Los muros de Berlín y de Israel
¬ Mauro Benites G. jueves 29, May 2014Municiones
Mauro Benites G.
Es indudable que la figura del Papa Francisco en oración frente al muro, al legendario muro de las lamentaciones, nos recordó al Papa Wojtyla en su lucha por derribar el muro de la ignominia de Berlín, y sorpresiva la declaración del actual Papa, en la ciudad de Belén, cuna del cristianismo, su contundente declaración de “inaceptable”, refiriéndose a no reconocer el derecho de existencia del estado Palestino.
El presidente Israelí Shimon Peres al recibir al Papa Francisco en el aeropuerto Ben Gurion, al darle la bienvenida, relató que su visita está cargada de significado simbólico como defensor de los pobres y los marginados.
Con estas actitudes renace la esperanza de un tratado de paz entre Israel y Palestina, con la invitación del Papa Bergoglio, para que se reúnan en el Vaticano el presidente Mahmud Abbas y Shimon Peres, como anfitrión el Papa Francisco. Esperamos que las pláticas iniciadas en campo David en el año 2000, den resultados para una paz duradera en el conflicto de estos pueblos, primos-hermanos, que tienen igual derecho de existencia.
Recordando que el imperio inglés no tuvo la sensibilidad política de tomar en cuenta la opinión de los palestinos, al proponer la instalación del estado de Israel en lugares habitados por palestinos, ya lo apuntaba Lord Arthur Balfour en su propuesta.
“El gobierno de su majestad ve con favor el establecimiento en Palestina de un Hogar Nacional para el pueblo judío, y hará sus mejores esfuerzos para facilitar la consecución de este objetivo, con el claro entendimiento de que nada se hará que pueda perjudicar los derechos civiles y religiosos de las comunidades no judías existentes en Palestina o los derechos y posición política de que gocen los judíos en cualquier país”.
La declaración contenía dos promesas: una a las sionistas y otra a los palestinos, claramente contradictorias entre sí. La respuesta ante este lio puede hallarse al saber cuáles eran las intenciones del gobierno británico. Simplemente, no tenía la menor intención de cumplir su promesa a los palestinos. La política británica nunca ha sido claramente declarada, pero puede hallarse en un memorándum que Balfour escribió el once de agosto de 1919.
“En Palestina ni siquiera nos proponemos seguir la forma de consultar los deseos de los actuales habitantes del país…Las cuatro grandes potencias están comprometidas con el sionismo. Y el sionismo tenga o no tenga razón, sea bueno o malo, está arraigado en tradiciones seculares, en necesidades actuales, en esperanzas futuras, de importancia mucho más honda que los deseos y prejuicios de los setecientos mil árabes que ahora habitan el antiguo territorio”. Aquí el problema heredado por el imperio Inglés, sin visos de solución conjunta.