La energética cumbre
¬ Juan Manuel Magaña jueves 20, Feb 2014Política Spot
Juan Manuel Magaña
Me pregunto si han podido dormir bien el presidente de Estados Unidos, Barack Obama y el primer ministro de Canadá, Stephen Harper, con la advertencia que les hizo la dirigencia del PRD de que la apertura del sector energético a la inversión privada aún no es un tema resuelto.
Como se sabe, en una declaración política con motivo de la visita de ambos mandatarios a México, la cúpula perredista afirmó que esos mandatarios “deben tener claro que este tema no está resuelto, que es un capítulo abierto y el pueblo de México tendrá la última palabra en las elecciones federales de 2015”.
El dirigente nacional del PRD, Jesús Zambrano; el coordinador de los senadores, Miguel Barbosa, y el de los diputados federales, Silvano Aureoles, indicaron que la reforma energética aprobada “no contó con el voto de los legisladores del PRD, trastoca los fundamentos esenciales de nuestra convivencia republicana y pone en riesgo nuestra soberanía nacional”.
Los perredistas sostuvieron la necesidad de que la reforma, por su enorme trascendencia, debe ser sujeta a una consulta popular. Y es aquí donde me pregunto qué tanto puede preocuparles esto a Obama o a Harper.
No tanto por la advertencia sino por quien la hace: un partido que está por ser desplazado por la fuerza política construida por Andrés Manuel López Obrador. Y va a ser desplazada precisamente como parte del costo político que el PRD tendrá que pagar por el ciclo de reformas al que se prestó y que condujo a la del sector energético, aunque con esta no hubiese estado de acuerdo.
Definitivamente no creo que dichos presidentes deban preocuparse por el PRD, pero sí por lo que falta en el proceso de apertura energética. Y por el hecho de que pudiera surgir una oposición más fuerte a lo apenas comenzado en términos de la privatización referida.
Es obvio que, aun con la conclusión del proceso legislativo en materia de leyes secundarias, se ha instalado en la percepción pública la expectativa de una consulta popular que pudiera echar atrás todo lo aprobado. Es lo menos que pueden suponer, en el exterior, aquellos que empiezan a medir si finalmente invierten o no sus enormes capitales sin exponerse a un gran riesgo.
Contra esa percepción ya el gobierno, en voz de Miguel Ángel Osorio Chong se ha encargado de criticar a los detractores de la reforma. En una ocasión afirmó que la reforma pretende aprovechar los recursos de México, “contrario a lo que afirman quienes alientan el encono y están anclados en el pasado”. Por el contrario, dijo, el país no se venderá ni pasará a manos de empresas trasnacionales.
Con la reforma energética, el Estado mexicano nunca abandonará la rectoría de lo que le pertenece a intereses privados o a otro país, aseguró el funcionario. Así lo dijo (la sintaxis es de él): “A quienes alientan el encono o están anclados en el pasado, hacen de esta gran reforma un instrumento para decir que se venderá el país, que se pasará a trasnacionales lo que nos pertenece. Por supuesto que esto es contrario a la reforma, cuyo objetivo es aprovechar lo que tenemos”.
No puede escapar a la percepción que el secretario ataje algo que va más allá de la expectativa de una consulta popular cuando dice que “el país no se venderá ni pasará a manos de empresas trasnacionales”. Él lo dijo y de seguro sabe qué tan peligrosa es esa idea en la mente de la sociedad, sea o no cierta.
Y es aquí donde esa idea o percepción decidirá un gran caudal de votos en la contienda política del año que entra, justo cuando ya será partido político el Movimiento de Regeneración Nacional de AMLO. Si eso cambia bruscamente la correlación de fuerzas en el país, lo advertido a los visitantes sí podría ser preocupante.