Saldos electorales
Ramón Zurita Sahagún martes 20, May 2014De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Ni siquiera el respaldo de Margarita Zavala pudo salvar de la derrota a Ernesto Cordero Arroyo, quien sufre su segundo fracaso consecutivo en la búsqueda de ganar una elección interna dentro de su partido.
Ya era previsible que Gustavo E. Madero Muñoz ganara la presidencia del Comité Ejecutivo Nacional y lo hizo en forma abrumadora, con 13 puntos porcentuales de diferencia.
De nada sirvieron los desplantes y denuncias del senador Cordero Arroyo, ya que el proceso electoral se desarrolló dentro de los cauces esperados y salvo algunos incidentes menores, los comicios fueron ejemplares, con una gran participación. Los militantes panistas tomaron en serio la disputa por el liderazgo nacional del partido y refrendaron el trabajo de su dirigente nacional (con licencia), quien asumirá un nuevo período como tal.
Dentro del cúmulo de observaciones que deben ser anotadas por los panistas y también por lo que no lo son, pero que siguieron atentamente el proceso se encuentran el que los militantes de Acción Nacional se manifestaron en contra de los intentos de cacicazgos o maximatos dentro del organismo político.
Los intentos de Felipe Calderón Hinojosa por mantener una corriente poderosa dentro del partido que controlara la dirigencia nacional fueron eliminados con la abrumadora ventaja que le sacó Madero Muñoz a Cordero Arroyo, aunque dejaron constancia de su fuerza.
Con el resultado de la contienda interna queda claro que con Ernesto Cordero Arroyo sucede lo mismo que con Santiago Creel Miranda, ya que son personajes que alcanzaron niveles de secretarios de un gabinete, debido a su relación cercana con el entonces Presidente de la República, pero como figuras del partido o electorales, simplemente no embonan con los electores.
Los calderonistas deben estar conscientes de que sus momentos estelares ya pasaron y que ahora son otras las figuras principales del partido, dejándolos en un papel secundario, pero necesario para intentar que el partido repunte.
Una vez pasado el proceso electoral y reconocida la victoria de uno (Madero) y la derrota de otro (Cordero), los panistas deberán trabajar a favor de la reconciliación de las partes en conflicto y presentar un frente común con vistas a las leyes secundarias de las reformas pendientes y a más larga distancia, las candidaturas para la renovación de nueve gubernaturas y 500 diputaciones federales, además de alcaldías y congresos locales en distintos estados del país, prevista para junio del año próximo.
Es cierto que con todo y que se aplican medidas emergentes y se trate de sanar las heridas de la contienda interna, el resultado de la misma deja ganadores y perdedores.
Uno de los ganadores es Marko Cortés, coordinador de la campaña del reelecto Gustavo E. Madero, quien se enfila a la candidatura de su partido al gobierno de Michoacán, prevista para el año próximo.
Los conflictos internos que se viven en Michoacán se convirtieron en una llave de acceso al gobierno estatal para los candidatos que presenten los partidos de la Revolución Democrática y Acción Nacional, una vez que los priístas mostraron una total ineficacia como autoridad estatal. Es cierto que el auxilio del gobierno federal ha conseguido equilibrar las cosas, pero la decepción de la población hacia el priismo local es demasiado grande.
De convertirse en candidato Cortés, le arrebataría la nominación a Luisa María Calderón Hinojosa, quien hizo lo propio en 2011, cuando fue nominada candidata al gobierno estatal y perdió por escaso margen ante Fausto Vallejo Figueroa, con todo y que era la favorita en todas las encuestas.
Cortés hubo de conformarse con la candidatura a la alcaldía de Morelia, la que perdió en dos ocasiones.
Otro de los personajes cercanos a Madero Muñoz que consolida su posición es Ricardo Anaya, ex presidente de la Cámara de Diputados y compañero de fórmula del ganador.
Anaya se enfila a la candidatura de su partido al gobierno de Querétaro, entidad que ya detentó el PAN durante dos sexenios consecutivos y que se encuentra en la lista de las probables para recuperar en los comicios del año próximo.
Lo que quedaría pendiente es saber si Anaya prefiere quedarse como secretario general del Comité Ejecutivo Nacional o explorar la posibilidad de competir por el gobierno de Querétaro.
Sin embargo, dentro de lo que de los saldos que deja la elección del dirigente nacional panista es una figura endeble, a la que se recurrió de último momento para intentar detener la caída del candidato Cordero Arroyo, la de Margarita Zavala.
Durante mucho tiempo, el PAN se ufanó de la presencia que tenía entre la población la esposa del entonces Presidente de la República, a la que encuestas manoseadas ubicaban dentro de los mejores porcentajes que obtenían los políticos en las preferencias de los posibles electores. Algunos zalameros llegaron a presentarla como una opción de candidatura presidencial de su partido y hasta se llegó al extremo de situarla como la opción del partido blanquiazul para el 2018.
Hoy se ve que ni siquiera tiene un gran consenso dentro de la militancia de su partido, como para convocar a los electores panistas para que expresaran su respaldo a Ernesto Cordero.
Según las cuentas alegres que hacían los paleros del matrimonio Calderón-Zavala, Margarita sería nominada candidata plurinominal a la Cámara de Diputados, se convertiría en la coordinadora de su fracción en la LXIII Legislatura y de ahí el gran salto a la candidatura presidencial.
La realidad parece ser otra y quedará la intención para mejores tiempos, por el momento, tendrán que asimilar la derrota, pactar con los adversarios ganadores y hacer un frente común, olvidando resabios del pasado reciente.