Papa Francisco
¬ Javier Cadena Cárdenas martes 23, Dic 2014Termómetro
Javier Cadena Cárdenas
No cabe duda de que el papa Francisco, va de sorpresa en sorpresa.
La primera, que no dependió mucho de él, fue su mismo ungimiento como Pontífice de la Iglesia católica, ya que en más de mil años de papados, él se convirtió en el primer Vicario de Cristo no europeo.
Y de ahí para el real, o como quien dice, y es que apenas hace unos días el mundo se enteró del acercamiento que tienen y, según esto, van a seguir teniendo Cuba y Estados Unidos, y para el cual ambos países le reconocen al Papa su importante papel para que ello fuese posible.
Ahora, en un par de reuniones con sus colaboradores, el Obispo de Roma sorprende a propios y a extraños con dos discursos críticos al por mayor.
De entrada, ante sacerdotes, obispos, arzobispos y cardenales congregados en el Vaticano, dijo algo que, lo menos, los cimbró: “La Curia debe mejorar. Una Curia que no se autocritica, que no se pone al día, que no busca mejorar, es un cuerpo enfermo”, les expresó en viva voz.
Aquí habrá que recordar que en el Estado vaticano se le llama Curia a la administración central de la Iglesia católica romana, es decir, utilizando términos de la administración pública mexicana, al gabinete, a cuyos integrantes, incluso, les recriminó el que algunos de ellos actuaban en el cargo como fueran “inmortales, inmunes e incluso indispensables”.
En su discurso, con motivo de las fiestas navideñas, el Papa reconoció que la alta burocracia de la Curia padece enfermedades y tentaciones, mismas que van, dijo, del “alzheimer espiritual” a la “esquizofrenia existencial”, pasando por la acumulación de bienes materiales, la pertenencia a círculos cerrados, lo mundano, el exhibicionismo, la rivalidad y la vanagloria, entre otras linduras.
Resulta obvio anotar que la palabras del Papa Francisco cayeron como cubeta de agua fría a, precisamente, los integrantes de la Curia romana, aspecto que no pasó desapercibido para el representante de Dios en la Tierra, provocando que los invitara a quitaran las “caras largas” y fueran más alegres, ya que, les espetó, “una buena dosis de humor sano” hace bien al ser humano.
Ya después, ahora ante los trabajadores de la Curia, volvió a dar otra sorpresa al “pedirles perdón, dijo, por mis errores y los de mis colaboradores y también por algunos escándalos que han hecho tanto daño”.
Para terminar con esta audiencia, invitó a los colaboradores de la Curia a evitar los chismes y las habladurías, aunque reconoció que “cuando se corre el riesgo de perder el trabajo y en otras situaciones difíciles puede suceder que se hable mal de los demás”, pero, abundó, eso “no está bien. Es mejor evitarlo”, aseveró.
Importantes estos discursos del Sumo Pontífice, mismos que no estaría mal que la clase política mexicana los conociera y, por qué no decirlo, los hiciera propios, aspecto que haría mucho bien a la percepción que la población en general tiene de la situación en la que el país despide el 2014 y da la bienvenida al 2015.
¿Será posible esto?