Sistemas políticos atrasados, vulnerables
Francisco Rodríguez martes 14, Jul 2015Índice político
Francisco Rodríguez
La V República francesa, constituida en 1958, influenciada por las exigencias de mayor poder presidencial, reclamadas por el salvífico Charles De Gaulle, sigue en vigor. Sólo que es un sistema semi-presidencial.
Desde hace algunos años se debate si el sistema semi-presidencialista es aplicable para el caso de México. Alguien debería estar enterado de esos avances. Pero no creo. Las condiciones políticas de miseria, degradación y vasallaje, impuestas desde posiciones de poder en comandita, nacionales y foráneas, orientadas por el odio y la violencia, se enfrentan cada vez más a una realidad.
Existe una posición política en los países avanzados que impele a los países serios a adoptar decisiones que funcionen como contrapeso a un orden unipolar y, entre sus medidas de avanzada, proponen buscar nuevos modelos constitucionales para el funcionamiento en un mundo salvaje.
Los nuevos diseños que se han adoptado desde hace rato, no responden a la instauración de modelos clásicos de gobierno o de ejercicio de la soberanía en su acepción tradicional.
Por fuerza, obedecen a la lógica de la supervivencia, consistente en superar las disparidades estructurales y geopolíticas prevalecientes, para tratar de remover esos obstáculos que hasta hoy parecen insuperables, por la ausencia de solidaridad internacional en terrenos jurídicos.
Las investigaciones jurídicas sobre temas políticos no pueden pasar por alto el análisis de los fenómenos acontecidos los últimos veinticinco años: la pulverización del sistema soviético total, el papel detonador del Vaticano y el derrumbe del Muro de Berlín como antecedentes de la unificación de la nueva Europa.
Asimismo, no pueden dejar de observar el surgimiento espectacular de las economías asiáticas —el llamado Tigre del cuadrilátero de los mares del Sur— equipadas con modelos corporativos altamente sofisticados.
Igual, la implementación transcontinental del liberalismo a ultranza y su inseparable acompañante, la globalización y la uniformación informativa de los mass media.
La radicalización unilateral de los financieros que manejan los hilos de los organismos internacionales, aparentemente samaritanos; la aparición en escena de ese virus de los halcones republicanos llamado “guerras preventivas”.
Así como sopesan el agotamiento creciente de los recursos naturales y fósiles; el resurgimiento del autoritarismo y sus tentaciones monetarias; la agudización del pensamiento tecnocrático y sus nefastos resultados en el decision making process.
La interesada, y la mayoría de las veces provocada —desde el estrafalario grupo de Big Masters que sigue reuniéndose en Albany— “lucha” de las superpotencias contra el terrorismo que, a querer o no, sujeta la agenda nacional a esos desvaríos mediáticos.
Sistemas estáticos derivan en parálisis estructural
Inmersos, pues, en este nefasto escenario de la “aldea global”, los sistemas políticos que pretendan subsistir como sistemas abiertos, deben ya enfocar sus baterías en busca de procedimientos inéditos, necesariamente arriesgados.
Modelos constitucionales yuxtapuestos que conserven en sus líneas constitucionales aquellas materias dignas de permanecer —para no abrir debates falaces— e innoven mecanismos que fortalezcan la gobernabilidad democrática con estabilidad.
Es estos momentos del mundo, los sistemas políticos más atrasados, son consecuentemente los más vulnerables. Sistemas constitucionales que han permanecido estáticos son invadidos irremediablemente por parálisis estructurales.
Muchas veces, usted y yo, hemos señalado la falta de respuestas, la catatonia institucional que invade a nuestros gerifaltes cuando, de repente, se enteran que alguien de afuera ya se llevó sus comisiones. No es para menos. Deben prepararse si quieren seguir robando. ¿Mínimo, no?
Claro, la culpa es por no estudiar. Pero debemos convenir en que la alta intensidad de las turbulencias económicas y financieras extra fronteras los toca. Algo debe decirse en su favor, si no ¿para qué los elegimos?
Pero fundamentalmente permanecen inmóviles por su probada incapacidad para enfrentar las nuevas condiciones de competencia, productividad y rapidez de respuesta que el andamiaje jurídico envejecido no puede proporcionar. Que esto les valga.
Viejo presidencialismo posterga lo importante
Los presidencialismos de viejo cuño, respetados en la etapa anterior —de 4 años hacia atrás—, por estudiosos y gobernantes funcionalistas que propalaron virtudes de eficacia y presteza para la solución de los conflictos al interior y exterior de los sistemas, son sólo una cuestión del pasado.
Hoy, esos presidencialismos son sometidos por congresos altamente representativos, que no corresponden necesariamente al número de votos que por el sistema de “mayoría relativa” eligió al Poder Ejecutivo unipersonal. Los congresos responden a otras pesas, medidas y tamaños.
Cámaras plurales, divididas en sus preferencias ideológicas y en su “lealtad” a quienes financiaron sus campañas, mientras que los aparatos de procuración e impartición de justicia observan, a veces prudentes, otras, codiciosos, el desenlace de una lucha sorda por el poder.
En esa lucha se posterga necesariamente el apremio popular, la solución a lo importante y también a lo urgente, la defensa de la soberanía, el combate a la pobreza, la seguridad, el desempleo, la enfermedad y el alimento.
Es decir, se postergan los valores supremos de la nacionalidad. Nada más, pero nada menos, expresión española que usaba mucho Azorín, aunque Jesús Reyes Heroles —el de a deveras— le haya robado la frase para dejar a todos “con cara de what?”, aplaudiendo los giros idiomáticos, todos raptados, del tuxpeño.
(Como todos saben “lo que resiste, apoya”… “la forma es fondo”… un “partido de clases, no de clase”, entre otras, forman parte del refranero político castizo que Don Jesús, que estudió allá, y nos las trajo para espantar a los incautos, porque sabía usarlas para neutralizarlos).
Proyectos autoritarios reportan grandes tragedias
Pero volviendo a lo nuestro, el análisis jurídico demanda la investigación sobre el pasado, así como el atisbo de las condiciones económicas y geopolíticas que han despertado peligrosas ambiciones, a partir de seculares repartos de zonas hegemónicas.
Como estamos acostumbrados a que nos apliquen condiciones leoninas de dominación y explotación, es natural que no nos demos cuenta de que los proyectos políticos con vocación autoritaria, si no se manejan con conocimientos y experiencia, nos reportan enormes tragedias.
Siempre explicarán mejor el mundo de nuestro tiempo los conceptos que el derecho constitucional, la filosofía del derecho, la historia jurídica y la economía política aporten para poner orden en el análisis del desarrollo político y de las técnicas jurídicas aplicables.