Asoman grietas en Morena que se pueden convertir en fracturas
Miguel Ángel Rivera martes 25, Oct 2022Clase Política
Miguel Ángel Rivera
Desde que el presidente Andrés Manuel López Obrador, a mitad de su mandato, decidió abrir el proceso de elección del candidato que, se supone, lo reemplazará al frente del gobierno federal, los especialistas y políticos experimentados advirtieron que ese cambio le generaría problemas y divisiones dentro de su partido, Morena.
Ahora, a poco menos de dos años de las próximas elecciones federales, ya se aprecian algunas grietas en la estructura del partido oficial, ese que según los proyectos de su creador, líder y guía debería gobernar a México tantos o más años que el ahora debilitado Partido Revolucionario Institucional (PRI).
A esas divisiones contribuye también el hecho de que el partido presidencial, Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) se integró con tránsfugas de todas las corrientes políticas, desde organizaciones confesionales como el semidesaparecido Partido Encuentro Social (PES) hasta los remanentes de corrientes socialistas que seguían las directrices del desaparecido Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), del trotskismo y hasta del maoísmo. Para que la mezcolanza fuese todavía más confusa, se debe tener en cuenta que gran cantidad de militantes y dirigentes de Morena se formaron en el PRI, incluido su creador y guía moral.
Como Morena se convirtió de hecho en un santuario, no importaban los antecedentes, todos los pecados cometidos eran perdonados, pero no olvidados, sobre todo por los procedentes de corrientes que fueron rivales en otros momentos o quienes tienen proyectos divergentes aun dentro de la llamada cuarta transformación.
Esas divisiones ya se han manifestado en procesos para postular candidatos. Como ejemplo, basta mencionar que, durante el proceso electoral de 2020-2021, Morena se convirtió en el partido más impugnado y en su mayoría fue por recursos interpuestos ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación por los propios morenistas.
Entre los personajes de Morena que han resentido esa lucha de corrientes contrarias está el coordinador de los senadores “morenos” y precandidato presidencial, Ricardo Monreal Ávila, quien resintió embates de los “duros” que trataron de arrebatarle ese cargo y han tratado de bloquear algunas de sus acciones y decisiones. Sus rivales internos se identifican con otra de las aspirantes a la nominación presidencial, la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum Pardo, con la que ya anteriormente disputó la nominación al gobierno capitalino.
Los ataques ¿por iniciativa propia o por órdenes superiores?
Ahora, en plena competencia por alcanzar la candidatura presidencial las corrientes internas tratan de descalificar a los otros aspirantes, a pesar de que es seguro que depende de una sola voluntad, la del primer mandatario.
En este esfuerzo, sobresale la ex alcaldesa de Tlalpan y ahora gobernadora de Campeche, Layda Sansores, quien públicamente se ha manifestado a favor de Sheinbaum. Hija de un dirigente histórico del PRI, Carlos Sansores Pérez, ha tratado por todos los medios significarse como una de las más fervientes abanderadas de la llamada Cuarta Transformación y en ese esfuerzo ha golpeado duramente a su antecesor en el palacio de Gobierno de Campeche, el dirigente nacional del PRI, Alejandro “Alito” Moreno Cárdenas, mediante la difusión de conversaciones telefónicas, grabadas ilegalmente, que hacen suponer que el priista estuvo involucrado en acciones que pueden ser consideradas como delitos.
En los medios políticos se comenta que con esas denuncias el dirigente del tricolor “se ablandó” y aceptó facilitar la reforma constitucional impulsada por López Obrador para ampliar el periodo por el cual la Guardia Nacional queda bajo control de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena). De paso, con ese cambio de rumbo del voto de la mayor parte de los diputados y senadores del PRI, se resquebrajó la alianza opositora a la que se había integrado el PRI, junto con el PAN y el PRD.
Después de ese éxito, la gobernadora Sansores amenazó el pasado fin de semana con repetir el procedimiento, pero ahora contra Monreal Ávila, a quien se aprecia alejado del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien lo incorporó a regañadientes a su lista de “corcholatas”, como bautizó a quienes considera merecedores de la nominación a la Presidencia.
Lejos de doblarse, Monreal respondió con firmeza.
“Las conductas ilegales no deben de ser clave del éxito político electoral, eso hay que desterrarlo y erradicarlo de nuestra sociedad”, expresó el senador en respuesta al anuncio de Sansores.
El también presidente de la Junta de Coordinación Política (Jucopo) del Senado —cargo que también le han disputado sus “compañeros” de Morena— admitió no tener elementos de prueba para asegurar que exista espionaje político, pero indicó que cuando se recurre a la intervención de comunicaciones privadas para fines políticos, resulta ominoso y no tiene ninguna validez en un régimen democrático.
“Yo he sido espiado durante muchos años por el PRI y por el PAN, cuando era opositor. Y, aunque me espiaron toda mi vida, nunca sacaron una declaración porque sabían que no estaba haciendo nada ilegal. Ahora es lo mismo: Lo que van a sacar de estas intervenciones ilegales son mis conversaciones con dirigentes políticos, con grupos parlamentarios, con personalidades distintas”, respondió a los cuestionamientos.
“Toda mi vida fui eso, un cliente favorito del Cisen y quizás de otros sistemas de intervención ilegal. Y nunca en mi vida, aun el PRI y el PAN, sacaron a relucir conversaciones mías; lo paradójico es ahora, cuando somos gobierno, en un proceso de transición política y de democracia que estamos luchando por ello”, agregó.
El coordinador “moreno” consideró inaceptable actuar a partir de “actos y hechos ilícitos que deben de condenarse y deben de sancionarse”. Dijo estar convencido que nadie debe de estar sometido al espionaje ni siquiera el peor adversario político.
Recordó que el artículo 16 constitucional establece con toda claridad que todas las comunicaciones privadas son inviolables, “pero estoy muy tranquilo porque toda mi vida he actuado conforme a la Ley, en 42 años de servicio público nunca he tenido una denuncia en mi contra” sobre algún hecho de abuso de poder o de alguna actividad ilícita.
Monreal no se quedó con la subalterna, sino que se fue a la cabeza: Advirtió que presentará una denuncia contra quienes manejan o sostienen las cuentas y los “bots” que reproducen en redes sociales los ataques en su contra y que, por el contrario, se dedican a alabar a la mandataria capitalina, Claudia Sheinbaum.
Reveló que ha ordenado un estudio forense para detectar esas cuentas falsas que llevan golpeándolo 16 meses y alabando a la aspirante a la candidatura presidencial. Se trata de “un estudio forense para describir todas las cuentas que a diario me atacan; al mismo tiempo que alaban a otra candidata, al mismo tiempo me atacan. Son cientos diarias’’.
Advirtió que “es una guerra fracticida al interior de Morena que no les va a resultar y creo, al contrario, debilitan al movimiento y ponen en riesgo el triunfo del 2024”, indicó.
Monreal Ávila denunció que el equipo de Claudia Sheinbaum gasta una escandalosa cantidad millonaria de dinero para redes y resulta “muy clara la correlación de las cuentas, las que me atacan a mí son las que alaban a ella; son las mismas. Y pareciera un sistema imagino importado del extranjero porque sus asesores son extranjeros y es una cantidad millonaria que gastan en ‘bots’ impresionante”, acusó el morenista.
En su denuncia del “fuego amigo” y el riesgo de una división dentro de las filas de Morena, Monreal no está solo.
El también aspirante presidencial e igualmente ex priista, el secretario de Relaciones Exteriores Marcelo Ebrard, en entrevista con el director de la agencia Quadratín, Francisco García Davish, vaticinó que se si quiere imponer un candidato “a la mala, van a echar a perder todo”.
“Le pegarías a tu autoridad moral. Y la fuerza de Morena es su autoridad moral”, añadió.
“Entonces, si Morena hace una cosa priista, se va a tener un costo altísimo”, reiteró. “Yo esperaría que eso no ocurriera”, dijo Ebrard al reafirmar que confía en la palabra del presidente López Obrador para una elección justa, sin dados cargados, con una encuesta real”.