Arranca incierta la sucesión presidencial
¬ Armando Sepúlveda Ibarra martes 16, Ago 2016Deslindes
Armando Sepúlveda Ibarra*
Si la sucesión presidencial arranca en los tiempos modernos con la contienda por el Estado de México, como un ensayo que desentraña y adivina el futuro político inmediato de la nación, los señores Alfredo del Mazo Maza y Carolina Monroy, personajes con derecho al taburete en la corte del señor Peña, en su condición de primos y delfines, dieron el banderazo de salida con sus abiertas y caprichosas aspiraciones a la candidatura del nuevo PRI al gobierno mexiquense, en una jugada con signos de tufillo imperial a la César o a la Luis XIV y, sin embargo, riesgosa para la ansiosa esperanza del clan en el poder de aferrarse a Los Pinos con las uñas y exorcizar el peligro de ceder la estafeta a otro partido de mentes suspicaces que desearán sentarlos en el banquillo de los acusados para que rindieran cuentas de sus controvertidas andanzas.
La precaria gobernabilidad y la caída meteórica de la confianza y credibilidad de los mexicanos para con los desprestigiados mandos políticos del país y demás actores en el teatro de la política, aconseja mucha prudencia, serenidad y cordura a todos, pero más a los aficionados a los conflictos de intereses por cualquier intento de imponer con el dedo del absolutismo a un familiar en candidatura alguna, léase Estado de México, origen de los primos, por la grandiosa y meritoria virtud de los lazos consanguíneos, porque arrastraría a todo el aparato de los neopriístas a estados insospechados de incertidumbre e infortunio para sus expectativas, tanto de alzarse con la victoria en aquella entidad, como con la Presidencia de la República en 2018, un camino de por sí difícil y espinoso por andar ahora mismo incluso sin la incómoda parentela.
La historia reciente sabe que algunos políticos mexicanos integran dinastías con descaro y sin vergüenza en los puestos de elección e imponen, ante la indolencia de los ciudadanos, a sus parientes en gubernaturas y otros cargos como si fueran dueños de imperios tipo Césares o monarquías estilo Luis XIV, aquel Rey Sol de Francia, que colocó con astuta estrategia a su nieto Felipe V la peleada corona de España por su derecho de sangre a gobernarla. Eran otros tiempos y otras leyes y reglas y argucias. Mas por estos andurriales del decadente sistema político nacional, nadie goza de aval, ni de derecho, para repartirse entre los suyos, con la naturalidad de los cínicos, algo que debe ser sancionado por la ética cuando se incurre en el abuso de autoridad para arrasar e imponerse sin más argumento que la simulación de procesos electorales a favor de la familia. Basta con recordar que por allí andan, garbosos y retadores, los señores priístas Moreira, Humberto, el ex gobernador que heredó el trono a su hermanito, pero antes endeudó a Coahuila con más de 35 mil millones de pesos, y Rubén, actual mandatario que, con un Congreso dócil y maiceado, exoneró a su carnal del torcido brazo de la justicia coahuilense. Y todavía impulsaban hace poco tiempo al menor de la familia para encumbrarlo al poder monárquico, ahora sin el apoyo de la hacedora de carreras, Elba Esther Gordillo, madrina del maestro Humberto, junto con el señor Peña, quien lo llevó a la presidencia del PRI con todo y su pasado.
Quizá el señor Peña rememore hoy cómo su tío el señor Arturo Montiel, ilustre miembro de una de las camadas más recientes de políticos vueltos multimillonarios con fortunas obscenas alcanzadas a la sombra del erario público, logró sentarlo con una fuerte oposición priísta interna en la silla de gobernador del Estado de México antes que, para las elecciones 2006, acariciara la candidatura presidencial y fuera exhibido en sus inmensas y ofensivas propiedades y echado de la contienda por las huellas de corrupción por su oponente, el señor Roberto Madrazo Pintado, otra de las joyas del partido. En su momento, el señor Peña, cual monarca ve por el bienestar y futuro de sus parientes, se esforzó en 2011 por heredar la gubernatura del Estado de México a su primo Alfredo del Mazo Maza, pero voces con sabiduría política le instaron a que abortara la misión cuando calcularon el fundado temor de que el encaprichado y bisoño familiar hijo y nieto de gobernador perdiera en las urnas ante un aspirante sólido, Eruviel Ávila Villegas, a quien cortejaban el PRD y el PAN para candidatearlo si la cúpula ninguneaba su aspiración por el priísmo y, con la derrota, se esfumaran sus esperanzas de abanderar al PRI en busca de la Presidencia de la República.
El destino del señor Peña vuelve a ponerlo en el ya conocido dilema de apuntalar con el mismo escenario al primo Del Mazo Maza, político de cuño reciente, en pos de su candidatura al gobierno del Estado de México que, ¡mucho cuidado!, con una alianza de derecha e izquierda como las de este 2016, o con alguna personalidad a la altura de las circunstancias, truncarían la vertiginosa y fabricada carrera de este atildado, distante y bisoño hijo del ex gobernador y tío de Peña, el señor Alfredo del Mazo González, así como el empeño del clan de conservarse en el Poder Ejecutivo, aunque por ahora las encuestas los desfavorezcan. Quién olvida que este señor Del Mazo González, por entonces secretario de Energía, como su hijo hace seis años contra la figura de Eruviel Ávila Villegas, hizo berrinches de caprichosos cuando supo que Carlos Salinas de Gortari, en vez de su persona, sería el candidato a la Presidencia de la República en el fraudulento año de 1988, gracias el dedazo del mediocre Miguel de la Madrid que escindió al PRI y encumbró a la Corriente Democrática de Cuauhtémoc Cárdenas y encaminó al hijo del expropiador del petróleo a ganar las elecciones presidenciales hasta antes de que los futuros perredistas, señores Manuel Bartlett, desde la Secretaría de Gobernación y Manuel Camacho Solís, desde la secretaría general del tricolor, borraran las evidencias para subir al trono al elegido de la memorable dictadura perfecta.
Así que comenzó el mes de agosto, la víspera del cuarto informe de un señor Peña que ha ido perdiendo confianza y credibilidad ante la sociedad a extremos nunca antes vistos, como que menos del 30 por ciento apruebe su gobierno, e incluso con la exhibida de nuevos escándalos por las propiedades de la primera dama en Miami, donde el diario inglés The Guardian cree que existe conflicto de interés entre la señora y un empresario mexicano dadivoso, aspirante a contratista del gobierno, que le presta un departamento contiguo al suyo y de pilón le paga el predial de casi 30 mil dólares, el señor Alfredo del Mazo Maza brincó a escena con el despliegue de incontables espectaculares por las carreteras y calles del entorno ofreciendo su rostro en los municipios del Estado de México para anunciar que rendirá su informe de diputado federal (¡qué interesante!), pero la idea es bañarse de pueblo con su fotografía para que puedan al fin conocer al primo que codicia el dedo fraternal para ser candidato. Nadie auguraría, a la distancia de cerca de un año para las elecciones, un buen resultado para la familia: como que la gente ya se hartó de imposiciones, dinastías y parentelas y de corrupción, impunidad y monarquías camufladas en un sistema democrático útil sólo a las mafias de los partidos. Para la candidatura estaba puesta desde hace unos tres meses, con su declaración pública a los medios, la secretaria general del PRI, Carolina Monroy, también prima del señor Peña.
Por el momento, el PRI mexiquense ordenó las primeras encuestas de aspirantes a la candidatura del Estado de México, con la burda consigna de arriba de que pregunten por las siluetas de familiares y amigos cercanos al señor Peña: ninguno del grupo de Eruviel Ávila Villegas aparece entre la tropa peñista, como si todo estuviera hecho para que los encuestadores chafas que vienen fallando en sus pronósticos, salieran con la noticia, poniendo cara de inocentes, de que la sociedad reclama y exige coronar a Alfredito del Mazo Maza, e inviten a rogar a todos los santos con el jerarca Ochoa Reza porque la dinastía busque consolidarse y ponga a la maquinaria de hacer votos a trabajos extras para ver si sacan el asunto de familia. Al fin que sólo estaría en riesgo la Presidencia de la República…
*Premio Nacional de Periodismo de 1996