los poemínimos de Efraín Huerta, éstos son algunos de los poemas minimalistas logrados por el genio de José Juan Tablada: “Un Mono” // “El pequeño mono me mira… / ¡Quisiera decirme /Algo que se le olvida!” “En Liliput” // Hormigas sobre un /Grillo inerte. Recuerdo / De Gulliver en Liliput.” “Vuelos” // “Juntos, en la tarde tranquila, / Vuelan notas de Ángelus, / Murciélagos y golondrinas”.
Por ejemplo, en estos tiempos de inundaciones y destrucciones acuáticas bien vale leer “Remanso” // “Las espumas del río se arremansa / Y entre las piedras fingen / Grandes esponjas blancas.” O quizá esta belleza minimalista: “Hongo” // Parece la sombrilla / Este hongo policromo / De un sapo japonista”.
A esas hermosas joyas poéticas se unen otras, como ésta que ensalza al menospreciado asno “El burrito” // “Mientras lo cargan / Sueña el burrito amosquilado / En paraísos de esmeralda…”. O este otro con toda la dignidad de alguna de las obras de Rufino Tamayo “Sandía” // “Del verano, roja y fría / Carcajada, / Rebanada / De sandía”. O quizás el explosivo sol de “Naranja” // “Dale a mi sed / Dos áureas tazas / Llenas de miel”-
José Juan Tablada también aborda las pequeñas tragedias en haikú como éstos: “La carta” // “Busco en vano en la carta / De adiós irremediable, / La huella de una lágrima.” O la condena “A un crítico” // “Crítico de Bogotá: ¿Qué sabe la rana del pozo / Del cielo y del mar?”.
Aunque también hay algunos que parecen dedicados al siglo XXI: “Heroísmo” // “Triunfante al fin perrillo fiel / Y ahuyentado por tu ladrido / Huye veloz el tren…”. “Kindergarden” // “Desde su jaula un pájaro cantó: / ¿Por qué los niños están libres / Y nosotros no?”. “Identidad” // “Lágrimas que vertía / La prostituta negra, / Blancas… como las mías…” Y por último, pero con la invitación de acudir a los haikú, no nada más a los de Tablada, también a los escritos, como poesía efímera, por autores japoneses: “Coyoacán” // Coyoacán, al pasado muerto / El coyote de tu jeroglífico / Lanza implacable lamento…”.
Los haikú de José Juan Tablada se encuentran en sus obras, editadas por el Fondo de Cultura Económica o por El Colegio de México, sin embargo, hay ediciones pequeñas, casi infantiles de bajo costo. Incluso, para esos que no gustan de los libros, sino de acudir a la tecnología de la computación, hay varias páginas web sobre José Juan Tablada donde vienen completos los haikú y algunas de sus narraciones, crónicas y artículos periodísticos. Además en la librería “El Ático”, su propietario, Jaime Hernández Capos, hizo una edición facsimilar de la hecha en 1922 por Escritores Sindicatos. Fueron nada más 100 ejemplares. Es una joya bibliográfica, digna de un alhajero, la reproducción de “El jarro de flores”. Seguro que el amigo Jaime debe haber impreso más que la centena original. La librería de segunda, libros usados, se encuentra en la avenida Álvaro Obregón, entre Jalapa y Orizaba, en la colonia Roma. Con suerte puede encontrar aún ejemplares de este minimalista libro.