Las rémoras quieren volar solas
Ramón Zurita Sahagún jueves 18, Feb 2016De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Durante muchos años los partidos políticos pequeños dieron muestra de ser simples garrapatas, chupando la sangre de los organismos políticos mayores, a los que se aferraban para continuar viviendo del presupuesto y asegurando un puñado de espacios, regularmente por la vía plurinominal.
Conforme la competencia electoral se hizo más complicada, los partidos pequeños elevaron el costo de sus servicios y optaron por ponerlos en subasta, para ver quién ofrecía y daba más. Eso sí, existen algunos que encontraron su forma de vida garantizada, como el Partido Verde, que mantuvo su lealtad al PRI y con ello una alza trienal de curules y sexenal de escaños, a la par de ayuntamientos y hasta un gobierno estatal (Chiapas).
Los verdes fueron en un principio aliados del PAN, respaldando la candidatura de Vicente Fox Quesada, quien escatimó el pago, por lo que prefirieron negociar con el tricolor y asegurar los cargos de elección popular, especialmente los correspondientes al dueño de la franquicia, Jorge Emilio González Martínez.
De esa forma, priístas y verdes mantienen una relación, que a los segundos agrada y a los primeros incomoda, principalmente a aquellos militantes que son desplazados para cubrir las cuotas de pago a un partido considerado como el más rico de todos.
Los del Partido Verde están considerando la idea de ir solos en la próxima elección, dependiendo, si su candidato presidencial crece lo suficiente como para aspirar a una cerrada lucha del sufragio.
Tienen en Manuel Velasco Coello un buen prospecto, manirroto, buena imagen, con cierto carisma y que pueden posicionarlo en el tiempo que falta para el inicio de las campañas presidenciales.
Los verdes cuentan con cerca de 20 meses para decidir si continúan convertidos en rémoras o intentan volar solos.
Por lo pronto, ratifican su confianza en el Revolucionario Institucional y van con el en los 12 estados con proceso electoral de gobernador, sin importar que ninguna de las nominaciones le haya correspondido.
El otro casi eterno aliado de los priístas es Nueva Alianza, que vende sus servicios al mejor postor.
Los del Panal no le deben lealtad al PRI, por el contrario, el partido fue fundado por Elba Esther Gordillo, para frenar las aspiraciones presidenciales de Roberto Madrazo Pintado.
Después de eso, el Panal va en los comicios estatales de la mano de unos y otros, según le convenga, eligiendo a los que tienen mayores posibilidades de ganar.
Lo mismo apoya en una contienda a la candidata del PAN en Michoacán, Luisa María Calderón, que a la siguiente elección lo hace con Silvano Aureoles Conejo, del Partido de la Revolución Democrática.
Respalda a la mayoría de los candidatos del PRI a esos cargos de elección popular y mantiene la duda en Puebla si va con el PAN, partido que apoyó seis años antes o se alía al tricolor, según los ofrecimientos de uno y otro. En 2010, el Panal presentó candidato en Oaxaca, aunque su votación fue escasa, en los demás estados fueron en alianza, sea con el PAN (Veracruz, Puebla, etc.) o PRI (Chihuahua, Sinaloa).
Movimiento Ciudadano (antes Convergencia y más antes Convergencia por la Democracia) es otro partido que analiza ir solo en un futuro cercano. Ellos ya lo hicieron con extraordinarios resultados.
Claro que los resultados electorales del 2015 que hicieron crecer sobremanera al partido de la franquicia de Dante Delgado Rannauro, fue un solo hombre que movilizó toda una estructura: Enrique Alfaro.
Su inminente nominación al gobierno de Jalisco le arrojaría la segunda gubernatura, ya que el triunfo de Gabino Cué Monteagudo les otorgó la primera.
Los convergentes de antes y del Movimiento Ciudadano ahora fueron rémoras del Partido de la Revolución Democrática durante muchos años, desde que se aliaron en 2000 alrededor de la candidatura presidencial de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano.
También respaldaron a Andrés Manuel López Obrador en sus dos primeras intentonas de ser presidente de México y en cada una de las elecciones intermedias para la renovación de la Cámara de Diputados.
Fueron con el PRD mientras le pudieron sangrar posiciones, pero al rompimiento de López Obrador y sus seguidores, decidieron ir por su propia ruta, sabedores de que el partido del sol azteca iría en declive.
No podían asociarse con Morena, toda vez que los partidos nuevos deben ir solos, sin alianzas ni coaliciones en su primera aventura federal.
Ahora, Dante lo pensó mejor y con los resultados electorales del 2015 que le dieron una buena bancada en la Cámara de Diputados y los principales ayuntamientos de la zona conurbada de Guadalajara, incluida la capital del estado, Dante decidió volar solo y no asociarse con Morena, ni mucho menos con el PRD.
El Partido del Trabajo, otra de las grandes garrapatas políticas, que salvó de milagro el registro nacional, decidió aventurarse y apoyar al PRI en su primera elección del año, en Colima, donde el tricolor resultó triunfador, basado en sus respaldos de rémoras.
Los seguidores de la franquicia de Alberto Anaya exploran por cuál ruta seguir, aunque lo harán en la mayoría de los casos con el PRD, incluso en sus alianzas con el PAN en algunos estados del país. Por lo pronto, cada uno de estos partidos sobrevive, principalmente, debido a las alianzas electorales que establecen y a las remuneraciones que reciben por ello.
2016 es un buen año, para poner en su lugar a cada uno de estos pequeños partidos que son vistos con desprecio por un gran número de los votantes, pero que al final de cuentas quedan conformes con las dádivas que reciben de los grandes partidos (algunos de ellos ya no tan grandes).