Morena, incontrolable
Augusto Corro martes 13, Oct 2020Punto por punto
Augusto Corro
El Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) vive tiempos difíciles derivados de la pugna entre los candidatos a ocupar la dirigencia partidista. Ni siquiera la intervención de las autoridades electorales logró poner orden en esa organización político que lleva alrededor de dos años sin presidente del Comité Ejecutivo Nacional (CEN). Debido al espíritu conflictivo de los morenistas, no se pudo elegir al líder de esa institución política que se manejó con dirigentes interinos.
Ante la imposibilidad de que la dirigencia se eligiera en votación directa, se optó por las encuestas, como sistema práctico para designar al presidente y a la secretaria general del partido. Inmediatamente surgió la inconformidad con el presentimiento de que habría protestas por la manera en que se elegiría a su líder. Y así ocurrió, aunque la guerra se desató entre los candidatos que quieren el máximo cargo partidista.
Estos aspirantes, Mario Delgado Carrillo y Porfirio Muñoz Ledo, se enfrascaron en una serie de acusaciones, que gane quien gane, dejarán una profunda huella de divisionismo en Morena, el partido en el poder, fundado por el ahora presidente Andrés Manuel López Obrador. Este partido se durmió en sus laureles y despertó con los escándalos de los diputados Delgado Carrillo y Muñoz Ledo.
Ambos políticos midieron fuerzas y no se limitaron en lanzarse acusaciones mutuas agresivas e irreflexivas como si se tratará de enemigos de diferente corriente ideológica, aunque si obedecen a intereses de grupos políticos distintos. Todo mundo sabe que Delgado Carrillo es un elemento muy importante en el equipo del secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, quien aspira a sucederle en la Presidencia de la República al mandatario López Obrador.
Por otra parte, se identifica a Muñoz Ledo con el grupo de la jefa del gobierno capitalino, Claudia Sheinbaum. De quien también se comenta que aspira a ocupar la silla presidencial. Como se ve, el ajedrez político nunca paró y la lucha por el poder se desarrolla en todos los espacios y a todas horas. En cuanto asume el cargo el Presidente de la República, a partir de ese momento se empiezan a manejar los nombres de los sucesores.
En casi todos los casos, la lucha se lleva a cabo sin contemplación ni consideración alguna entre los políticos que aspiran a mejores cargos, como son las dirigencias de los partidos, que sirven como plataformas de lanzamiento para toda clase de candidatos. Nos referimos a parte de las acciones políticas de la democracia a la mexicana, con sus errores y sus virtudes. Ahora lo podemos contemplar en la pugna entre Delgado Carrillo y Muñoz Ledo.
De la guerra entre los políticos citados, los mayores daños serán para Morena que no alcanzó a madurar como partido político. A pesar de que existe la posibilidad que se alce como ganador en las próximas elecciones intermedias, el triunfo no será de esa organización política, sino de la inconformidad ciudadana harta de corrupción. Tampoco se deben hacer a un lado los resultados que entregue el gobierno obradorista tras la invasión del coronavirus y sus daños, así como la situación económica de México. Nadie votará por el partido guinda si no se resolvieron positivamente los problemas mencionados.
En fin, Morena vive tiempos difíciles por la ambición de sus líderes, que no recurren a su experiencia para regresar la tranquilidad al partido guinda. De los dos contendientes, Muñoz Ledo es el más experimentado; pero en esta ocasión le ganó la ambición: quiere todo el pastel. Su adversario, Delgado Carrillo, pensó que enfrentar al longevo iba a ser fácil. Se equivocó. Muñoz Ledo sacó fuerzas de su pasado, como dice la canción, y se autoproclamó triunfador. Amenazó con rendir su protesta como presidente de Morena, pero canceló esta acción, pues cuando llegó a la sede de su partido, un grupo de mujeres lo esperaba con cartulinas en las que lo acusaban de presuntos acosos. La historia continuará… ¿Usted qué opina amable lector?