Adio Sua Santità
¬ Juan Manuel Magaña martes 12, Feb 2013Política Spot
Juan Manuel Magaña
El que al final será un corto pontificado de Joseph Ratzinger presenta sesgos novelescos.
Es una historia que pasa por su propia recriminación personal a Dios por haberle convertido en Papa.
La relativamente corta trama cruza por malos manejos financieros, por su abandono de las víctimas de pederastia en el mundo, por la advertencia de un complot para asesinarle en este año y por la fuga y exposición de miles de documentos que trasparentaron una realidad vaticana inmersa en la corrupción, la prevaricación, la mala gestión y la intriga.
Llegó como Benedicto XVI al trono de San Pedro el 19 de abril de 2005 y se irá el próximo 28 de febrero. Su renuncia como Papa número 265 de la historia toma por sorpresa al mundo, pero principalmente a la alta curia. Y es esto lo interesante. ¿Por qué con su poder a punto de extinguirse se ha reservado el privilegio de sorprender todavía?
Lo veremos los próximos días, aunque acaso haya algo que se pueda atisbar en el contexto. Benedicto XVI ha dicho que en la histórica Capilla Sixtina comprendió en 2005, por como iban las votaciones, que sería Papa, “que la guillotina caería sobre mí, me quedé desconcertado. Creía que había realizado ya la obra de toda una vida y que podía esperar terminar tranquilamente mis días. Con profunda convicción dije al Señor: ¡no me hagas esto!”.
En una conversación con Peter Seewald, escritor del libro La Luz del Mundo, el todavía hoy sumo pontífice relató que “ya en el momento en que fui elegido había podido decirle al Señor con sencillez:
-¿Qué estás haciendo conmigo? Ahora, la responsabilidad la tienes Tú. ¡Tú tienes que conducirme! Yo no puedo. Si Tú me has querido a mí, entonces también tienes que ayudarme.
Ratzinger sabía lo que rehuía
Uno de los escándalos recientes que han dinamitado a la Iglesia católica ha sido el de los curas pederastas que en 2010 puso en crisis a las iglesias de Irlanda, EU, Alemania, Austria y Bélgica.
El propio Ratzinger llegó a ser acusado de haber encubierto a sacerdotes pederastas durante su etapa al frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe, mucho antes de ser Papa. En el caso mexicano, Ratzinger se vio obligado a ordenar la limpieza de la congregación de los Legionarios de Cristo, tras comprobar que su fundador, el cura mexicano Marcial Maciel, fallecido en 2008, abusó sexualmente de seminaristas y tuvo hijos con varias mujeres.
A éste nomás lo retiró de la vida pública, más no lo castigó y por eso quedó a deber la justicia a las víctimas. Ratzinger reconoció que el caso Maciel fue afrontado con “lentitud y retraso”, debido a que “estaba muy bien cubierto”. Las posturas de Ratzinger ante al mundo fueron claramente conservadoras. Es un personaje anacrónico. Condenó el protestantismo, los preservativos, la homosexualidad, el aborto.
En febrero de 2012 se desató el escándalo Vatileaks de filtraciones de documentos confidenciales publicadas en el libro Sua Santita, que mostraron la corrupción del Vaticano. El héroe de este episodio fue el mayordomo del Papa, Paolo Gabriele, condenado a un año y medio de prisión por robo de documentos en octubre anterior, pero indultado poco antes de Navidad.
Ante la renuncia e Ratzinger, en todo el mundo las víctimas de pederastia le recuerdan que aun le quedan dos semanas para actuar. Es decir, aun hay espacio para una sorpresa, a menos que, como desde un principio, el que se va lo deje todo “enteramente en manos de Dios”.