Captura y jubilación
¬ Juan Manuel Magaña lunes 24, Feb 2014Política Spot
Juan Manuel Magaña
Es sumamente interesante la captura del Chapo Guzmán no sólo por su alcance mundial y los ríos de tinta que han corrido al respecto, sino por la necesidad de analizar la profundidad real del hecho y los retos y peligros que siguen para México.
De entrada el contraste es fuerte para el capo al pasar de una vida legendaria a la desolada existencia dentro de un penal. Dicen las noticias que un día después de haber sido capturado y de su ingreso al penal de máxima seguridad, Joaquín Archibaldo Guzmán Loera, alias “El Chapo”, fue trasladado a la estancia 20, pasillo1, del área de tratamientos especiales que se ubica en el sótano de la prisión del Altiplano, ubicada en Almoloya de Juárez, en el Estado de México. Ahí su nombre ya de nada servirá, se ha convertido en un número.
En esa prisión se encuentran los delincuentes más peligrosos de México y “El Chapo Guzmán”, el que fuera el capo más buscado del mundo, es ahora vecino de José Jorge Balderas, alias El JJ, y de Jaime González Durán, alias El Hummer, entre otros cabecillas de la delincuencia organizada, el tráfico de armas y el secuestro. El penal se divide en ocho módulos y en uno de ellos está también su hermano Miguel Ángel Guzmán.
“El Chapo” está solo y en una celda y en la que hay una cama, una regadera y un baño. Los presos tienen derecho a recibir un giro mensual por 638 pesos para poder comprar cosas de aseo personal como jabón y papel higiénico.
Y tienen derecho a una visita de familiares cada nueve días con horario de 9:00 a 17:00 horas.
El líder del cártel de Sinaloa había construido un imperio de la droga de alcance internacional y era considerado por Estados Unidos el narcotraficante más poderoso. Tras ser perseguido durante 13 años, este sábado fue arrestado en la ciudad de Mazatlán, Sinaloa.
Nació pobre en el poblado mexicano de “La Tuna” de Badiraguato, en la sierra sinaloense, se dice que el 25 de diciembre de 1954 o el 4 de abril de 1957.
Vendió naranjas para sobrevivir.
Pero medio siglo después, en 2009, la revista Forbes lo incluyó en su lista de hombres más ricos del mundo con una fortuna estimada en mil millones de dólares. Y era el enemigo público número uno en el mundo, lugar que tomó luego de la muerte de Osama Bin Laden, líder de la red terrorista Al Qaeda.
La primera captura de “El Chapo” había tenido lugar en junio de 1993 en la frontera entre Guatemala y México. Estaba prófugo desde 2001, cuando cumplía una condena de 20 años de cárcel, a escaso mes y medio del arribo de Vicente Fox a la presidencia de México. Se fugó del penal de máxima seguridad de Puente Grande, Jalisco, en un carrito de lavandería, con complicidad de custodios.
Estados Unidos ofrecía cinco millones de dólares de recompensa por lo que se supiera para dar con él. Había pasado toneladas y toneladas de droga a dicho país.
La Procuraduría General de México le había puesto un precio de 30 millones de pesos (2.4 millones de dólares).
Entró en el negocio del tráfico de drogas en los años ochenta de la mano del capo Miguel Ángel Félix Gallardo, un ex comandante de policía. Tras el encierro de éste en 1989, “El Chapo” no tardó mucho en pasar de gatillero a capo.
Según la agencia antidrogas estadunidense, la DEA, el cártel de Sinaloa se volvió una gigantesca multinacional del crimen organizado.
Su primer socio en el cártel fue Héctor Jesús Palma Salazar, “El Güero Palma”, ya muerto. Sus principales enemigos eran los hermanos Arellano Félix, del cártel de Tijuana, contra quienes el 24 de mayo de 1993 hubo un enfrentamiento en el aeropuerto de Guadalajara, tiroteo en el que perdió la vida el cardenal Juan José Posadas Ocampo. La organización tiene otras cabezas: Ismael “El Mayo” Zambada y Juan José Esparragoza, “El Azul”.
“El Chapo” es apodo que viene de “chaparro”, de baja estatura, y el personaje mide 1.73 metros. Otro chaparro no pudo con él, y eso que vivía en Los Pinos.
Con todo y su estatura, ha construido una propia leyenda de talla igual o superior a la del líder de la mafia, Al Capone.
Y aquí está la cuestión: qué tan grande es la presa o no, cuando ya estamos hablando de “una gigantesca multinacional” a la que le quedan dos cabezas visibles.
Aquí en México decimos que muchas veces los hombres pasan, pero las instituciones permanecen.
Sin duda su captura es un éxito político, pero habrá que ver qué tanta utilidad tiene para acabar con la gigantesca corporación. De otro modo lo de “El Chapo” puede quedar en simple retiro, en mera jubilación.











