Alto riesgo
Augusto Corro miércoles 22, Ago 2012Punto por punto
Augusto Corro
De alto riesgo es la actividad de los periodistas en México.
Así lo entiende Lydia Cacho, la periodista y escritora, quien se encuentra lejos de nuestro país, con el propósito de salvar su vida.
Al ser entrevistada por “El País”, la comunicadora reveló la importancia de las amenazas que la obligaron a huír de México.
“Me queda claro que mi trabajo periodístico es de alto riesgo. Y justamente porque soy una mujer de 50 años que sabe que su trabajo es de alto riesgo también me cuido muchísimo”, dijo Lydia.
Subrayó que ya no es posible tomarse a la ligera las amenazas, como ella cree que han hecho algunos periodistas mexicanos que posteriormente fueron asesinados.
Explicó que en los últimos años, los periodistas han aprendido que la delincuencia organizada y los personajes del poder corrupto, “a quienes estamos evidenciando con nuestro trabajo, están convirtiendo las amenazas en parte de sus ceremonias de poder”.
Añadió:
“Primero vienen las amenazas en cierta forma y después la muerte. Es parte de su propia ceremonia de violencia. Me queda muy claro eso y no estoy dispuesta a integrarme a las cifras de los muertos. Yo quiero estar en las cifras de las vivas y prefiero estar en las de las perseguidas, que en las de las muertas”.
Por otra parte, la comunicadora y escritora manifestó que los periodistas que trabajan en la Ciudad de México no ven el nivel de descomposición y los riesgos que enfrentan los informadores en los estados.
“Lo que nos hace falta hacer como periodistas, es realizar un mapeo de nuestros propios estados y de los riesgos que corremos, y de cómo están cambiando las cosas.
Creo que es lo que nos está faltando, poder hacer evaluaciones distintas, poder tener asesorías de grupos más especializados”, manifestó.
Las palabras de Lydia son dignas de tomarse en cuenta debido a la espiral de violencia desatada en los últimos años. El ejercicio del periodismo se convirtió en un verdadero peligro, es un trabajo de alto riesgo como lo manifestó Lydia.
Aquí, lo penoso del asunto es que las diferentes agrupaciones de los derechos humanos y las autoridades de los tres niveles, municipal, estatal y federal, no muestran ningún empeño para proteger a los periodistas.
Los supuestos defensores de los periodistas y de la libertad de expresión centran su lucha en sus discursos demagógicos que de nada sirven.
¿EL PEOR AÑO?
El año 2011 fue el de más ejecuciones de personas en el país.
Según reportes del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), ocurrieron 27 mil 199 homicidios en México. En el 2010 llegó a 25 mil 757.
Sin embargo, para realizar un comparativo del número de muertos por la guerra anticrimen, es importante saber con cuántos homicidios cerrará 2012.
Por las cifras que se manejan en oficinas no gubernamentales, el número de personas que perdieron la vida supera los sesenta mil.
Las estadistas son engañosas, porque en las cifras que maneja el INEGI no se registraron los miles de desaparecidos.
Sabemos, pues, que son miles los muertos registrados en el 2011. ¿Quién nos puede decir cómo terminar la guerra fallida contra la delincuencia organizada? La espiral de violencia crece incontenible y nadie es capaz de frenarla.
LA VIOLENCIA EN EL PAIS
Si se quiere erradicar la violencia del país debe empezarse por desterrarla desde el seno familiar y en las escuelas.
Así de simple es el discurso de Calderón para tratar un tema tan complejo y, por el momento, sin solución a la vista.
¿Y los demás factores que incrementan la violencia?
Por ejemplo, la falta de empleos.
¿Y la corrupción? ¿Y la impunidad? ¿Y la pobreza? Desde luego, estos elementos deben incluirse para tener una imagen más exacta de lo que ocurre en nuestro país.
Se ha dicho hasta la saciedad que la falta de trabajo convierte a miles de personas en aspirantes a delincuentes.
Ante las presiones de la pobreza, los desocupados ven en el narcotráfico la puerta fácil para resolver sus problemas económicos.
En el mismo caso se encuentran los miles de jóvenes que ni trabajan ni estudian: “Los ninis”.
En otras áreas, la corrupción y la impunidad permitieron el desarrollo de la delincuencia organizada que tiene al país sumido en la violencia.
¿Desterrar la violencia del hogar?, claro, pero no descuidar o hacer a un lado el desempleo, la corrupción, la impunidad y la pobreza. No ver la realidad resultaría muy grave.