Puebla: crimen sin castigo
¬ Juan Manuel Magaña miércoles 23, Jul 2014Política Spot
Juan Manuel Magaña
El gobernador Rafael Moreno Valle es de los políticos encumbrados que piensan que este país necesitará en el futuro un hombre fuerte, de mano dura, uno tan perro, pero menos torpe que Felipe Calderón.
Claro que él entiende por país lo que sus élites necesitan. Y eso que necesitarán será, en forma creciente, mantener a raya cualquier protesta, inconformidad o resistencia a la entrega de más privilegios a esas élites, a despojos que vienen y a la entrada de nuevos dueños que tendrá este territorio llamado aún México.
Por eso, pensando a futuro, Moreno Valle ha más bien soñado con la presidencia de este país. Y para ello le apostó a construirse un perfil de político de mano firme, de esos a los que no tiene por qué temblarles la mano para desbaratar manifestaciones, disolver plantones y aplastar disidencias. En su óptica, el país necesitará mucho orden, no reclamos, y él quería mostrar que sabía imponerlo. Y por ello no ha reparado en gastos para construirse una imagen de infalible, a través de los grandes medios de comunicación. Una verdadera fortuna.
Tanto ha querido mostrarse así, que ordenó a un Congreso local servil aprobar una “Ley Bala”, porque él sí sabía usar toda la fuerza del estado para aplacar a unos cuantos radicales, de esos que gozan con alterar el orden y la tranquilidad de una sociedad que se solaza en su paz social. Pero el tiro le salió por la culata. El disparo de una bala de goma, efectuado por su policía durante una manifestación en reclamo de servicios del Registro Civil, mató a un menor de 13 años, y ahora el gobernador no se la acaba.
Ahora, Moreno Valle ha ordenado al mismo Congreso servil que haga lo contrario: que derogue esa “Ley Bala” que tan alegremente aprobó dos meses antes de ocurrida la fatalidad anunciada. Y los diputados bailan al son que su góber les toque. Cómo no.
Pero derogar esa ley criminal no le hace justicia al niño muerto ni a su madre, que con todo tino -ya dijimos- responsabiliza de todo al gobernador. La ley no tuvo la culpa, sino su autor, que advertido estaba de las consecuencias que más temprano que tarde han tenido qué lamentarse.
La culpa la tiene él por la ambición de conseguir algo mediante medios cuestionables. Advertido estaba y ahora debe pagar las consecuencias de su irresponsabilidad o necedad. Con independencia de alguna consecuencia jurídica, la primera forma de pagar sería su separación del cargo. Una decisión suya ha costado un muerto, no merece gobernar más. Que se quite de ahí.
Pero no se va a quitar. Se ha ganado el mote de represor, sí, pero era eso lo que quería. Con el tiempo y unos cuantos millones bien gastados en los medios su imagen se suavizará y seguirá siendo un activo para esas élites que van a necesitar alguien que sepa en qué momento jalar un gatillo.
En la prensa puede leerse a quienes lamentan el supuesto deceso político de Moreno Valle. Con el suceso funesto añoran la falta de “inteligencia” de los políticos y las policías para reprimir “con limpieza” a manifestantes que afectan los derechos de terceros y de otras mayorías.
Esperarán a que Moreno Valle refine sus métodos porque sin pagar por lo ocurrido, él estará más que vigente para los grandes electores que tendrá este país.