La conveniente ausencia de AMLO
¬ Juan Manuel Magaña martes 7, Ene 2014Política Spot
Juan Manuel Magaña
A querer o no, el inoportuno infarto al miocardio que sufrió Andrés Manuel López Obrador enfrió por completo la resistencia a que se reformara la Constitución para permitir la apertura total del sector energético a la inversión privada.
El infortunio ocurrió en un momento culminante, horas después de que él llamó a cercar el Senado -y quizá luego la Cámara de Diputados-, pues era esa la única oportunidad y la única manera en que la energía social podría concentrarse y manifestarse en oposición a esa reforma cuyo proceso legislativo comenzaba.
Y era AMLO el líder de ese momento.
Cuauhtémoc Cárdenas ya había arriado esa bandera para indexarla al futuro e incierto proceso electoral de 2015, con ganas de que su partido, el PRD, pueda capitalizar el hecho para sobrevivir a su propio desprestigio.
López Obrador ha bloqueado pozos petroleros, arrastrado multitudes, paralizado a una metrópoli como el DF con un gigantesco plantón y tomado el Congreso para frenar, al menos una vez, el hecho de que el petróleo fuera entregado a manos privadas como ocurrió en 2008.
El caso es que ahora enfermó gravemente, en el momento cumbre y buena parte de la sociedad se desmovilizó. Qué coincidencia. Y qué conveniente resultó su ausencia. Pareciera ser que el destino le ha asignado con ironía a AMLO el papel de ser funcional precisamente a todo aquello y aquellos a los que se opone.
Así fue luego del fraude electoral que sentó en Los Pinos a Felipe Calderón. Al resultado adulterado del 2006, El Peje opuso el enorme plantón en Reforma, frente al que las movilizaciones de ahora de la CNTE palidecen.
Buena parte de la sociedad lo comprendió todo. Se percibía un fraude que los jueces, con su decepcionante papel, parecían confirmar.
Ese fue el momento en que quien asumía la fuerza legal se daba el lujo de advertir: los muertos serán responsabilidad de su líder.
López Obrador condujo una fuerte movilización con la consigna de no romper un solo cristal. Pero los grandes medios, comenzando por Televisa, se ensañaron con él. Fueron jornadas de desgaste, si no perdió adeptos con el tiempo la gente sí se enfrió y con el tiempo terminó aceptando los hechos.
Y sin romper un vidrio. La situación dio un giro completo cuando AMLO se convirtió en “presidente legítimo” y la resistencia al fraude cesó. La noche del resultado electoral de 2012, AMLO fue persuadido por Cuauhtémoc Cárdenas, Marcelo Ebrard, Manuel Camacho, Lázaro Cárdenas Batel y Jesús Zambrano, de no llamar a la movilización. Fue justo lo que hizo y, a querer o no, la gente se enfrió. Vistas las cosas en perspectiva, López Obrador, el principal líder de oposición en México, le ha sido funcional al régimen en los últimos 18 o 20 años.
Y ciertamente, en la vida abundan las coincidencias. Pero entre las primeras cosas que a uno le enseña el periodismo es que en política no las hay. O son una rareza.
Ayer reapareció AMLO, recuperado ya del infarto sufrido. Se ve bien, más joven, bajó de peso, le dijo un reportero. “Vamos a continuar luchando”, aseguró en breve entrevista, en la que anunció una gira por todo el país, que comienza en Nayarit. “Vamos a recorrer todas las regiones de México, para que no se apague la llama de la esperanza”.
En política la palabra “esperanza” es clave. La gente no puede perderla porque sin ella puede venir lo peor. AMLO lo sabe y más en la escena tan desolada que presenta México, en la que dar “esperanza” a la gente lo hace a uno funcional a nuestro mediocre sistema de vida.