Las elecciones intermedias
Augusto Corro lunes 15, Dic 2014Punto por punto
Augusto Corro
De las organizaciones políticas de la llamada izquierda mexicana el Partido de la Revolución Democrática (PRD) será el más vapuleado en las elecciones intermedias del 2015. Su imagen pública resultó más que abollada por la tragedia de los normalistas de Ayotzinapa.
No lograron sacudirse sus vínculos con el presidente municipal, José Luis Abarca Velázquez, señalado como autor intelectual de la desaparición de los 43 estudiantes, ocurrida el 26 y 27 de septiembre.
También fue determinante el apoyo que “Los Chuchos”, los dueños verdaderos del PRD le brindaron en todo momento al entonces gobernador de Guerrero, Angel Aguirre Rivero.
Con el desprestigio a cuestas, la contienda electoral próxima se convertirá en un dolor de cabeza para la dirigencia amarilla.
En dichas elecciones también será determinante para el fracaso del PRD la presencia del nuevo partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) de Andrés Manuel López Obrador.
La salida del tabasqueño del PRD agudizó el divisionismo en ese organismo político y al mismo tiempo lo debilitó. También ocurrió con la renuncia de Cuauhtémoc Cárdenas al perredismo.
Sin embargo, el desprestigio de la izquierda por el caso Iguala influirá en el electorado que simpatizaba con las corrientes de izquierda, a menos que para la fecha de las elecciones ya se haya olvidado la desaparición de los 43 normalistas.
López Obrador cometió el error de apoyar a Lázaro Mazón, un político asociado con el alcalde de Iguala, Abarca Velázquez, en la política y en los negocios.
El tabasqueño designó a Mazón como candidato de Morena a la gubernatura de Guerrero. Luego de lo sucedido a los normalistas, se cayeron las aspiraciones del protegido de López Obrador. Sin duda, las elecciones intermedias cambiarán el panorama político de la izquierda mexicana.
INSENSIBILIDAD POLÍTICA
¿Insensibilidad política o intereses? ¿O ambos juntos?
Porque más de un político trátese de alcalde, diputado, o dirigente, rechaza la reforma que proponen las autoridades federales para desaparecer la totalidad de las policías municipales del país.
Los alcaldes panistas se manifiestan en contra de la iniciativa de ley por considerarla inconsistente, invasiva y centralista. Aceptan la reforma únicamente en casos excepcionales.
Dicen que se afectaría gravemente la calidad de vida de los ciudadanos, así como la gobernabilidad e institucional municipal.
Vaya actitud tan negativa de los panistas. No hay un solo mexicano que no sepa que las policías municipales son una auténtica nulidad y un peligro en materia de seguridad.
Su condición de pobreza e ignorancia los convierte en carne de cañón para servir a las mafias de la droga. En más de una situación, los uniformados son llevados ante las autoridades debido a su participación en secuestros.
Son los propios presidentes municipales, sin importar su signo político, los que, en múltiples ocasiones, utilizan a la fuerza pública municipal como sus brazos ejecutores. El ejemplo lo tenemos en Iguala y Cocula. Los policías municipales y los sicarios se encargaron de detener y matar a los normalistas.
De este hecho se desprende la necesidad de contar con leyes nuevas que no permitan que un suceso como el de Iguala se repita. Pero los alcaldes panistas no alcanzan a comprender o no quieren entender que la lucha contra la delincuencia organizada tiene que ir a fondo.
La amarga experiencia de la guerra fallida de Calderón contra el narco, debe superarse. Y empezar por la desaparición de las policías municipales es buen paso para erradicar, aunque sea parcial, la influencia del crimen organizado.
¿Qué pretenden los presidentes municipales que se oponen a la desaparición de la policía municipal? Pues suponemos que se trata de no soltar el presupuesto y ya no contar con la fuerza pública para sus negocios personales.
UN EJEMPLO POSITIVO
En Tarrant, Alabama, se registró un hecho que reflejó la condición humana de un policía.
Una mujer de raza negra, Helen Jonhson, fue sorprendida cuando llevaba su bolsa con cinco huevos robados en una tienda de autoservicio.
Al ser descubierta por el empleado, aceptó su “delito”. Por cierto, los huevos se rompieron. Explicó que llevaba el alimento para sus hijos. Se siguió el trámite correspondiente y la mujer fue entregada a un policía. Este en vez de detenerla, dejó en libertad a la mujer y le regaló un cartón de huevos. Luego que ella prometiera que no volvería a robar.
William Stacy, el oficial de policía, fue aplaudido por propios y extraños. El hecho trascendió y Helen Jonhson empezó a recibir muestras de solidaridad y le enviaron comida para alimentar a sus hijos, así como ropa y dinero. La susodicha Helen mantiene a dos hijas, una sobrina y dos nietos.
Aquí en México, las cosas hubieran sido diferentes. Ella hubiera sido llevada ante el representante del Ministerio Público, como paso inevitable hacia la cárcel. El uniformado habría sido felicitado por sus jefes por esmerarse en el cumplimiento del número de arrestos ordenado. Y no hubiera pasado por la cabeza del policía regalarle algo de comida.