¿Quién caerá primero?
Ramón Zurita Sahagún viernes 18, Mar 2016De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
La alternancia viene siendo un buen pretexto para que los nuevos gobernantes usen la discrecionalidad para actuar en contra de sus antecesores en las administraciones estatales.
Así sucedió en 2012, cuando se ejerció acción penal en contra del priísta Andrés Rafael Granier Melo, quien fue detenido y hoy todavía sufre prisión, acusado de diversos delitos.
Desde la campaña electoral, el perredista Arturo Núñez Jiménez, ganador de los comicios en Tabasco, ofreció mano firme en contra de los depredadores del erario y beneficiarios del poder.
No tardó mucho en cumplir con su palabra y su antecesor y Granier Melo, José Manuel Sáiz Pineda y otros ex funcionarios más fueron sometidos a juicio.
De los restantes ocho ex gobernadores ninguno más siguió esa ruta, con todo y que el perredista Graco Luis Ramírez Garrido, advirtió que se actuaría en contra del panista Marco Adame Castillo, su predecesor en el gobierno de Morelos.
No sucedió nada, tampoco se supo más de la responsabilidad de Adame Castillo en los señalamientos hechos anteriormente por el nuevo gobernador de esa entidad, donde también se produjo la alternancia.
Jalisco fue otro estado con alternancia, donde después de tres sucesivos gobiernos panistas, triunfó el priísta Jorge Aristóteles Sandoval, quien también garantizó actuar en contra de autoridades que hubiesen incurrido en cualquier tipo de ilícitos. Su antecesor, el panista Emilio González Martínez, fue señalado durante largo tiempo por una serie de abusos cometidos en su gobierno, pero no sucedió nada en su contra.
En Chiapas se produjo otra alternancia, con la victoria del Verde, Manuel Velasco Coello, quien decidió no actuar en contra de Juan José Sabines Guerrero, de quien era un escándalo su actuación como gobernante.
Sabines Guerrero fue señalado por todo, de abuso, enriquecimiento, endeudamiento, al margen de las frecuentes francachelas en que participaba.
En Guanajuato, ganó Miguel Márquez Márquez, panista como su antecesor y protector, Juan Manuel Oliva Ramírez.
Distrito Federal registró una nueva victoria del Partido de la Revolución Democrática, con Miguel Ángel Mancera Espinosa, relevando a Marcelo Ebrard Casaubon. De los seis procesos electorales, solamente se actuó contra el ex mandatario de Tabasco y de los demás con todo y alternancia y advertencia de que se examinaría minuciosamente su actuación, no sucedió nada.
En 2015, tres años más tarde, se eligieron nueve gobernadores, con resultado de cinco para el PRI, dos para el PAN, una para el PRD y una anulada, ganada después por el PRI en elección extraordinaria.
Se produjo alternancia en los estados de Michoacán, Guerrero, Nuevo León, Sonora y Querétaro y conservaron sus feudos los partidos gobernantes en San Luis Potosí, Campeche, Baja California Sur y hasta en Colima, en la elección extraordinaria.
De los cinco estados con alternancia en dos de ellos (Nuevo León y Sonora), las campañas de los opositores se enfocaron al tema de los abusos de los gobernadores y sus familiares, lo que repercutió favorablemente en el electorado que propició ese cambio de siglas.
Jaime Rodríguez Calderón y Claudia Pavlovich Arellano dirigieron dardos venenosos a las humanidades del priísta Rodrigo Medina de la Cruz y el panista Guillermo Padrés Elías, respectivamente y sendas amenazas de que a su triunfo actuarían en consecuencia y no descansarían hasta verlos en la cárcel.
El llamado “Bronco” no ha respondido a las expectativas. Con todo y que se convirtieron en un escándalo los abusos y denuncias en contra del gobernador Rodrigo Medina de la Cruz, de su padre y demás familiares.
Casi seis meses después de asumir el gobierno, Rodríguez Calderón no ha cumplido con el compromiso. Quien sí lo hizo fue Claudia Pavlovich Arellano, aunque han caído funcionarios menores y se sigue el litigio contra el ex gobernador Padrés Elías y familiares que, supuestamente, se enriquecieron al amparo del poder público.
En Guerrero también se produjo la alternancia, ganando el gobierno estatal el priísta Héctor Astudillo Flores y con todo y los escándalos alrededor de la figura de su antecesor, el perredista Ángel Heladio Aguirre Rivero, no se ha movido nada en torno a rascarle a su administración, por parte del nuevo gobierno.
Michoacán es otro estado que pasó de ser priísta a perredista con el triunfo de Silvano Aureoles Conejo, quien tampoco profirió alguna interrogante sobre su antecesor Fausto Vallejo Figueroa, con todo y los asuntos generados durante su gobierno, incluidos los excesos cometidos por el hijo del gobernante, Vallejo Mora.
En Querétaro, Francisco Domínguez Servién, del PAN, regresó la entidad a manos de este partido y anunció que revisaría todas las acciones del gobierno del hoy titular de Semarnat, José Eduardo Calzada Rovirosa, sin que nada sucediera. De los restantes cuatro estados en que no se produjo alternancia, Campeche es el único donde se revisan los archivos del gobierno de Fernando Eutimio Ortega, por parte del también priísta Alejandro Moreno Cárdenas y se actúa en consecuencia contra ex funcionarios estatales. En San Luis Potosí fue terso el cambio de mando entre los priístas Fernando Toranzo Fernández y Juan Manuel Carreras, por lo que no se produjeron ningún tipo de advertencias o condenas.
Historia similar es en Baja California Sur, donde los panistas Marcos Covarrubias Villaseñor y Carlos Mendoza Davis, se pasaron la estafeta sin grandes contratiempos. Colima pasó de una elección anulada a una extraordinaria con el triunfo del priísta José Ignacio Peralta, quien apenas asumió comenzó a revisar los expedientes de su antecesor, Mario Anguiano Moreno de su mismo partido, por lo que espera que en fecha próxima pueda estallar la bomba.
En este año de 2016, doce estados irán a las urnas y se espera que varios de esos gobernantes sean objeto de descalificaciones por sus opositores o incluso de sus mismos correligionarios, como ya sucede en Veracruz.