Amantes de “La Doña”
¬ Salvador Estrada jueves 2, Jul 2015Folclor urbano
Salvador Estrada
Los flamantes diputados y jefes delegacionales tienen ahora la oportunidad de mostrar su vocación de servicio, su deseo de servir a la comunidad y de echarle ganas para cumplir sus promesas de campaña.
Asimismo, deben manejar su ética política y no coquetear con la señora que todos desean para entregarse en sus brazos sin que nadie se entere.
Los políticos, con algunas excepciones, son amantes de esa señora, que a todos los enloquece y que por ella se vuelven desleales y son capaces de perder la vergüenza y engañar hasta a sus mejores amigos y familiares.
La pasión por esta señora no tiene límites y pese a las amenazas que reciben, de ser encarcelados por su necedad de seguir amándola, no hacen caso y su fidelidad es permanente aunque cambien de trabajo.
Esta “mujer”, que está acabando con los hombres que llegan al poder, es “doña corrupción”, dueña y señora del mundo político, donde todos quieren poseerla por la comodidad y los placeres que les brinda una vez que está en sus manos.
A “La Doña”, la ley general de transparencia, por ahora, “le hace los mandados” y como el sistema nacional anticorrupción, que va a ser su enemigo número uno, todavía no entra en funciones, es el momento de los que dejan su cargo para hacer de las suyas. Diputados y delegados que ya se van saben muy bien lo que pasa “si dejan algo”.
“Doña corrupción” no sufre ni se acongoja, igual que sus amantes políticos, ni tiene dolor alguno porque sabe que es difícil que la toquen o la acusen de perversa. Siempre ha contado con la protección de su eterno proxeneta: “el señor impunidad”.
Ambos personajes andan del brazo y por la calle y los políticos que logren ligarse a los dos, su patrimonio se incrementará, con la seguridad que la cárcel está muy lejos de su vida y que para evitarla tienen que aprender a ser transas y a “mocharse” .
Definitivamente, este amasiato es más fuerte que el romance de Romeo y Julieta y quien entre con ellos a formar un triángulo amoroso, puede escalar mayores puestos en el poder político y mientras no los sorprendan en una orgía tipo francés, un “menage trois”, no pasa nada. No pasa nada, porque las leyes para acabar con ellos se legislaron, pero no se cumplen.