¿Y este sexenio, qué?
Alberto Vieyra G. lunes 13, Jul 2020De pe a pa
Alberto Vieyra G.
Cómodo, le resulta el cargo a la secretaria de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval. Apenas amenazó con investigar y castigar a los funcionarios de la administración anterior, la que encabezó el mexiquense Enrique Peña Nieto, plagada de corrupción sin límite en cada rincón, como si fuera un deporte para ver quién se llevaba más o quién le llevaba más al jefe.
Aunque se sabe para qué sirve dicha dependencia, la Suprema Corte de Justicia de la Nación confirmó su competencia para sancionar irregularidades en la administración pública federal. Por ello, la funcionaria anunció persecución y castigo de los anteriores servidores y desde luego que encontrará tela de dónde cortar, por lo que dijimos y porque no había uno que no entrara gustoso al ejercicio más codiciado.
No está mal que se actúe contra los que se excedieron en las prácticas indeseables. El chiste es que no sólo vayan por los segundones y dejen en paz a los principales. Para comenzar, si de veras va en serio la pesquisa en contra de los corruptos del sexenio pasado, que comiencen con el ex Presidente, quien ganaría un campeonato en esa práctica.
Luego, con quine fuera su segundo de a bordo, Luis de Videgaray, el verdadero artífice de las conductas indecentes, debido a que su jefe sólo tenía capacidad para llevarse la tajada grande, no para orquestar las acciones difíciles. Eso correspondió siempre a una mente mejor dotada.
Se ve casi imposible que actúe en donde el actual mandatario se ha negado insistentemente. Por lo tanto, seguro enfocará sus baterías hacia otros blancos. Sin embargo, hacia donde dispare hasta con los ojos cerrados, acertará a algún pez. La corrupción fue el sello que aún brilla con intensidad.
Pero si tiene aunque sea un dejo de agradecimiento, deberá demostrarlo haciéndose de la vista gorda, quizá con algunos, con los más queridos por el mandamás, porque debido al ejercicio desaseado de todos, se generó un hartazgo que provocó el vómito de los mexicanos.
Porque de esa manera, los votantes decidieron cambiar radicalmente por alguien que ofrecía esperanzas. Porque de esa manera, todos los que hoy están incrustados en algún puesto público, lo deben a los funcionarios del sexenio anterior, que cooperaron generosamente para que arribaran a algún sitio, a gobernar.
Pero ¿qué hay de los corruptos de hoy? Aunque el Presidente ha fomentado confianza en el combate a la corrupción a fuerza de repetir todos los días y a todas horas el principal motivo de su administración, de tal manera que un número indefinido de mexicanos lo cree fervorosamente, lo cierto es que el Inegi ha revelado que en este sexenio, el fenómeno ha aumentado.
Para comenzar, si se persigue con la insistencia que se predica, la señora debe retomar la investigación de sí misma y de su marido, quienes compraron propiedades abundantes y caras, con un salario menor a 30 mil pesos mensuales, como investigadores de la UNAM. ¿Quién indagó su asunto? Nadie. Bastó que dijeran que algunas fueron regalos. ¿Quién lo cree? ¡Claro! Hay quien lo crea.
¿Quién ha investigado a Rocío Nahle, la que influyó para que su compadre Arturo Quintanilla fuera beneficiado con un contrato de cinco mil de millones de pesos? Bastó que dijera que no fue así y punto. Ahora, basta con que los funcionarios digan que es mentira, para que ser exonerados de cualquier delito.
¿Acaso no es corrupción no investigar a alguien sólo porque pertenece a la misma administración, porque hay amistad o simplemente porque se trata de alguien allegado al que manda? “O todos coludos, o todos rabones.
En lo que respecta a Napoleón Gómez Urrutia, ni hablar de indagatorias. Los hechos por los cuales se autoexilió para evitar la acción de la justicia, no fueron ejecutados durante el sexenio de Peña Nieto. Además, hay quienes aseguran que cooperó para gastos de campaña. No me consta. Lo dicen.
¡Chistoso! Los actuales acomodaron la investigación en el pasado.