Nuevo fiasco educativo
Freddy Sánchez martes 26, Mar 2013Precios y desprecios
Freddy Sánchez
La reforma educativa aprobada por el Congreso tendrá que pasar por encima de intereses sectarios, porque el Pacto por México para formar mejores maestros y educandos debe ser auténtico e irreversible.
Basta de solapar a los que aferrados a la codicia de sus privilegios, que se oponen y boicotean cualquier proyecto encaminado al progreso nacional.
Tratándose de transformar al sistema educativo con el elevado propósito de promover el bienestar social no puede haber resistencia legítima ni aceptable.
Y eso justamente se debe hacer entender a los grupos sindicales, políticos y magisteriales que por la defensa de mezquinos intereses persistan en obstaculizar el cambio educativo que está en marcha. De tal suerte que los argumentos de objeción a la reforma, sólo deben ser atendidos en la medida que sean razonables y no absurdos y mucho menos antagónicos y violentos.
En ese tenor, lógicamente, los mentores que se oponen a una evaluación de sus capacidades académicas, temerosos de que al quedar en evidencia su impreparación serán despedidos, en efecto podrían tener razón.
Porque la insolvencia pedagógica de infinidad de maestros, obedece en buena medida a las propias deficiencias del sistema educativo nacional.
Así que al concluir la evaluación de los profesores, es preciso abrir un espacio para un nueva capacitación de los “reprobados”, confiando en que mejorarán su nivel académico y de no ser así, sólo entonces proceder a despedirlos.
Por lo demás, es obvio que para poder exigir a los mentores dicha capacitación habrá que ofrecerles distintas alternativas de instrucción, plazos razonables para su mejoramiento y distintos estímulos económicos, conforme demuestren voluntad de convertirse en educadores del más alto nivel.
Otra cuestión primordial será que el equipo pedagógico de apoyo a la tarea magisterial se proporcione sin regateos en los planteles escolares, puesto que sería imposible que los maestros dieran buenos resultados en la enseñanza escolar sin el debido soporte para lograrlo.
Y una cosa tanto o más importante, será que se propongan y adopten nuevas disposiciones legales a fin de que los padres de familia y los propios educandos realmente colaboren con el propósito institucional de forjar mejores educadores y alumnos, puesto que mejorar la educación en México requiere la participación de las autoridades, el magisterio, los sindicatos y por supuesto las familias de los escolapios.
En el caso de estos últimos es indispensable fijar cuotas mínimas de aprendizaje y medidas correctivas para comportamientos que no contribuyan con el aprovechamiento de la instrucción escolar pública, lo cual necesariamente deberá ser apoyado por los padres o tutores de los educandos, debiendo también para los indiferentes y omisos aplicarse alguna sanción que podría ser de carácter económico.
De otra manera, la ilusión de que en el corto y mediano plazos se logrará elevar sustancialmente la calidad de la educación en nuestro país, con el afán de que nuestros educandos se preparen como es debido para incorporase al mercado de trabajo, pudiendo fácilmente obtener empleos bien remunerados, y a partir de ello, crear las condiciones para un exponencial crecimiento del bienestar social, sencillamente volvería a quedar en el tintero de las mejores intenciones oficiales al afrontar lo que sería irremediablemente un nuevo fiasco educativo.