El tremendo IEDF
¬ Juan Manuel Magaña miércoles 27, Ago 2014Política Spot
Juan Manuel Magaña
Una a una, instituciones que demuestran que no sirven para nada, y esta vez fue el turno del Instituto Electoral del Distrito Federal.
Antes que haber hecho el trabajo sucio de exonerar a Cuauhtémoc Gutiérrez, el IEDF debió declararse incompetente de manejar el caso, dado la evidentemente escasa investigación por parte de su Unidad de Fiscalización sobre si el entonces dirigente usó recursos públicos asignados al PRI para gastarlos en mujeres.
Es de escándalo que haya sido su propia consejera presidenta, Diana Talavera, la que ventilara públicamente que la investigación del órgano fiscalizador no haya sido exhaustiva, razón por la cual ella votó en contra -no así el resto de los consejeros- de la resolución respectiva que favoreció al ex líder.
La propia resolución, expuso la presidenta del Instituto Electoral capitalino, “señala que no se pudieron obtener todos los elementos en virtud de que el partido no tenía en los mejores términos la información”.
Cómo es posible que estando en conciencia de que “no se obtuvieron todos los elementos” para satisfacer una investigación y que habiendo encontrado un “desorden administrativo del PRI que sí se va a sancionar, pero posteriormente”, la mentada Unidad de Fiscalización y los consejeros del IEDF se hayan atrevido a darle una carta de buena conducta al ex dirigente evidenciado por una investigación periodística impecable del equipo de Carmen Aristegui.
Pero sí es posible por consejeros como Noemí Luján, quien votó a favor. Su mentalidad lo dice todo. A ella no le importa el que no se haya investigado exhaustivamente ni que se toparan con un desorden administrativo que les hizo imposible saber si se desviaron o no recursos de un partido político para fines distintos a los de este partido.
Una de sus respuestas es “a mí me gustaría que los partidos tuvieran sus finanzas en orden, me gustaría que las víctimas denunciaran… sin embargo, pues no es posible dadas las condiciones en las cuales se hizo la investigación llegar a la verdad y nada nos dice que prorrogar el tiempo lo vaya a permitir; además, si lo hacemos, estamos violentando nuestros propios plazos que establece la ley”.
O sea, que a la mentada consejera le valió gorro no llegar a la verdad para al final exonerar a Cuauhtémoc Gutiérrez. Habla como si no diferenciara lo bueno de lo malo. Pero se justifica diciendo que en el IEDF “somos una institución electoral de carácter administrativo”, “nosotros no podemos ser una institución justiciera”, por que la carta de buena conducta extendida es “resultado de un procedimiento de investigación que se instituyó en el Instituto Electoral, en donde se cubrieron los plazos… somos una institución que se ajusta a los procedimientos y en función de eso, el resultado que se obtuvo es que no había elementos para poder proceder en contra del acusado”.
Hay una suerte de inmoralidad burocrática cuando se dice que hay que cumplir por cumplir aunque el resultado sea malo. Eso es lo que está diciendo una consejera que no merece serlo. Sus dichos, su mentalidad, son la viva expresión del “ahí se va”, del “salga como salga”. “Nosotros somos una institución que debe ajustarse a los procedimientos legales y ésos se cubrieron”.
El problema es que el asunto puede tener otras implicaciones, no sólo el de consejeros que piensen cerradamente como burócratas que sólo miran al reloj checador. Ayer mismo, un diputado local del PAN, Federico Döring, introdujo la sospecha de que “alguien cabildeó con los consejeros del DF”.
Son tiempos de amoralidad, por decir lo menos. Döring plantea este dilema: “Si la queja la presenta el PRD y 5 de los 7 (consejeros) fueron propuestos por el PRD (y Movimiento Ciudadano), yo ya no entiendo quién cabildeó o a favor de quien”.