Ataque a la UNAM
¬ Juan Manuel Magaña miércoles 24, Abr 2013Política Spot
Juan Manuel Magaña
La UNAM vuelve a vivir momentos de máxima tensión. Ya en el pasado eso ha ocurrido y por causas que nunca han quedado claras del todo.
Hace unos días ocurrió la toma violenta de la Rectoría por sólo unas 15 o 20 personas que se separaron de una marcha que partió del Parque Hundido y con un mazo rompieron una de las ventanas del ala norte del inmueble para introducirse en él.
Esas personas, con el rostro cubierto, dicen demandar la reinstalación de seis alumnos expulsados del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) Naucalpan y dar marcha atrás a la reforma a los planes de estudio de ese sistema de bachillerato.
El rector José Narro Robles, de inmediato se fue al juego de vencidas, al subrayar que se agotarán los recursos para así dejar abierta la vía de la fuerza legal. Por eso, dijo que corresponderá a las autoridades federales actuar en consecuencia.
El rector se echó todo un rollo para al final exhortar a quienes permanecen en el edificio a entregarlo de inmediato, pues mientras se mantenga la toma no habrá diálogo de ninguna naturaleza, apuntó el rector.
Al mediodía de ayer el asunto escalaba. El comisionado nacional de Seguridad, Manuel Mondragón y Kalb advertía que la Policía Federal estaba lista para recuperar la Torre de Rectoría, si es que así se les ordenaba. Sostuvo: “vamos a hacer estrictamente lo que nos diga la Procuraduría General de la República. No tomamos nosotros acciones directas y decisiones directas en ese sentido”.
Parte del problema viene de la violencia de algunos del CCH Naucalpan que el 1 de febrero agredieron a trabajadores. Por ello seis fueron suspendidos provisionalmente aquella vez. Apenas ayer, se respondió con la baja definitiva de cinco de ellos.
Entre el 1 y el 6 de febrero los “ceceacheros” actuaron con violencia desusada, pretendieron incendiar la dirección del plantel, prendieron objetos incendiarios y estallaron petardos, causando la lesión de una alumna.
Uso de fuerza y anonimato reaparecen como en otras ocasiones, como el 1 de diciembre cuando algunos reventaron la protesta pacífica en las calles del movimiento #yosoy132. Dos elementos que parecen esconder lo que de veras hay detrás de los problemas.
Esta clase de hechos, que se asemejan más a prácticas porriles suelen presentar demandas como pretexto y bajo un estado de confusión para forzar de manera indirecta arreglos que beneficien intereses de otra índole, por cierto criticables.
Esto podría o no saberlo el rector Narro. Si lo sabe, debería también denunciarlo porque con ello desnudaría lo inadmisible de un nuevo ataque a nuestra UNAM.











