Audioescándalo
Augusto Corro jueves 21, May 2015Punto por punto
Augusto Corro
Las diferentes etnias indígenas en México siguen sumidas en la pobreza, lejos de asomarse al progreso. Una de las causas de su atraso viene de la poca o nula atención de los gobiernos, municipal, estatal o federal.
Esas minorías además de ser sometidas a las injusticias, también son objeto de burlas y sarcasmos de las autoridades y de los políticos que ven en ellas un voto seguro, con sólo regalarles una torta o un refresco el día de elecciones.
Desde siempre, las etnias únicamente le interesan a los políticos en temporada electoral; a veces ni eso; prefieren burlarse de ellos, en vez de proporcionales atención y respeto por su condición de gente humilde, llena de carencias y necesitada del auxilio de los poderosos.
Quienes podrían brindar una verdadera atención a los indígenas no lo hacen, porque jamás entenderán que existe un mundo de pobres repartido en todo México, en el que se encuentran las etnias mencionadas en espera de subirse al carro del progreso, que nunca llega.
Lo que sí reciben los indígenas son las burlas y los sarcasmos de los funcionarios públicos, como es el caso del “Audioescándalo”, derivado del espionaje telefóncio, en el Instituto Electoral Nacional (INE) protagonizado por su presidente, Lorenzo Córdova Vianello, cuya voz fue grabada cuando hablaba majaderías con su subordinado Edmundo Jacobo.
El titular del INE se mofa de manera racista de los representantes de pueblos indígenas, quienes demandan la creación de la circunscripción sexta para que puedan postular candidatos. El diálogo entre ambos funcionarios da pena ajena. Es difícil entender como un individuo con títulos universitarios usa un lenguaje de carretonero, que no repetimos en este espacio, por respeto a nuestros lectores.
¿Qué le pasó a Córdova Vianello para expresarse en forma tan frívola y maleducada? Pues nada. Así es su manera baja de manifestarse, de enseñar el cobre, como se dice coloquialmente. Es el prototipo de los que llegan a cargos públicos amparados con títulos de doctorado, pero sin un mínimo de respeto y tolerancia a sus semejantes.
Nuestro colega Francisco Rodríguez, de la columna Índice Político, dijo lo siguiente sobre el citado Lorenzo, que es “mitad italiano, mitad mexicano, es un favorito de las hadas, pues a pesar de tener escasos días al frente del INE, ya “rankea” fuerte entre los nuevos padres de la patria y es un poco -hasta ahora- pasado de castaño oscuro en eso de declarar como si nadie conociera de donde viene. Más lejos de la realidad, ni mandado a hacer”.
Y añadió: “gusta repetir en entrevistas a modo: “yo me crié en las manifestaciones”, “la conciencia cívica se hacía en el comedor de mi casa”, “estudié en Turín, en la escuela que lleva el nombre de Norberto Bobbio” (y entre paréntesis, ¿eso qué?; yo transito frecuentemente frente a la Bolsa de Valores y eso no me convierte en accionista), como queriendo ir construyendo una imagen marmórea que supere, aunque sea con una tilde o una jota, el homérico José Woldenberg, sin percatarse siquiera que todos sus entrevistadores colmilludos de la televisión o la radio, cansados de tanta solemnidad, ya lo agarraron de “patiño”.
¿IGNORANTE O CONFIADO?
Claro, el presidente del INE no se iba a quedar con el golpe y decidió denunciar el hecho del espionaje telefónico ante la Procuraduría General de la República (PGR). ¿Es bueno o es malo? Ni una ni otra cosa.
La PGR, como ocurrió siempre en los casos de espionaje telefónico, enviará el caso al archivo. No olvidar que nos encontramos en temporada electorera y por el momento todo seguirá en calma hasta que pase el 7 de junio, día de ir a votar.
Córdova Vianello llegó a la política con los ojos vendados. Todo mundo sabe que el espionaje es parte de una manera inmunda de hacer política, pero así ocurre en todos lados.
Únicamente a los ingenuos que andan en la grilla se les ocurre soltar palabras comprometedoras a través de las líneas telefónicas. Innumerables políticos ya fueron víctimas de su indiscreción telefónica.
¿Y los espías? Bueno, de éstos no se sabe quiénes son, aunque no cabe duda que el espionaje telefónico sí sirve, ¿a quiénes?, a aquellos que buscan alguna venganza política o simplemente para poner de cabeza a aquellos funcionarios inmaduros, que como Córdova Vianello, no piensan que sus comentarios negativos abollan la imagen del INE.