Emilio y Rosario, otra oportunidad
Ramón Zurita Sahagún martes 4, Dic 2012De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Fueron en su momento dos prospectos políticos, a los que se les vieron aptitudes para contender por la candidatura presidencial de sus partidos, aunque su caída fue estrepitosa.
Ahora, ambos, fueron designados secretarios del gabinete del presidente Enrique Peña Nieto, con lo que obtienen una nueva oportunidad para situarse en las ligas mayores de la política.
Rosario Robles y Emilio Chuayffet Chemor fueron posicionados en los sitios que siempre anhelaron, por lo que se espera sean de los secretarios que no sufran por ambientarse en sus respectivas áreas. Los dos tienen historias parecidas, ya que apenas rebasada la década de los cuarenta años, fueron encumbrados en sendos cargos de singular importancia para sus respectivos partidos.
Sin embargo, por razones distintas, los dos fueron relegados, aunque Chuayffet consiguió ser diputado federal en un par de oportunidades, cargo que Rosario ya había ostentado con anterioridad.
Para nadie es un secreto el rápido crecimiento de la entonces militante del Partido de la Revolución Democrática, quien de secretaria de Gobierno se convirtió en jefa de Gobierno del Distrito Federal y después en presidenta nacional de su partido.
Tampoco se olvida todo el escándalo vinculado al empresario Carlos Ahumada, el que al ser ventilado mostró parte de las entrañas de los juegos de la política, las alianzas y corruptelas que prevalecen en las relaciones entre algunos políticos y empresarios.
Descubrir todo el enmarañado del caso Ahumada, su relación con Rosario Robles y los nexos con personajes protagónicos del PRD, generó cierta animadversión de algunos círculos hacia Andrés Manuel López Obrador.
Fue entonces que la propia Rosario descubrió que Ahumada la había usado para introducirse en su círculo político y obtener beneficio de negocios.
El asunto resultó sumamente costoso para Rosario, quien fue obligada a renunciar a la dirigencia nacional del PRD y a su militancia en ese partido de izquierda, por lo que decidió replegarse y alejarse por un rato de la política activa.
No lo hizo totalmente, ya que decidió formar una empresa que se dedicó a entrenar mujeres deseosas de aprender de la actividad política y obtuvo algunos logros en ese sentido. Desde ese momento, Rosario abrió un frente de guerra con Andrés Manuel López Obrador, puso distancia de por medio, y hoy por hoy, es una de sus principales críticas.
Por ese motivo, Rosario decidió buscar un nuevo aliado en la política y optó por respaldar la candidatura presidencial de Enrique Peña Nieto, lo que hizo abiertamente, tanto que su hija fue nominada candidata a diputada por el PRI, aunque perdió en las urnas la posibilidad de ser representante popular.
Rosario consiguió ser incrustada dentro del equipo de transición nombrado por EPN y es uno de los pocos integrantes de esos grupos en alcanzar el rango de secretario, como también lo consiguieron Luis Videgaray y Miguel Ángel Osorio Chong. Claudia Ruiz Salinas logró también una secretaría, aunque no en el rubro en el que laboró dentro del equipo de transición.
Convertida en secretaria de Desarrollo Social del gabinete presidencial, Rosario tendrá en sus alforjas los programas sociales y tendrá una gran responsabilidad de concretar los ambiciosos programas del gobierno federal en esa materia. Emilio Chuayffet Chemor es el nuevo secretario de Educación Pública, quien tendrá la oportunidad de mostrar que es cierto todo lo que de él se dice en materia política. Chuayffet desperdició la oportunidad que tenía para ser candidato presidencial de su partido y es el más claro ejemplo del ascenso y caída de un político.
Siendo gobernador del Estado de México, Emilio fue invitado al gabinete presidencial, donde se le dio una bienvenida que sorprendió a todo mundo.
Se le invistió como un secretario de Gobernación fuerte, se le dotó de todos los instrumentos necesarios para su gestión, pero perdió el piso y comenzó a cometer errores al por mayor. Chuayffet Chemor convirtió su secretaría en un búnker, al que pocos tenían acceso y su caída fue estrepitosa, al pasarle la cuenta de los muertos de Acteal.
El mexiquense decidió retirarse de la política, acumuló rencor contra Ernesto Zedillo y decidió regresar a la política activa, cuando Roberto Madrazo Pintado (su compañero de preparatoria) lo convenció de incorporarse a las tareas del PRI, cuya presidencia acababa de asumir.
De esa manera, Emilio se convirtió en diputado federal y fue usado como ariete para hacer de lado a la coordinadora de la bancada de su partido en San Lázaro, Elba Esther Gordillo.
La poderosa dirigente magisterial se convirtió en su enemiga, por lo que habrá que ver en que condiciones comienza una nueva relación, él, como secretario de Educación Pública y la otra como dirigente del principal sindicato del país.
Ayer, defenestrados, vituperados, calumniados y relegados, hoy, nuevamente en el primer círculo político, Rosario y Emilio tienen la oportunidad de reivindicarse y mostrar que el nuevo Presidente de México no se equivocó al sacarlos del baúl de los recuerdos.
MEADE KURIBEÑA
Sorprendió a muchos el que José Antonio Meade fuese invitado a ser parte del nuevo gabinete en su papel de secretario de Relaciones Exteriores, luego de haber fungido como secretario de Hacienda en la administración anterior. Carecer de carrera diplomática no fue obstáculo para que Meade fuese asignado a las nuevas tareas, aunque perfila la intención del Ejecutivo en esa materia que es vincular la diplomacia con la atracción de inversiones del capital extranjero. Por supuesto, no es la primera ocasión en que un ministro de Hacienda dé el salto de las finanzas a la diplomacia, ya que con anterioridad Antonio Carrillo Flores hizo lo propio, aunque no de forma inmediata.
Otro que recorrió la ruta, pero a la inversa, fue José Ángel Gurría, quien primero fue titular de Relaciones Exteriores y luego secretario de Hacienda, pero en el mismo sexenio.